Nasser, el hiyab, las mujeres iraníes, y opinar sin saber

No tenía pensado escribir este artículo, pero creo que puede ser útil. Salgo de mi tono habitual y me pongo un poco polémico. He observado en las redes sociales la tendencia a compartir el video del discurso de Nasser sobre el hiyab hace medio siglo, a menudo para tratar de demostrar que Oriente Medio era una región más progresista cincuenta años atrás. El vídeo en cuestión es este. El texto añadido es de Russia Today, que tiene una agenda muy específica con respecto al islam y Oriente Medio (just sayin’).

Me molesta bastante el uso del vídeo porque suele estar descontextualizado. No se explica quién era Nasser o por qué da ese discurso. También me toca las narices que muchos de los que lo comparten piensen que en la actualidad el hiyab es obligatorio en Egipto. No lo es. Las mujeres que lo llevan lo hacen bien por voluntad propia, bien por presión social o familiar, pero no obligadas por el Estado.

He visto también que la mayoría de las veces que se discute sobre el pañuelo islámico en las redes sociales la opinión de sus usuarias no importa en absoluto. «No haría llevar eso a mi mujer ni en broma» escribía hoy un iluminado en Facebook. Colega, tu mujer llevará lo que le dé la gana, no lo que tú le pongas.

En fin, vayamos por partes.

¿Quién era Nasser?

Gamal Abdel Nasser fue el presidente de Egipto entre 1956 y su muerte en 1970. No llegó al poder de forma democrática, sino mediante un golpe de Estado con un grupo de militares conocido como los «oficiales libres» que derrocó a la monarquía impuesta por los británicos en 1952. Se autoproclamó presidente en el 56, aunque en la práctica llevaba gobernando el país desde la revolución.

El giro autoritario de Nasser se hizo más pronunciado después de que un miembro de los Hermanos Musulmanes lo intentara asesinar en 1954. Gobernó como un buen militar populista: encarceló, torturó y ejecutó a sus opositores, a la vez que concedía subsidios sociales y puestos de trabajo para las capas más desfavorecidas de la población. Fue el fundador del régimen que hoy día domina Egipto: un aparato militar con enormes intereses en la industria del país y otros sectores económicos estratégicos, con una economía dirigida por el Estado y un sistema político aparentemente democrático en las formas pero no en la esencia.

Gamal Adbul Nasser HusseinQue su sonrisa de galán no te engañe: Nasser no era un angelito.

Nasser también fue un líder muy popular dentro y fuera de Egipto por la humillación a la que sometió a los ingleses y los franceses cuando nacionalizó el Canal de Suez. La ideología de Nasser era el llamado «modernismo laico», de la que hablo extensamente en este artículo. También hablo del propio Nasser en ese texto. Nasser consiguió expulsar a los británicos de Egipto, que alcanzaba así la independencia plena. Umm Jaltum, diosa de la canción egipcia, dedicó varios temas elogiando al presidente. Eso lo dice todo. Ahora bien, que un líder sea popular y carismático no implica que sea un demócrata. A mí los dictadores no me gustan, no sé a vosotros.

¿Quiénes son los Hermanos Musulmanes y qué relación tenían con Nasser?

Los Hermanos Musulmanes o la Hermandad Musulmana (en adelante HHMM) es una organización político-religiosa fundada en Egipto hace más de 70 años. Hablo de ellos y de su ideología en este otro artículo. Tras la revolución de 1952, los HHMM trataron de conseguir el poder, o al menos de hacer demostraciones de fuerza para que el nuevo régimen pasara legislación acorde con su visión de la sociedad. Es decir, una islamización de la sociedad dirigida por el Estado y tratamiento a las minorías como describe el Corán (dhimmíes). Rollito totalitario, vaya.

Lo interesante de los HHMM es que no son una organización estrictamente conservadora. Su visión del islam, como explico en el artículo enlazado arriba, es fruto de la modernidad, no de la tradición. Sus fundadores no son juristas islámicos sino profesores y funcionarios. Para ellos la religión es política, mientras que los ulema de Al Azhar (la principal universidad religiosa en Egipto) eran más bien apolíticos.

A pesar del emblema, los Hermanos Musulmanes, no son una organización terrorista y la violencia nunca ha sido su medio para realizar su visión.Emblema de los Hermanos Musulmanes. Muy simbólico, como queriendo decir «la letra con sangre entra». (No son una organización terrorista aún así, y no han utilizado nunca la violencia)

Como decía antes, en 1954, un miembro de la Hermandad trató de asesinar a Nasser mientras daba un discurso. Eso hizo que la mayoría de sus miembros fueran encarcelados, incluyendo el famosísimo Sayyid Qutb, uno de los más importantes ideólogos del islamismo del siglo XX. He dedicado dos artículos a Qutb, uno sobre su vida antes de la prisión y otro sobre su evolución intelectual en las celdas de Nasser. La Hermandad Musulmana también tenía una sección femenina, y hablo de una de sus integrantes al final de este artículo.

Cuando Nasser da su discurso en 1958, la mayoría de los miembros de los HHMM están muertos o pudriéndose en prisión. El discurso es una afirmación de su victoria, y de la superioridad de su ideología (un laicismo para las clases medias y altas) sobre el populismo religioso de los HHMM. Hay que saber leer los textos históricos. Claro que obligar a las mujeres a llevar el hiyab está mal, pero lo que está haciendo Nasser en su discurso es un alarde de fuerza. No es un campeón de la causa feminista.

A vueltas con el islam y el pañuelo

Lo que más me fastidia de las conversaciones en las que suele salir este video es el pésimo nivel de la mayoría de sus participantes. La mayoría asumen que los países musulmanes son una especie de bloque homogéneo, donde la evolución política y social es uniforme y simultánea. Por eso no dudan en poner este vídeo en relación con Irán o Arabia Saudí, COMO SI EGIPTO, IRÁN Y ARABIA SAUDÍ FUERAN LO MISMO.

¡No, señores, no tienen nada que ver! Obviamente cada país es un mundo, y en Irán el velo es obligatorio y en Arabia saudí hasta hace poco la policía moral iba con un palo asegurándose de que las mujeres fueran apropiadamente vestidas, pero hay muchos otros países con mayoría musulmana donde el velo no es obligatorio por ley. Egipto, el país de Nasser, es uno de ellos.

Sin embargo, hay algo todavía mucho más molesto, y es asumir que las mujeres de los países musulmanas son pobrecitas desgraciadas sin libertad que deben de algún modo ser rescatadas. De nuevo: ¡No, señores! Hay unos 500 millones de mujeres en todo el mundo que profesan el islam, y generalizar sobre ellas es de ser unos paletos bocazas. A esos señores (y alguna esporádica señora, aunque por lo general suelen ser menos) les pregunto, ¿habéis hablado alguna vez con una musulmana? (¿o con alguna mujer que venga de un país de mayoría islámica?)

Yo sí, y hay de todo. Lo bonito de los seres humanos es que somos complejos y tenemos opiniones y gustos muy distintos. He conocido mujeres que llevaban velo en Occidente «por no hacerle un feo a sus padres», pero que en realidad lo odian. He conocido mujeres que llevan el velo porque es parte de su religiosidad y su identidad y lo llevan porque quieren. He conocido mujeres que en cuanto han llegado a Occidente han dejado de llevarlo porque estaban hartas de ser obligadas a tener un código de vestimenta en sus países. He conocido mujeres que, sin ser especialmente religiosas, lo llevan por tradición y costumbre. Todas tienen sus motivos para llevar el velo o no, y no somos quiénes para juzgar sin saber. Hay millones de historias, y generalizar alegremente sobre las mujeres con velo es propio de ignorantes. Obviamente, yo tengo mi opinión sobre el tema, pero como no soy una mujer musulmana, no creo que sea relevante y me la voy a guardar.

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¿Por qué ha aumentado el uso del velo en algunos países islámicos? Hay muchísimos motivos. Una respuesta posible (de muchas) es que puede deberse al fracaso del modernismo laico como ideología. Sadam Hussein y los al-Assad serán todo lo nacionalistas panárabes que queramos, pero sus regímenes no se caracterizan precisamente por las libertades civiles.

Las mujeres en Irán antes de la revolución

Algo que también abunda en las redes sociales son listos que cuelgan una imagen de alguna mujer de clase alta en Irán en los años 60 y dice algo así como que con el sha se vivía mejor y que hay que ver qué pena Irán convertida en una dictadura religiosa. Correcto, Irán es un régimen clerical donde no hay libertad política, se prohíben ciertos libros, hay censura de Internet, el hiyab es obligatorio y se ahorca a los homosexuales (aunque el Estado pague las operaciones de cambio de sexo a los transexuales). ¡Pero con el sha no se vivía mejor! ¿Por qué creéis que hubo una revolución en primer lugar?

El sur de Tehrán estaba atestado de pobres desempleados afectados por la «brillante» Revolución blanca del sha, que les había dejado sin trabajo en el campo. El régimen de los Pahlavi no proveía de servicios sociales a estas personas, que encontraron cobijo, apoyo y alimento en las mezquitas. Los jomeinistas lo sabían y cuando se hicieron con el poder construyeron escuelas, hospitales, alcantarillado y dieron derechos laborales que con el sha no había. ¡Había que mantener contenta a la base! ¡Los regímenes autoritarios hacen eso constantemente! Lo hizo Nasser, lo hizo Franco, lo hizo Gadafi, lo hizo Saddam, lo hace Kim Jong-Un, y lo han hecho muchos más.

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Mujeres iraníes en la universidad de Teherán antes de la revolución. Estas mujeres no pasaban hambre y se podían permitir ropas bonitas.

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Mujeres iraníes antes de la revolución, en una barriada chabolista del sur de Teherán. Estas no se podían permitir vestidos bonitos y, oh, sorpresa, llevan velo.

Muchas mujeres protestaron contra la obligatoriedad del velo, pero muchas otras protestaron a favor. De hecho, se podría decir que las mujeres pobres (religiosas y conservadoras por lo general) se «vengaron» de las de clase media urbana, de las intelectuales, de las universitarias que no vivían en chabolas y que no pasaban hambre. La idea de regular la vestimenta femenina en Irán, no obstante, no era nueva. El padre del último sha, Reza Pahlavi, prohibió el uso del velo en 1936. Esto no liberó a las mujeres, sino que hizo que en los hogares conservadores las mujeres no salieran de casa. La prohibición acabó con la invasión anglorrusa en 1941. El problema del despotismo ilustrado, del «todo para el pueblo pero sin el pueblo» es que suele causar resentimiento hacia la ideología gobernante.

Todo esto y mucho más lo he contado en detalle en mis artículos sobre Irán en este blog y en El Orden Mundial, así que no me repetiré. Una reflexión para concluir:

Si impones una religión, la gente acaba harta. Si la prohíbes, generas curiosidad y la gente se vuelve religiosa para protestar. A pocas iraníes he visto en Occidente llevando velo, y en las últimas semanas ha habido importantes protestas de mujeres en Irán al respecto del velo. A la generación de mis padres la obligaron a ir a la iglesia, y gran parte de los jóvenes españoles de zonas urbanas hemos sido educados en el ateísmo. En Polonia, por el contrario, el catolicismo estaba perseguido, y por eso la mayoría de los polacos en la actualidad son católicos practicantes. Acción-reacción.

Por eso, y con esto termino, no hay que imponer ni prohibir nada. Tan absurda es la obligatoriedad del velo en Irán como la prohibición del hiyab y del burkini en Francia. Las mujeres deben ser libres de elegir cómo quieren vestir. Las mujeres musulmanas no necesitan que vengamos desde occidente a liberarlas o darles lecciones.

Amigo, antes de emitir una opinión sin fundamento, infórmate, pregunta a las afectadas, replantearte los conceptos de libertad personal, y piensa durante diez segundos antes de abrir la boca o pulsar «intro». El mundo te lo agradecerá.

Sayyid Qutb – Segunda parte

Continuamos con la vida y obra de Sayyid Qutb. En esta segunda y última parte, veremos la trayectoria de Qutb tras su viaje a América, su ingreso en los Hermanos Musulmanes, su encarcelamiento y su muerte. Por si acaso, ten a mano el Glosario de términos islámicos.

La primera parte finalizaba con el egipcio trasladándose a EEUU a una estancia en la universidad de Denver. Lo que vio allí confirmó la percepción de Occidente que presentaba en la obra que dejó en la imprenta justo antes de partir, Justicia Social en el islam. Sus impresiones sobre la sociedad americana quedaron plasmadas en una breve obra titulada La América que he visto.

Qutb en América

A Sayyid Qutb no le impresionaron positivamente los EEUU. Según cuenta en su librito, América era enorme y maravillosa, pero estaba llena de estúpidos. Sin duda, destacaban en la técnica y la industria, pero su única fe era la ciencia aplicada. Una ciencia que ni siquiera era suya ya que la habían recibido de los europeos. Los primeros habitantes de América eran una mezcla de aventureros y criminales descontentos con el Viejo Mundo que habían emigrado a una tierra virgen (para Qutb los indios no existieron) en busca de fortuna y bienestar. La tarea de colonizar un territorio virgen y salvaje les hizo concentrarse en la técnica, olvidando otros aspectos importantes para una vida equilibrada como el arte o la religión. Lo que más sorprende a Qutb es el hecho de que, confrontados con una tierra tan virgen y majestuosa, los americanos no desarrollaran un sentido de admiración y respeto por la naturaleza y las fuerzas divinas. Así, incapaces de dedicarse al arte, la religión o el enriquecimiento espiritual en general, durante los últimos cuatro siglos los americanos se han dedicado a inventar máquinas y vivir una vida lujuriosa y materialista.

sunshinepcs45702La biblioteca de la facultad de educación de la Universidad Estatal de Colorado en Greely, donde Qutb pasó parte del año 1949.

Todo esto resultaba a Qutb terriblemente primitivo. El mejor ejemplo de esto eran los partidos de fútbol americano. Un juego de nombre estúpido (no se juega con el pie) y un desarrollo salvaje y violento, sin ningún tipo de respeto o deportividad, coreado por millares de fans rabiosos y sedientos de sangre gritando “¡rómpele las costillas, písale la cabeza!”.  Un primitivismo que se materializaba en un carácter belicista y agresivo. Los pioneros americanos lucharon entre sí y contra los pobladores originales de la tierra, después expulsaron a los latinos y se rebelaron contra su metrópolis. La guerra civil no tuvo nada que ver con la esclavitud sino con la superioridad económica del Sur. Y en el momento de escribir la obra (1951), los EEUU entraban en Korea, lo que demostraba su carácter agresivo e intervencionista.

Los americanos, sigue Qutb, son unos bestias inhumanos. En su sociedad solo hay sitio para los fuertes, y a los débiles no hay ideología o grupo que les pueda salvar, ya que según la forma de pensar americana no merecen vivir. Qutb empieza a enumerar anécdotas, como la vez que estaba en un hospital y alguien se quedó atrapado en el ascensor y un hombre empezó a representarlo en la sala de espera mientras los demás pacientes se partían de risa, o como cuando fue a un funeral de esos con el ataúd de cristal y la familia y amigos del muerto se reían y hacían bromas sobre él. O una vez que fue a casa de una señora que le ayudaba con el inglés y escuchó el final de una conversación en el que una amiga le contaba aliviada que gracias a tener un seguro de vida se había ahorrado un tratamiento caro y había recibido una indemnización. Qutb expresó su admiración por la entereza con la que la amiga llevaba la muerte del perro, y la profesora le explicó que el que había muerto era el marido, no el perro. Hasta los pollos y los cuervos, cuenta el egipcio, tienen más sensibilidad hacia la muerte que los americanos.

La visión americana de la religión es también primitiva, continua Qutb. Les encanta construir iglesias, pero suelen estar vacías, y la gente va ahí por diversión o por tradición, no por inquietud espiritual. Hay muchísimas sectas e iglesias y todas compiten entre sí, así que atraen fieles con vistosos carteles y mujeres cantando y bailando. Qutb se unió a una iglesia distinta en cada lugar que vivió, para conocer de primera mano la cultura local. En una de ellas, el párroco organizó un baile calenturiento, y hasta que todos los asistentes (hombres y mujeres) no se pusieron a bailar pegados no se quedó contento. Tener feligresas guapas era crucial para la supervivencia de la iglesia, ya que así acudirían más chicos a las misas. El fin, dinero y prestigio para la iglesia, justifica los medios, por inmorales que sean.


Qutb cita indignado esta canción como ejemplo de música de baile de iglesia

La relación de los americanos con el sexo también le resultaba sorprendente a Qutb. El mero hecho de considerar el sexo como una “necesidad biológica”, desprovista de todo tipo de componente emocional, mostraba una vez más el primitivismo americano. El culto al cuerpo y el sexo es propio de pueblos bárbaros: si la humanidad se ha esforzado por reprimir los impulsos sexuales no es por ignorancia sino por deseo de perfección y orden social.

En la última parte de la obra se dedica a analizar el arte y la cultura americanas. Todo le parece despreciable. El jazz: una música de salvajes, ruidosa e infernal. Las películas, salvo excepciones como Lo que el viento se llevó o Cumbres borrascosas, una basura en comparación con el cine europeo. El hiperrealismo pictórico, una tontada sin gracia. Lo peor, la ropa: mucho más hortera que la de la gente de las aldeas egipcias. ¿Y los tatuajes? Mucho más horribles que los de los habitantes del centro de África. Por no hablar de los cortes de pelo. Y la comida, asquerosa también, estos americanos le ponen sal a las manzanas y sandías (¿?) y azúcar a las ensaladas y pepinillos…

Pobrecillos. Un día, Qutb estaba en la cafetería de la universidad y vio como un grupo de estudiantes la echaba sal a la sandía. Él fingió desconcierto.
– ¿Cómo? ¿No lo hacéis en Egipto?
– No no, nosotros le ponemos pimienta.
Una chica del grupo probó a echarle pimienta y exclamó, ¡está buenísimo! Al rato todos los estudiantes de la cafetería la imitaban. Otro día repitió la broma con azúcar.

Los EEUU, concluye Qutb, tienen un importante rol en el mundo y destacan en la ciencia y la tecnología. Las demás naciones deben imitar esos aspectos, sin copiar las facetas más primitivas y absurdas del estilo de vida americano. Y, al mismo tiempo, deben esforzarse por iluminar a los pobrecitos americanos, a complementar su inteligencia práctica y muscular con sensibilidad y refinamiento. Si no, el mundo está abocado al desastre.

Qutb y los Hermanos Musulmanes

Cuando Qutb volvió de América, los acontecimientos se precipitaban en Egipto. La popularidad del rey Faruq caía en picado a causa de su mala gestión de la guerra con Israel. Los oficiales libres y los Hermanos Musulmanes ultimaban su alianza para derrocar al gobierno. Sayyid, más politizado que nunca y reafirmado en sus creencias por su estancia en el extranjero, decidió unirse a la Hermandad, y pronto se convirtió en uno de sus principales ideólogos. Según Sephard, Qutb llegó a participar en algunas reuniones del comité de los Oficiales Libres, pero abandonó cuando vio que Nasser y los suyos pretendían instaurar una república laica y no un verdadero estado islámico.

En 1954, cuando acabó la luna de miel entre los nasseristas y la Hermandad, Qutb fue encarcelado junto a 4.000 de sus compañeros y sentenciado a 15 años. Su débil estado de salud le hizo pasar largas temporadas en el hospital de la prisión, donde continuó escribiendo y redactando obras, como su célebre tafsir (comentario coránico). También conoció allí las obras del célebre Maududi, uno de los pensadores islamistas más influyentes del Indostán. Las pésimas condiciones de vida en la cárcel, que incluían numerosas torturas y vejaciones (ni las prisioneras femeninas estaban a salvo de ellas), hicieron que sus ideas se fueran radicalizando. 1957, cuando 20 compañeros de la Hermandad fueron ejecutados, fue según sus biógrafos un punto de inflexión.

muslim_brotherhood_emblemEmblema de los Hermanos Musulmanes.

En ese momento, Qutb comenzó a plantearse que los problemas de Egipto no se debían a la influencia extranjera o la ausencia de justicia social, sino a un régimen brutal y despiadado que se esforzaba por eliminar el legado islámico y secularizar la sociedad, a la vez que imponía una férrea dictadura militar. El régimen era la encarnación de la Yahiliyah, la ignorancia pre-islámica, que según Qutb había vuelto y estaba más presente que nunca. Sobre la reformulación de la Yahiliyah que hizo Qutb se han escrito libros y artículos. La idea general es que Qutb transformó un término histórico, referente al estado de “barbarie” en el que vivían las tribus árabes antes de la revelación coránica, en un sinónimo de ateísmo y comportamiento anti-islámico. Poco a poco, ayudado por las inhumanas condiciones de la cárcel y las torturas a las que eran sometidos él y sus compañeros, Qutb fue ampliando el número de los que él consideraba “yahilis” hasta incluir prácticamente a toda la humanidad, salvo un reducido número de valientes mártires (los Hermanos Musulmanes) que resistían firmemente a las fuerzas del mal. Para derrotar a la ignorancia anti-islámica, era preciso luchar firmemente y educar a las nuevas generaciones en la defensa de la fe. La victoria sería difícil y no se alcanzaría en una generación, pero Dios estaría de lado de los verdaderos musulmanes.

Piedras en el Camino

Es en este contexto en el que Qutb empieza a redactar su obra más influyente, si bien no la más extensa. Se trata de Hitos o Piedras en el Camino, una obra surgida a raíz de varias conversaciones con compañeros de cárcel, y que está pensada como un panfleto para captar y motivar a nuevos adeptos a la causa. Sería algo así como el Manifiesto Comunista del islamismo moderno. Si queréis leerlo, pedídmelo por email.

Piedras en el Camino no es un libro especialmente extenso. Es el último texto de Qutb, y el que contiene las ideas más radicales, algunas de ellas (como la llamada a la acción violenta) inéditas en obras anteriores. También es el que está escrito con un estilo más vivo y motivador. Si Qutb es considerado el padre del islamismo violento no es solo por sus ideas, sino por la fuerza con la que las expresa.

La obra comienza con Qutb advirtiendo que tanto la civilización occidental como el bloque soviético están al borde del colapso, no por incapacidad económica o material, sino por ausencia de guía moral. El capitalismo, el comunismo, el nacionalismo… todas las ideas hechas por el hombre han fracasado a la hora de dar a la humanidad prosperidad y el equilibrio necesarios, y solo el islam puede remediar esta situación. Pero, ¿cómo difundir el mensaje coránico en una sociedad saturada con productos materiales y culturales, donde nadie tiene tiempo o ganas de escuchar una teoría difusa y abstracta como es la religión? Dando ejemplo. Es necesario que un grupo devoto y dedicado de musulmanes iluminen al mundo con su rectitud y fuerza. Y para ello, también es preciso despojar al islam de todas las innovaciones innecesarias de los últimos años, de todos los ritualismos y tradiciones paganas. Aquí, las ideas de Qutb empiezan a recordar ligeramente a las de los salafistas.

Esto no significa que haya que desdeñar el progreso y los bienes materiales… por el contrario, lo que hay que hacer es reconducir los esfuerzos técnicos y científicos para mejorar las condiciones de los pobres y desamparados. Al músculo y la máquina hay que sumarle la sensibilidad y la inteligencia que solo una religión monoteísta divinamente revelada puede aportar. Nada que Qutb no nos hubiera contado ya. Este libro, nos explica, es un manual de instrucciones para la vanguardia islámica, para la comunidad de esforzados mártires que hará frente a la Yahiliyah. El nombre hace referencia a los distintos “hitos” o «piedras millares» que la vanguardia islámica deberá reconocer en su lucha contra las fuerzas anti-islámicas.

Qutb

En el primer capítulo, Qutb nos detalla cómo y por qué la primera generación de musulmanes, Mahoma y sus compañeros, son un ejemplo de sociedad islámica perfecta y deben ser emulados. ¿Cómo lo hacían? ¿Por qué eran tan puros? Porque seguían firmemente las revelaciones del Corán, interpretándolas no como metáforas o pasajes literarios, sino como preceptos sólidos que guiaban la sociedad y la vida de los creyentes. Es preciso volver al método coránico.

Este método coránico es descrito en el segundo capítulo, que resume la historia y vicisitudes de la época pre-islámica y las motivaciones divinas tras las normas islámicas (las tribus árabes eran muy salvajes, era necesario un código ético y de convivencia expresado en un language sencillo, etcétera). Qutb es consciente de las distintas etapas en las que el Corán fue revelado, y así distingue entre preceptos éticos, religiosos y normativos. El método coránico, explica, requiere primero una comunidad de creyentes sinceros y concienciados. Solo así podrá emerger un sistema de leyes basadas en las necesidades prácticas de la sociedad. El islam no puede ni debe ofrecer un sistema cerrado de leyes y constituciones si no hay una población receptiva. Es decir, no se puede imponer la sharia ni es posible aplicarla en una sociedad yahili o ignorante. No hay prisa, pues, ni necesidad de imponer un sistema islámico, sino que es preciso construir poco a poco una sociedad perfecta. (Los grupos yihadistas modernos que se declaran seguidores de Qutb parecen obviar esta advertencia).

La teoría y la práctica islámicas son la misma cosa, y la sociedad perfecta solo se alcanzará por etapas, insiste constantemente el maestro egipcio. En el tercer capítulo describe como es la sociedad islámica: una sociedad donde las diferencias de género, nacionalidad y clase social no son causa de división y enfrentamiento. Una sociedad basada en el amor y la solidaridad, en los derechos y los deberes. Una sociedad superior a los imperios esclavistas (el romano y el británico), a la tiranía de la mayoría soviética, y a la degenerada nación americana. Las diferencias enriquecen y mejoran la sociedad islámica.

En el cuarto capítulo comienza la «chicha». Yihad en el nombre de Dios, se titula. Qutb analiza aquí si la guerra es permisible, y bajo qué límites. Mahoma, recuerda, estuvo predicando durante años de forma no violenta, y hasta que la aristocracia mecana no decidió actuar contra la comunidad de emigrados a Medina, Dios no le dio permiso para combatir. Y además Dios distinguió entre varias categorías de personas ajenas a la umma (comunidad islámica): los politeístas, la gente del libro y los hipócritas (falsos musulmanes). A los primeros había que combatirlos incesablemente (con violencia o con palabras), con los segundos era preciso llegar a acuerdos y respetarles siempre que no actuaran en contra de la umma, y contra los terceros solo cabía predicar y razonar. La yihad, asgura Qutb, solo se hace de forma violenta contra las instituciones y el sistema, nunca contra los individuos, a los que se debe salvar mediante la palabra. La yihad se hace poco a poco, primero se desmantelan los sistemas de opresión (palabras textuales) y después, mediante ejemplos y razones, se convierte a los impíos. La religión no se puede imponer, es un precepto coránico. Esto va en dos direcciones: no se puede obligar a nadie a aceptar el islam, pero es preciso luchar contra los sistemas que impiden la propagación de la religión o no permiten a los musulmanes ejercer su religión en libertad.

¿Qué implica el mensaje coránico? No hay Dios sino Dios significa que solo Él es soberano, que sus leyes y preceptos no pueden ser sustituidos por ningún sistema de leyes o creencias creado por el hombre. Es, según Qutb, un mensaje de libertad, ya que en un sistema islámico ningún hombre o institución podrá arrogarse poderes que solo pertencen a Dios. La forma de establecer la soberanía divina en la Tierra no es adoptar una teocracia en la que los sacerdotes detenten el poder e intepreten las leyes divinas. Al contrario: interpretar e implementar los preceptos sagrados es tarea de todos los creyentes. Y esto no puede ser conseguido exclusivamente mediante la predicación y el ejemplo, sino que es necesario cierto grado de coerción (que Qutb denomina eufemísticamente «el movimiento»). El movimiento se encargará de los «obstáculos materiales», es decir, de desmantelar los sistemas de opresión por motivos de raza o clase social. En otras palabras, la lucha armada contra los regímenes ignorantes y opresivos es fundamental si se quiere avanzar hacia una sociedad islámica, pero requiere preparación y cautela. La yihad es la lucha contra la tiranía y las leyes injustas, es un precepto islámico básico y es el deber de todo verdadero musulmán. El objetivo de la yihad es establecer un sistema islámico que permita la aplicación de las leyes divinas. Hoy día todo este discurso nos suena familiar, pero en los años 60 era un concepto novedoso.

El capítulo 5 nos recuerda que la afirmación «no hay Dios sino Dios» implica aceptar la soberanía divina, con todo lo que ello conlleva. Hay que someterse a la voluntad de Alá, aceptar el modo de vida y los preceptos establecidos por Dios y olvidarse de los ídolos humanos y demás distracciones materiales. Si no hay Dios sino Dios, la convivencia con los sistemas yahilis es imposible, ya que en su propia naturaleza está la negación de Dios. El «fin de la historia», por así decirlo, llegará para Qutb cuando el islam sea el sistema de valores y relaciones humanas predominante en la tierra.

El siguiente capítulo habla de la ley islámica. Afirma que la única forma de establecer equilibrio y armonía entre los seres humanos y el universo es seguir las normas de Dios. Más allá de argumentar por qué es necesario obedecer a Dios, Qutb no detalla cuales son las leyes divinas, o cómo aplicar a los tiempos modernos normas y preceptos surgidos en la Arabia medieval. Resulta interesante que, a la vez que rechaza la necesidad de un estamento religioso diferenciado, Qutb trate de abolir todas las leyes no divinas sin darse cuenta de que la jurisprudencia islámica lleva 1.400 años de tradición tratando de resolver ese tipo de cuestiones prácticas.

MogammaEl Mogamma, un mastodóntico edificio administrativo erigido por Nasser

El capítulo séptimo retoma parte de los argumentos esgrimidos en Justicia Social. El islam es la mejor civilización, la única civilización digna de ser considerada como tal. El islam ha sacado a los hombres y mujeres de la barbarie, les ha hecho olvidar las diferencias de raza o clase, les ha hecho sentirse parte de una comunidad y las ha dado valores y normas para vivir una existencia pacífica y feliz.

En la siguiente sección Qutb valora la relación de los musulmanes con el arte, la cultura y la ciencia foráneas. Su conclusión es que las ciencias son patrimonio universal, y que no hay problemas en que los musulmanes se instruyan en física, química o ingeniería bajo la tutela de infieles. La historia y las humanidades en general son más problemáticas, ya que se basan en preceptos morales yahilis. Lo mismo pasa con toda ciencia que supera las observaciones empíricas: la propia teoría de la evolución no está demostrada e incurre en la especulación metafísica. Qutb no desaconseja leer obras filosóficas y académicas no islámicas, pero siempre que sea con el propósito de entender mejor el sistema de pensamiento yahili, por aquello de «conoce a tu enemigo».

En el capítulo noveno, Qutb habla de patria y nacionalidad. Un musulmán no tiene patria, puede sentir apego por su tierra y sus gentes, pero no debe olvidarse que él pertenece exclusivamente a la comunidad islámica. La patria de un musulmán es todo lugar donde pueda ejercer su fe sin problemas y donde la ley de Dios predomine. Todos los demás sitios, por familiares que puedan ser, no pueden ser considerados patria.

La décima sección vuelve a recordarnos lo diabólicos y perversos que son todos los yahilis, y lo imposible que es llegar a ningún tipo de acuerdo o compromiso con ellos. Su estilo de vida es deleznable a los ojos de Dios, y por tanto los musulmanes no deben mostrar ningún tipo de simpatía con ellos. Ni siquiera deben justificar sus creencias y los logros y limitaciones de las sociedades islámicas. Al contrario, deben pasar a la ofensiva, atacando las contradicciones y las miserias del estilo de vida yahili y defendiendo las virtudes de la verdadera religión. La solución, continúa, no es apartarse de la sociedad yahili e irse a un lugar apartado. Por desgracia, eso es imposible y no deseable a los ojos de Dios. Tampoco pueden plantar cara de forma agresiva y no dialogante, pues serían destruidos. Lo que debe hacer la vanguardia musulmana es mezclarse entre la yahiliyah, hablar del islam con orgullo y humildad, mostrar a los demás con el ejemplo la superioridad del estilo de vida islámico y esperar traer así al verdadero camino a muchas pobres almas que han caído en las garras de la sociedad materialista e ignorante.

Los dos últimos capítulos recuerdan a la vanguardia islámica que han de mantenerse firmes en la fe y orgullosos de sus creencias, aunque puedan parecer anacrónicas y absurdas a los ojos de los materialistas, aunque puedan suponer cárcel y torturas. Los verdaderos musulmanes siempre lucharán contra las injusticias y la sustitución de las leyes de Dios por las del hombre. Sufrirán martirio y penalidades, pero suya será la recompensa en el cielo, y la satisfacción en la tierra por haber hecho lo correcto.

En la obra se dicen muchas cosas más, pero la mitad de ellas son referencias coránicas que sería complicado e irrelevante explicar. Como podéis ver, hay mucha repetición de ideas y conceptos. Aún así, se trata de un texto emotivo y poderoso. Hacer el bien, luchar por lo que es correcto, acabar con la opresión… el islam de Qutb es una religión de movilización política. Está contra el sistema corrupto, contra el colonialismo y la tiranía, contra el materialismo y la discriminación, pero desde mi punto de vista de no-musulmán, quizá la solución que propone sea excesivamente ambigua e idealista. En todo caso, lo reseñable de Piedras en el Camino es su justificación de la violencia política, siempre que sea por una causa legítima (luchar contra la yahiliyah en nombre de Dios). Es fácil percibir sus influencias en autores y organizaciones posteriores.

Últimos años y ejecución

En 1964, gracias a la intercesión de un diplomático iraquí, Sayyid Qutb fue liberado de la prisión. Piedras en el Camino ya circulaba de forma clandestina, y Qutb se reincorporó a la Hermandad. Su libertad duró poco. Fue detenido de nuevo a finales de agosto de 1965 y acusado de conspirar contra la vida del presidente Nasser. Hay cierto debate sobre su grado de responsabilidad en el complot magnicida: es cierto que hubo una escisión de los Hermanos Musulmanes que decidió seguir la llamada de Qutb y emprender la lucha armada contra el régimen; lo que no está claro es si Qutb colaboró con ellos o si simplemente sirvió de inspiración sin ser consciente de que se preparaba un atentado. En todo caso, el plan fue descubierto y el maestro fue sentenciado a muerte. El 29 de agosto de 1966, un año después de su reingreso en prisión, fue ejecutado.

Desaparecía así un pensador inteligente y prolífico. La cárcel, donde pasó los últimos años de su vida, contribuyó a radicalizar sus posiciones. Los Hermanos Musulmanes actuales, si bien reconocen su figura y utilizan su martirio con fines propagandísticos, se distancian públicamente de sus posturas más violentas. Ya en 1969, la Hermandad declaró que en sus obras Qutb se representaba a sí mismo y no a la organización, un movimiento lógico teniendo en cuenta que los HHMM se esforzaban por volver a la legalidad y entablar buenas relaciones con el régimen. Lo conseguirían a partir del ascenso de Sadat.

Las obras de Qutb inspirarían a muchísimos musulmanes en las siguientes décadas, tanto moderados secularizados como yihadistas violentos. Su hermano Muhammad continuó su legado, y llegó a ser tutor del famoso Osama Bin Laden. Aún así, es difícil valorar el verdadero impacto de Qutb. Hasta sus mismas ideas son difíciles de sintetizar y resumir. Como siempre, lector, si no te fías de mis palabras o mi interpretación, puedo proporcionarte gustosamente todas las fuentes primarias y secundarias que precises.


Bibliografía

Fuentes primarias

Sayyid Qutb, Social Justice in Islam, traducción y comentario crítico de William Sephard, Brill, Leiden, 1996.

Sayyid Qutb, In the Shade of the Quran. (18 volúmenes) Traducción al inglés de Kallamullah.com

Sayyid Qutb, The America I have seen, traducción al inglés del departamento de Sociología del islam de la Universidad Estatal de Portland.

Sayyid Qutb, Milestones, American Trust Publications, 2005. Hay muchísimas versiones y traducciones alternativas disponibles online, pero esta traducción me parece confiable.

Fuentes secundarias

Hay infinidad de libros y artículos referentes a Qutb, la mayoría de ellos no muy buenos. En mi artículo académico critico la actitud de parte de la academia occidental con este autor.  Algunas excepciones son:

William E. Sephard, «Sayyid Qutb’s Doctrine of Jahiliyyah» en International Journal of Middle East Studies 35 (2003), 521–545. (En general, todo lo que Sephard ha publicado sobre Qutb es d calidad excepcional)

Ana Belén Soage, «Hassan al Banna and Sayyid Qutb: Continuity or Rupture?» en The Muslim World 99 (2009), 294-311.  Accesible online en este enlace.

Shahrough Akhavi, «The Dialectic in Contemporary Egyptian Social Thought: The Scripturalist and Modernist Discourses of Sayyid Qutb and Hasan Hanafi» en International Journal of Middle East Studies 29 (1997), 377-401

Ronald Nettler, «A modern Islamic confession of faith and conception of religion: Sayyid Qutb’s introduction to the Tafsir, Fi Zilal Al‐qur’an» en British Journal of Middle Eastern Studies, 21 (1994), 102-114.

Por supuesto esto no es una lista exhaustiva, pero sirve de ejemplo de la diversidad de publicaciones y de producción académica que Qutb ha sucitado. Como siempre, no dudéis en enviarme un email si necesitáis acceso a las fuentes o cualquier tipo de ayuda.

Sayyid Qutb – Primera parte

Sayyid Qutb (Egipto, 1906-1966) es uno de los pensadores y autores islamistas más influyentes del siglo XX. En los últimos quince años ha adquirido cierta relevancia en Occidente al saberse que su hermano Muhammad fue tutor personal de Osama Bin Laden, y que algunas de sus obras estaban entre la lista de lecturas del terrorista saudí. Más allá de eso, las palabras y la vida de Qutb han influido a numerosas organizaciones islamistas, algunas terroristas, como la Yihad Islámica Egipcia que acabó con el presidente Sadat.

He decidido escribir un artículo centrado en él (que voy a dividir en dos partes), porque Qutb es uno de los exponentes más conocidos del modernismo islámico, que tratamos en Movimientos de Reforma III. El otro ejemplo sería Ali Shariatí, al que ya hemos mencionado alguna vez y sobre el que escribiré un futuro artículo. Hoy hablaremos de los primeros años de Qutb y de su primera obra de relevancia, Justicia Social en el islam.

Personalmente, Sayyid Qutb me resulta un tipo muy interesante, por el momento histórico en el que escribió y por su vida e ideas. Vivió en una época que he tenido la ocasión de contextualizar en este blog: Colonización, Independencia y Guerra Fría, Auge del modernismo secular y aparición del modernismo islámico. Fue una de las figuras más influyentes de los Hermanos Musulmanes tras la muerte de al-Banna, y fue encarcelado y ejecutado por Nasser. He tenido la oportunidad de leer muchas de sus obras y, de hecho, tengo publicado por ahí un articulillo (en inglés) sobre la visión de Qutb sobre las mujeres.

qutb1Sayyid Qutb. Fuente: Blogspot.

Infancia y Juventud

Sayyid Qutb nació en Musha, un pueblo del Alto Egipto. Pertenecía a una familia terrateniente tradicional, acomodada. Su padre simpatizaba con las ideas liberales, y organizaba tertulias para discutir la actualidad de la época y los textos coránicos. El joven Sayyid era un ávido lector de libros, y en ocasiones organizaba “lecciones” para los habitantes de su pueblo. Su familia le envió a estudiar en Dar-al-Ulum, en El Cairo, convirtiéndose más tarde en profesor. A los veintipocos era el típico joven egipcio de clase media: originario del campo pero viviendo en la capital, de ideas modernistas seculares, simpatizante del Wafd, y trabajando para el gobierno en distintos cargos (profesor y asesor del ministerio de Educación). Empezó a publicar articulitos de diversa índole, un librito de poemas, algunas críticas literarias y un par de novelas. Tengo por ahí una de ellas, Un chico del pueblo, un relato autobiográfico sobre su infancia en Musha. (Si os interesa, email)

En los años 40 comenzó a interesarse por los temas islámicos, publicando un par de libros sobre retrato artístico y las escenas de resurrección en el Corán. Es famosa su polémica con Taha Hussein, en la que Qutb defendía que Occidente era más materialista y menos espiritual que Oriente. Paralelamente, aumentó su interés por temas políticos y sociales, criticando a los británicos y al rey Faruq. Fundó una revista llamada “Nuevo Pensamiento”, donde colaboraron autores de la talla de Naguib Mahfuz, primer Nobel de Literatura en lengua árabe. La revista fue cerrada por en el 48 a raíz de la ley marcial decretada a causa de la guerra con Israel. Ese mismo año, Sayyid Qutb partió a una estancia de dos años en Denver, EEUU. Su misión era “estudiar el sistema de educación estadounidense”, aunque hay quien dice que fue un enchufe de unos amigos suyos para no ser arrestado por sus críticas al gobierno. Justo antes de partir mandó a la imprenta Justicia social en el islam, su primera obra política.

Justicia Social en el islam

Justicia social en el islam es una obra interesantísima, que evidencia la transición ideológica de Qutb entre el modernismo secular y el modernismo islámico pseudo-totalitario. La tengo por ahí escaneada, la puedo mandar por email si os interesa. La idea central de la obra es que el islam, como religión, ideología y modo de vida, es igual o superior a la forma de entender el mundo occidental. La mayoría de derechos y libertades de las que presumían los occidentales en el siglo XX ya habían sido concedidos y consagrados por el islam catorce siglos antes, de modo que los musulmanes no tienen nada que envidiar a los extranjeros. Lo que es preciso, argumenta Qutb es re-encontrarse con el islam y darse cuenta de que en él está la solución. Suena a modernismo islámico, ¿verdad?

La obra está dividida en ocho capítulos: en los seis primeros se establece el ideal de justicia social islámica y los dos últimos hablan de cuándo y cómo este programa ha sido aplicado en el pasado o podría aplicarse en el futuro. Es una obra modernista, en tanto a que trata de reconciliar la religión islámica con la ciencia y la tecnología contemporáneas y lo compara, como sistema de gobierno, a los modelos occidentales. Además, no hace referencia a la jurisprudencia tradicional ni al estamento religioso, pero sí cita autores occidentales, no solo orientalistas (como Gibb) sino también a psicólogas de origen judío como Anna Freud.  Por otro lado, el libro contiene ecos autoritarios y no responde de forma convincente a una cuestión fundamental, ¿cómo adaptar una doctrina y unas normas surgidas en el contexto de la Arabia del siglo VII a la sociedad globalizada del siglo XX? (Qutb admite que el objeto de su obra no es detallar el sistema de gobierno islámico ideal, sino mostrar que este es posible y superior a los modelos extranjeros).

En el primer capítulo, “Religión y Sociedad en el cristianismo y el islam”, Qutb establece las causas del problema que afronta la sociedad egipcia: se están importando costumbres políticas y espirituales extranjeras, sin tener en cuenta las características de las creencias locales. La separación entre religión y política, asegura, solo tiene sentido en el cristianismo, una doctrina puramente espiritual que se desarrolló en un contexto histórico determinado en el que no podía proporcionar leyes. El islam, por el contrario, estableció desde el primer momento indicaciones legales y sociales, a la vez que fomentaba la ciencia y la flexibilidad interpretativa.

El segundo capítulo, “La naturaleza de la justicia social islámica”, presenta el islam como una religión que equilibra los distintos extremos de la vida humana, como parte de un todo armónico y universal. De esta forma, Qutb argumenta que el islam establece el justo medio entre el individuo y la comunidad, lo material y lo espiritual, la igualdad de oportunidades y la sana competencia. Sin condenar el enriquecimiento y el comercio (lo que hoy llamaríamos “emprendimiento”), el islam se opone a la lujuria excesiva y garantiza un mínimo material básico, sin que esto se traduzca en la ausencia de desigualdades económicas. Para entendernos, el islam de Qutb en Justicia Social es liberal-socialdemócrata y favorable al libre comercio.

El tercer capítulo se llama “Las bases de la justicia social en el islam”. Estas bases serían, en primer lugar, la sumisión a nadie más que a Dios, que libra a los humanos de la esclavitud de las leyes humanas y las ambiciones materiales y políticas. El segundo fundamento sería la igualdad absoluta de los humanos en el plano espiritual y material, sin importar clase social, raza o sexo (aunque en el último caso exista una división de tareas, como explico en mi artículo sobre Qutb y las mujeres). El tercer y último pilar sería la “solidaridad”, que equilibra los derechos individuales y la mutua responsabilidad social, no solo en el plano económico sino también en el moral (de forma que se justifican las penas Hadd, como cortar la mano de los ladrones)

En el cuarto capítulo Qutb detalla “Los medios de la justicia social en el islam”. Estos medios son, por un lado, las leyes, y por otro “una conciencia humana más elevada”.  Lo más importante no es el respeto a las leyes sino ser buena persona y temer a Dios. La generosidad, la misericordia, la modestia y la sinceridad son, según Qutb, los valores básicos del islam. La sadaqa ejemplificaría todo esto.

En el quinto capítulo, “El gobierno en el islam”, empieza lo interesante. Para Qutb, existe un “sistema islámico”, claramente diferenciado del Occidental o de cualquier otro. Este sistema es el mejor que ha habido nunca, y no se puede comparar a las demás. ¿Por qué? Porque en el islam solo Dios es soberano, mientras que en los demás sistemas (monarquías, democracias occidentales, estados socialistas) la soberanía depende de los hombres.  El islam es mejor porque está basado en la unidad de la raza humana sobre diferencias raciales, nacionales o lingüísticas. No es obligatorio pertenecer a este sistema, cada uno se convierte voluntariamente y si no quiere convertirse y vive en una zona islámica, paga un impuesto. No dice nada sobre los apóstatas o los ateos.

Para Qutb, un gobierno basado en la soberanía de Dios tiene dos ventajas: Primero, los gobernantes siempre serán justos, ya que un líder injusto iría derechito a lo más profundo del infierno. Segundo, los gobernados serán siempre obedientes, ya que solo pueden desobedecer al gobernante si este les ordena quebrantar las leyes divinas. Como un verdadero líder islámico no haría eso, es un sistema perfecto. El líder es escogido por los creyentes, y este líder, que no goza de ningún status especial (ni material ni divino) y es un musulmán cualquiera, tiene la obligación de consultar (shura) a los creyentes sobre sus decisiones. Vamos, que el líder responde ante Dios y ante el pueblo. Este poder no es hereditario, ni está controlado por una clase clerical que monopolice la religión, ya que tal cosa no existe en el islam (es decir, todo musulmán puede leer e interpretar las escrituras, iytihad) Claro, que esto crearía conflictos cuando las interpretaciones sobre el modo islámicamente correcto de actuar ante situaciones no especificadas en el Corán o la Sunna, pero en ese caso se impondría el consenso.

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El sexto capítulo, “La riqueza en el islam”, trata de economía. Según Qutb, el islam no se opone a la propiedad privada ni al libre comercio, pero trata de equilibrar sus posibles excesos prohibiendo la concentración exagerada de riqueza y redistribuyendo bienes a los pobres a través de la limosna y los impuestos religiosos, y prohibiendo la usura. También hace énfasis en la necesidad de que parte de los bienes sean de propiedad pública.

Los dos últimos capítulos son los más largos, ocupando más de dos quintos del libro. El séptimo, “La realidad histórica del islam”, trata sobre “el espíritu islámico”, ilustrándolo con ejemplos de la época de los cuatro primeros califas. Se podría resumir con que los verdaderos musulmanes están movidos por la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad. El islam no es una religión que se pueda imponer a nadie, pero los primeros musulmanes tuvieron que utilizar la violencia porque fueron perseguidos por los Quraysh (la familia más importante de la aristocracia de la Meca, de la que Mahoma era un miembro marginal, y que se oponía firmemente a la revelación coránica) y acosados por las grandes potencias imperialistas (Bizancio y los persas). Los cuatro califas bien guiados, especialmente Abu Bakr y Alí, son citados como ejemplos de verdaderos gobernantes islámicos que accedieron al poder no por la fuerza o por derecho de nacimiento, sino por común acuerdo de toda la comunidad musulmana. No solo gobernaron con justicia y rectitud sino que desarrollaron medidas que más tarde serían “descubiertas” por los europeos, como la redistribución de la riqueza o los servicios sociales.

En el último capítulo, “Presente y futuro del islam”, Qutb describe la sociedad contemporánea (el Egipto de finales de los 40) como no islámica, al menos en lo que se refiere a la forma de gobierno. El espíritu islámico del que hablaba en el capítulo anterior, no obstante, persiste. Este espíritu, presente en los musulmanes de a pie, ha sobrevivido a los gobiernos despóticos de los Omeyas y de los Abasíes, se ha repuesto de la caída de al-Andalus… y sin embargo ahora se enfrenta a su mayores desafíos: el imperialismo y la modernización, que amenazan con descomponer los calores tradicionales de las sociedades musulmanes. Ante estos desafíos, Qutb recomienda dejar de imitar a Occidente y redescubrir el legado original de la religión islámica. Como profesor, recomienda a sus colegas abandonar los modelos foráneos y utilizar la filosofía y literaturas europeas solamente en cursos avanzados de universidad, para alumnos con cabezas bien amuebladas. La ciencia moderna no representa un problema, en tanto que es patrimonio universal y no solamente occidental (sin los números y los avances de los sabios musulmanes de la Edad Media, no existiría la física moderna). También sugiere una re-lectura de la historia: Occidente se ha descrito como el motor de la historia, pera esta es una idea basada únicamente en factores materiales. Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, las sociedades islámicas son el verdadero eje de la historia.

La obra termina con un breve epílogo titulado “En la encrucijada”. En él se advierte de que el verdadero conflicto moderno no es entre capitalismo y comunismo, sino entre el materialismo occidental y el islam. Qutb Profetiza que las contradicciones del sistema estadounidense les harán caer en el comunismo, y anhela el surgimiento de un “bloque islámico” en la escena diplomática que sirva como alternativa a la dialéctica de la guerra fría.

QutbSayyid Qutb pasó los últimos años de su vida entre rejas.

Este breve análisis de Justicia Social está basado en la traducción de la primera edición publicada en EEUU en los 50. He decidido centrarme en la primera edición porque en el siguiente artículo continuaremos con la biografía de Qutb y analizaremos su última y más famosa obra, Hitos, Piedras en el camino o Piedras millares (no sé como traducir bien معالم في الطريق), viendo así la evolución de las ideas de Qutb. No obstante, William Sepherd, quizá el mayor especialista sobre Qutb, ha publicado un artículo analizando las distintas ediciones y re-impresiones de Justicia Social en el islam, que modificaban, añadían o suprimían algunos párrafos muy significativos. También ha editado una nueva traducción mejorada, comentando los cambios entre versiones y señalando las diferencias. Lo tengo todo en PDF, si lo necesitáis mandadme un email.

En las primeras ediciones de Justicia Social, el islam no es solamente una religión, sino especialmente una cultura diferenciada y autónoma. Para Qutb, la principal preocupación era que las sociedades de Oriente Medio perdieran su “esencia” y se convirtiesen en meros calcos de Europa y Norteamérica, incapaces de alcanzarles por circunstancias materiales (gracias al imperialismo, Occidente comenzó su desarrollo industrial antes) y por las propias características del “espíritu islámico”, aún prevalente entre el pueblo llano. Al igual que Shariati un par de décadas más tarde, el joven Qutb está preocupado por la alienación cultural, el materialismo y la modernización dirigida desde arriba. Esta obra es, a mi parecer, uno de los primeros manifiestos del islamismo moderno, no preocupado por asuntos rituales o por tecnicismos jurídicos, sino por aspectos políticos, sociales y materiales. El mensaje de la obra podría resumirse como: “Musulmanes, dejad de imitar ciegamente a Occidente y reconocer el legado histórico y espiritual de vuestra cultura, que ofrece soluciones y respuestas similares o superiores a las occidentales, y encima está divinamente inspiradas”.


En la segunda y última parte parte continuaremos con la biografía de Qutb. Hablaremos de su viaje a EEUU y de cómo a la vuelta se afilió a los Hermanos Musulmanes, y de las dramáticas y mortales consecuencias que esto tuvo.

Movimientos de Reforma (II)

En este artículo veremos lo que pasó en los países no colonizados durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. Nos centramos en el surgimiento de una nueva corriente política, el modernismo laico.

El modernismo laico (1798-1952)

Siglo XIX. Época de la colonización europea.  Los habitantes de Oriente Medio, en su mayoría musulmanes, se preguntaban qué podían hacer ante la superioridad técnica y militar de los occidentales. Una de las respuestas, como vimos en la entrega anterior  fue ignorar a los extranjeros e intentar volver a un pasado dorado idealizado, reinventando la religión islámica y eliminando sus aspectos más heterodoxos, como por ejemplo las cofradías sufíes. Esta actitud, sin embargo, solo servía para territorios relativamente aislados y alejados de los europeos (Arabia), o para aquellas clases y sectores sociales de los pueblos sometidos que no necesitaban interactuar con los administradores coloniales y se podían permitir ignorarlos (los Deobandis en el Industán). Las  élites políticas y económicas, por el contrario, veían mermar su influencia y su poder ante el empuje de los europeos, y se pusieron a buscar soluciones. Una de ellas, la más extendida y exitosa, fue lo que los historiadores han denominado “el modernismo laico”.

 El modernismo laico no es una ideología cohesionada y coherente, pero tiene patrones comunes. Grosso modo, aboga por separar la religión del gobierno, y suele inspirarse en modelos políticos y económicos europeos. Los pensadores modernistas laicos, por lo general, aspiraban a que sus pueblos se independizasen de las potencias coloniales, pero al mismo tiempo admiraban a los europeos y pensaban que sus sistemas constitucionales y parlamentarios eran la mejor garantía para la libertad, la independencia y el autogobierno. Estos intelectuales eran, la gran mayoría de las veces, hijos de la nueva clase media-alta de militares y burócratas que había emergido durante el siglo XIX. Trataron de elaborar teorías y símbolos nacionalistas en regiones donde esta tradición política no había llegado a desarrollarse. Paradójicamente, muchos acabaron tan asimilados a la cultura europea que se desconectaron de la realidad de sus países de origen.

Las transformaciones políticas en Oriente Medio durante el último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX fueron lideradas por los modernistas laicos. Por ello, en este artículo no analizo en profundidad las ideas modernistas laicas, sino que me centro en el surgimiento de una nueva clase media-alta “modernizante” que poco a poco se impuso, para ser sustituida más tarde por una clase media-baja de militares y burócratas. Para no extenderme hasta el aburrimiento he decidido centrarme en los cuatro países más importantes donde el modernismo laico se hizo con el poder: Turquía, Irán, Egipto e Indostán.

No obstante, este artículo es largo (casi 5.000 palabras), de modo que te aconsejo que respires y te lo tomes con calma. Para facilitar la lecura y permitir retomarla con facilidad he dividido el texto en muchos apartados.

 1908-mesrutiyetPostal celebrando la revolución constitucional de los Jóvenes Turcos (1908). Wikimedia

 

Modernización y constitucionalismo (1800-1919)

 A principios del siglo XIX, los gobernantes de Oriente Medio veían cómo iban perdiendo terreno frente a las potencias europeos. ¿Cuál era el secreto de su éxito? Parecía necesario fijarse en Europa, sobre todo en su organización militar y burocrática. Durante las primeras décadas del XIX, los reyes y sultanes de la región recibían asesores militares occidentales, y a su vez enviaban a sus jóvenes burócratas a Europa, a intentar descubrir el motivo de su superioridad militar y económica. A medida que Oriente Medio y los países árabes iban siendo colonizados, surgía en los gobernantes de las zonas que quedaban independientes la necesidad de equipararse técnicamente a los europeos, emprendiendo lo que los historiadores denominan modernización defensiva, o mucho más eufemísticamente, “reforma”. [1] Esta modernización defensiva se centró inicialmente en el ejército, aunque en algunos casos se llegó a extender a la burocracia, el sistema educativo y la economía.

 La intervención francesa en Egipto en 1798 hizo saltar todas las alarmas. Los ejércitos tradicionales, los jenízaros otomanos y los mamelucos egipcios, habían sido incapaces de hacer frente a los europeos. Ambos cuerpos militares, que habían ejercido enorme influencia en la política interna de sus países, funcionaban de forma parecida: estaban integrados por “esclavos” reclutados desde niños, que solo eran leales al sultán y, sobre todo, a sus camaradas. Durante el siglo XIX el imperio Otomano y Egipto fueron sustituyendo este sistema por un ejército nacional de reclutas nativos, al estilo europeo.  Paralelamente, trataron de ampliar la estructura del estado, impulsando el centralismo frente a las tradicionales élites regionales.

 Muchos de los jóvenes oficiales y burócratas, hijos de la clase alta, que viajaron a Europa (sobre todo a París y Londres) quedaron fascinados por lo que vieron y, a su vuelta, defendieron activamente la necesidad de emular y aprender de los europeos, sobre todo en lo que a organización política y militar se refería. En los países no colonizados, como Irán y Turquía, los intelectuales burgueses soñaban con limitar el poder de las monarquías estableciendo sistemas parlamentarios y constituciones liberales que permitiesen a sus países salir del atraso secular en el que, según ellos, se encontraban.

 Mientras tanto, los reyes y sultanes de Oriente Medio, abandonaban los símbolos tradicionales de sus monarquías y copiaban las modas europeas, en un intento infructuosos de mostrarse como iguales a sus homólogos occidentales. Ávidos de capital para poder llevar a cabo sus programas de modernización defensiva, concedían capitulaciones y abrían sus mercados a los productos europeos, lo que causaba la ruina de la industria y artesanía locales. Los terratenientes, a su vez, reconducían la producción agrícola hacia el monocultivo destinado la exportación (mucho más rentable a corto plazo), lo que a su vez aumentaba la dependencia y la relación desigual entre los países de Oriente Medio y las potencias coloniales, y en ocasiones facilitaba la conquista militar. He narrado el proceso con mayor detalle en La colonización europea de Oriente Medio.

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Evolución de la estética de los shahs de Persia entre 1798 y 1881. Véase Especial Irán (1).

 

 Imperio Otomano

El primer lugar donde el reformado ejército trató de imponer sus ideales constitucionales fue el imperio Otomano, donde formaron una organización secreta conocida como Nuevos Otomanos, el antecedente de los jóvenes turcos. En 1876, organizaron un pronunciamiento que obligó al sultán a aprobar la Primera constitución Otomana, para la indignación de los ulema y los conservadores, aunque dos años después sería suspendida por el sultán y sus promotores encarcelados o exiliados.

 Uno de los principales ideólogos de los Nuevos Otomanos fue Namik Kemal (1840-88) Este autor, muy influido por la filosofía francesa, tradujo al turco a Montesquieu y Voltaire y admiraba profundamente a los revolucionarios italianos Garibaldi y Mazzini. Junto con muchos otros intelectuales otomanos, Namik Kemal pasó largas temporadas en el exilio, donde publicó duras críticas contra el gobierno del sultán. A pesar de su admiración por las ideas europeas, Kemal se declaraba musulmán y consideraba que un islam revitalizado debía formar la base de la sociedad y el gobierno, y trató de expresar las ideas de la Ilustración a través de términos islámicos. El islam, para él y otros de su generación era, una especie de “ideología de autenticidad nacional, más que la observancia disciplinaria de una serie de ritos; una especie de nacionalismo cultural que aún hoy pervive”.[2]

 En 1908, un grupo de oficiales y burócratas herederos ideológicos de los Nuevos Otomanos, los Jóvenes Turcos (oficialmente llamados Comité de Unión y Progreso, CUP, no confundir con el partido catalán), lideraron un movimiento revolucionario con la intención de restaurar la Constitución de 1876. Uno de sus objetivos era acabar con las capitulaciones que convertían al imperio en una semi-colonia, recuperando así el respeto de las potencias europeas y convertiéndose en “el Japón del Próximo Oriente”. Entre 1908 y el inicio de la Primera Guerra Mundial se sucedieron las intrigas militares, golpes y contragolpes, acusaciones de fraude electoral y, especialmente, las crisis en las fronteras occidentales del imperio otomano, las famosas Guerras Balcánicas  que antecedieron la Primera Guerra Mundial.

 800px-greek_lithograph_celebrating_the_ottoman_constitutionPostal griega de 1895 conmemorando la constitución de 1876. A la izquierda, el pueblo y las banderas de los distintos millets (regiones): los verdes son árabes, los rojos turcos y los azules, cristianos de Rumelia. El ángel porta un cartel con el eslogan “libertad, igualdad y fraternidad”. Namik Kemal es el personaje del centro a la derecha, el único que no lleva el fez (gorro rojo). Wikimedia

Egipto

Quizá el ejemplo perfecto de la progresión modernización defensiva-dependencia-invasión colonial sea Egipto: Mehmet Ali (que hacia 1811 había desmantelado el sistema mameluco) y sus sucesores decidieron industrializar el país rápido y a lo bruto, creando fábricas estatales -y a menudo deficitarias- de textil y otros productos, construyendo infraestructuras (ferrocarril, telégrafos), pidiendo préstamos a bancos occidentales, y cambiando la agricultura al monocultivo de algodón para pagarlos.  Al igual que en Irán, el apoyo de las potencias europeas (en este caso Francia y Gran Bretaña) se convirtió en uno de los pilares de la dinastía.

En 1875 el estado egipcio entró en bancarrota, y los acreedores europeos, con la connivencia del rey, impusieron una “troika” que gestionaba las cuentas, limitaba el gasto, y se apropiaba de buena parte del presupuesto. El ejército modernizado y la nueva burguesía terrateniente conspiraron para recuperar el control del país, en la llamada Revuelta de Urabi (1882).  Aunque, como aseguraba el cónsul alemán de la época, Urabi y sus aliados no tenían intención de romper con las potencias europeas (dado que se beneficiaban del comercio con ellos), Gran Bretaña invadió el país con la excusa de restaurar el orden, asegurar el pago de la deuda y controlar el Canal de Suez. Se quedaron allí hasta 1954, aunque hubo constantes revueltas anti-coloniales, como la «revolución» de 1919.

Irán

En Irán, el modernismo fue civil y burocrático, más que militar. Recordando el éxito del boicot al tabaco de 1896, que obligó al shah a cancelar unas concesiones que había hecho a los británicos, los modernistas persas, entre los que destacaba Ahmad Kasraví, organizaron una revuelta constitucional en 1905, aliados con un sector del clero. Sus fuentes de inspiración, además de los ilustrados europeos, eran dos acontecimientos recientes: la victoria japonesa ante Rusia, la primera vez que una potencia occiental era derrotada por un país asiático; y la revolución de la Duma rusa que forzó al zar a adoptar un sistema parlamentario. Sin embargo, el bando constitucionalista pronto se dividiría en facciones y perdería el apoyo de los ulema, temerosos de la deriva ilustrada y europeizante de sus antiguos aliados. Rusia y Gran Bretaña aprovecharon el desgobierno para invadir el país durante la Primera Guerra Mundial y dividírselo en esferas de influencia. Trato la época con más detalle en la segunda mitad de este artículo.

Indostán

En los territorios colonizados, los modernistas laicos como Sayyid Ahmad Khan, al que he dedicado un artículo en exclusiva, adoptaron el discurso de los europeos y trataron de mostrarse como únicos representantes legítimos de los musulmanes, a la vez que trataban de limitar el poder de los ulema y restringir la religión a un ámbito privado. La principal preocupación de las élites musulmanas de los territorios colonizados fue defender sus intereses frente a la estrategia de “dividir y gobernar” que seguían las potencias coloniales. Británicos y franceses solían privilegiar a minorías étnicas y religiosas como los asirios, los drusos o los judíos, que estaban sobrerrepresentados en la administración colonial nativa frente a los musulmanes, la comunidad mayoritaria. En el Industán, donde eran minoría, trataron de demostrar su superioridad militar e intelectual frente a los hindúes, que estaban siendo favorecidos.

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 De imperios a naciones: el modernismo nacionalista (1919-1955)

Las cuatro décadas que siguieron al fin de la primera Guerra Mundial estuvieron dominadas por el modernismo laico. El antiguo liberalismo pro-occidental de la aristocracia fue sustituido por el nacionalismo.Turquía e Irán se libraron de la colonización directa. Como hemos visto, ambos países experimentaron revoluciones constitucionalistas en la primera década del siglo XX. Ambos participaron en la Primera Guerra Mundial; Turquía como contendiente e Irán como simple teatro de operaciones. Durante los años 20, tanto en Irán como en Turquía se producirían cambios de régimen: las monarquías y la nobleza «occidentalizante» serían sustituidos por gobiernos modernistas y nacionalistas. Las nuevas élites no provendrían de la clase media-alta ligada a la realeza, sino de la media-baja. En Egipto, un proceso similar tuvo lugar durante los años 50; y en Indostán.

 Turquía

Durante la primera Guerra Mundial, el imperio Otomano perdió los países árabes (el Levante Mediterráneo e Irak). Sin embargo, Anatolia no fue conquistada por los Aliados. Los Aliados ocuparon Estambul en 1918, forzando al sultán a firmar un tratado de capitulación. Los Jóvenes Turcos y otros grupos organizaron un movimiento parlamentario de resistencia con sede en Ankara. Durante cinco años, lucharon contra los Aliados y los griegos (la llamada Guerra de la Independencia Turca), y en 1923 los jóvenes turcos les forzaron a firmar el Tratado de Lausana, que entre otras cosas supuso la deportación forzosa de millares de turcos y griegos para alcanzar una hipotética (y falsa) pureza étnica territorial, una de las consecuencias del principio de autodeterminación nacional defendido por el presidente americano Woodrow Wilson.

 Los detalles y las vicisitudes específicas las dejamos para un artículo futuro sobre la historia de Turquía. Quedémonos con lo básico: En la defensa del corazón del imperio se destacó un oficial de los Jóvenes Turcos llamado Mustafá Kemal, al que más tarde se conocería como Atatürk. Atatürk y sus seguidores decidieron abolir la monarquía otomana, el Califato, y expulsar a la antigua élite del país. En 1924 Mustafá Kemal se convertiría en el primer presidente de la República de Turquía


Canción en ladino (dialecto sefardí) sobre la defensa de los Dardanelos, agradeciendo a Mustafá Kemal la victoria frente a los Aliados. Se entiende perfectamente si eres castellanoparlante.

Atatürk fundó un partido, el CHP (en castellano: Partido Republicano del Pueblo)  desarrollaron una ideología, el Kemalismo, centrada en la modernización y “turquificación” del país y la superación del pasado imperial. Los seis principios kemalistas, definidos en el tercer congreso del partido en abril de 1931, eran Republicanismo, Nacionalismo, Populismo, Estatismo, Laicismo y Revolucionismo/reformismo.  La constitución de 1924 fue reformada en 1937 para incluir estas seis máximas.Los kemalistas, procedentes de los sectores medios de la burocracia y el ejército, emprendieron una intensa reforma de la administración y trataron de sustituir la difusa identidad “otomana” por un nacionalismo turco. Aparte de prohibir el velo y el fez (gorro típico), sustituyeron el alfabeto arábigo por una adaptación del latino y depuraron el lenguaje de “arabismos”, “persianismos” y otras “impurezas”.

El nuevo régimen no trató especialmente bien a las minorías étnico-religiosas que no encajaban en su definición de “turquedad”, como los kurdos o los armenios. A pesar del proclamado laicismo de la nueva República de Turquía, el estamento religioso, los ulema sunníes, fueron discretamente incorporados en la administración estatal y fueron un importante actor en el proceso de homogeneización étnica, lingüística y cultural que pretendían los kemalistas. Al inicio de la segunda guerra mundial, Turquía era una república presidencialista laica, cuyos habitantes se vestían a la occidental y utilizaban caracteres latinos.

cumhuriyet_halk_partisiLogo del CHP con las 6 flechas representando los principios del Kemalismo.

Irán

En Irán, la dinastía Kayar fue sustituída por la de los Pahlaví, cuyo fundador fue un militar, Reza Jan. Jan admiraba cómo Atatürk había conseguido asegurar la independencia de su país, así que trató de hacer algo similar. Para tranquilizar a los sectores tradicionales, no proclamó una república tras deponer al último shah Kayar, sino que él mismo se entronizó. Al igual que Atatürk, Jan trató de difundir una ideología centrada en el nacionalismo por encima de la identidad religiosa. El propio nombre que dio a su dinastía evoca la época pre-islámica. Reza Jan se empleó a fondo en ampliar la estructura del Estado, mejorar su capacidad recaudadora y eliminar competidores; fundamentalmente las tribus nómadas y los clérigos chiíes, los ulama.

Los nómadas fueron obligados a sedentarizarse; y los ulama pasaron a ser supervisados por el Estado: solo aquellos clérigos que pasasen un examen y cumpliesen una serie de regulaciones podían llevar turbante y ejercer su profesión. Además, inició una campaña de “persianización”, tratando de eliminar los dialectos túrquicos que hablaba el 40% de la población. Y por supuesto, prohibió el velo, lo que irónicamente hizo que muchas mujeres tradicionales no volviesen a salir de su hogar.

El objetivo de Reza Jan era crear un Estado fuerte e independiente, pero sus coqueteos con los alemanes en la segunda Guerra Mundial hicieron que el país fuera invadido por los británicos y los rusos, que depusieron a Reza Jan y coronaron a su hijo, menor de edad. La constitución de 1906, suspendida por Reza Khan, volvió a entrar en vigor, hasta que en 1953 el nuevo monarca, apoyado por un sector del ejército, la CIA y el MI6, organizara un golpe de Estado para deponer al presidente Mosadeg, que había osado nacionalizar el petróleo iraní. Lo cuento con algo más de detalle al final de este artículo y el principio de este).

 Egipto

En 1922, en línea con el espíritu de la Sociedad de Naciones, los británicos abolieron el protectorado y concedieron a Egipto una independencia muy limitada, donde la defensa y el control de los recursos seguían en mano de los invasores. Los nacionalistas egipcios, que habían sido encarcelados y exiliados por su oposición a la presencia inglesa, volvieron al país y se prepararon para redactar una constitución. Los años 20 estuvieron dominados por Zaghlul y el partido Wafd, una unión de burgueses y terratenientes de ideología modernista laica. Las mujeres del Wafd, como Huda Sharawi, fueron pioneras del feminismo árabe, las primeras mujeres de clase alta en quitarse el velo en  (las campesinas y obreras no solían ir veladas) y participar en manifestaciones. El «experimento liberal», como lo califica la historiadora egipcia Afaf Lufti, duró tres décadas. Durante esos años, continúo la transición al monocultivo y la integración de Egipto en la economía mundial. La resolución de los problemas sociales (superpoblación) se postpuso hasta que se consiguiese firmar un tratado satisfactorio con los ingleses. Las clases dirigentes, por muy nacionalistas que fuesen, se vieron atrapadas en la contradicción de depender económicamente de los británicos y de haber asimilado los gustos occidentales. Las tensiones entre el Wafd, la monarquía, los británicos y los demás partidos de la oposición marcarían el periodo. Durante la Segunda Guerra Mundial se incrementaría la presencia de tropas británicas, con el consiguiente malestar que ello generó en la población.

En 1948, el Egipto liberal del rey Faruq, junto a los demás países árabes, declaró la guerra al recién creado Estado de Israel. La operación fue un rotundo desastre, con escándalos de corrupción incluídos. Al mismo tiempo, sirvió de campo de entrenamiento para los jóvenes oficiales del ejército egipcio, y para unidades para-militares no afiliadas al gobierno que tras la guerra de Palestina organizarían una guerrilla anti-británica en Suez (algunas de estas milicias eran organizaciones islamistas, cercanas a los Hermanos Musulmanes; otras eran nacionalistas).

Los jóvenes oficiales del ejército egipcio, al igual que sus homólogos otomanos medio siglo antes, se organizaron en una sociedad secreta, el Movimiento de Oficiales Libres, en el que destacaban Nasser y Sadat.  La mayoría de miembros de esta organización provenían de las clases medias-bajas, y su bienestar económico no dependía del comercio colonial, sino de los presupuestos del Estado, de modo que eran abiertamente anti-británicos.Ante el descrédito de la monarquía y el Wafd, y en un clima muy tenso tras el incendio del Cairo de 1952, decidieron dar un golpe de Estado y derrocar a la monarquía. El nuevo régimen sería nacionalista y laico, para descontento de los pan-islamistas Hermanos Musulmanes. Sin embargo, el gobierno de Nasser no adaptaría las tesis liberales de principios de siglo, sino que trataría de aumentar el peso del Estado en la economía nacional, tomando como modelo los países socialistas. Como buena autocracia de la postguerra, Egipto llevaría a cabo programas de seguridad social, educación pública, industrialización y demás medidas modernizadoras, que he explicado en La construcción del Estado postcolonial.


Especial informativo británico sobre el incendio de El Cairo en 1952

Indostán

Durante los años 20 y 30, los sucesores de Sayyid Ahmad Khan educados en la academia de Aligarh abandonaron la política conciliatoria de sus mayores y decidieron enfrentarse decididamente al gobierno colonial.  Hace unos años, en 2013, escribí en Facebook un resumen de la vida de un activista de la época. Rescato el texto, pues resulta interesante y me evita tener que volver a narrarlo todo. Disculpad el tono distendido y las expresiones coloquiales:

<<Muhammad Ali Jouhar,
sobre el que no hay nada de información disponible en internet en español, fue uno de los más simpáticos agitadores de todos los tiempos. Estudió de jovencito en la madrasa de Deoband y en Aligarh College (dos de las más prestigiosas instituciones educativas de la comunidad musulmana de la India) y obtuvo un BA en Historia Moderna en la Universidad de Oxford (en su etapa universitaria era un fiestas «occidentalizado», aunque nunca renegó de su religión). De vuelta al subcontinente trabajó brevemente para el gobierno colonial y en 1911 fundó un periódico en inglés (The Comrade) y otro en Urdu (Hamdard), desde donde se dedicó a poner a caldo a los británicos (él solito escribía todo el contenido de ambas publicaciones). Fundó la Jamia Millia (universidad nacional Urdu) y colaboró en la mejora del Aligarh College.

Estuvo involucrado en movimientos políticos desde edad temprana, y aparte de ser uno de los miembros fundadores de la Liga Musulmana de la India, fue uno de los no muy numerosos musulmanes del Congreso Nacional Indio. Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial empezó una campaña muy activa en sus periódicos para que los británicos respetaran la institución del Califato, que tanto significaba para los musulmanes del mundo por ser el último reducto de poder temporal islámico (ya se sabe, los Otomanos perdieron la primera guerra mundial). No le hicieron ni caso, así que decidió pasar a la acción y con su hermano y otros colegas decidieron pasar a la acción. Es el comienzo del «movimiento del califato» o «Khilafat Movement».

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Muhammad Ali Jouhar.


Durante cuatro años, los musulmanes y los hindúes de la India se unieron para desafiar al poder colonial de forma «no-violenta» (es un decir, porque hubo violencia, pero la idea era esa); los hindúes reclamando independencia política, los musulmanes exigiendo respeto al islam y el fin de los mandatos franco-británicos en Siria, Palestina y Mesopotamia. Gandhi y Muhammad Ali eran amigos muy cercanos, y juntos trabajaron para que el entendimiento interconfesional fuera próspero y provechoso. Ali y su hermano estuvieron numerosas veces en la cárcel (¡muchas más que Gandhi!) y eran considerados individuos muuuy peligrosos por el régimen colonial.

Las cosas iban bien hasta que un tal Atatürk decidió cargarse la institución del Califato por su cuenta, sin escuchar las desesperadas peticiones de los musulmanes indios. Años de esfuerzo fueron en vano, y la comunidad islámica se sumió en gran confusión. Los enfrentamientos comunales se reanudaron y todo volvió a ser un asco. Pero al menos durante cuatro años los indios adquirieron conciencia «nacional», olvidaron las disputas religiosas y colaboraron entre sí, poniendo en jaque al gobierno colonial británico. Fue bonito mientras duró.

Ali y Gandhi siguieron siendo buenísimos amigos, a pesar de todos los malos rollos entre hindúes y musulmanes. Hasta el final de sus días intentaron luchar por la convivencia, el entendimiento y la cordura, aunque con menos fuerza a medida que iban envejeciendo y la situación se iba complicando. Ali Jouhar me cae especialmente bien porque era un señor que no tenía pelos en la lengua. Puede que no siempre tuviera razón, pero hablaba sin cortarse un cacho y siendo siempre sincero. Y sin hipocresía, y con realismo. Además, tenía bastante sentido del humor, no era en absoluto un fanático y era cabezón como él solo. Todo el mundo habla de Gandhi, pero este tío fue tan importante en la política India como el bueno de Mahatma, y de hecho no podría entenderse el pensamiento y la vida de Gandhi si no fuera por Ali.>>

Durante los años 40, las tensiones comunales entre musulmanes, sijs e hindúes, hábilmente explotadas por los británicos, fueron en aumento. La Liga Musulmana y el Congreso Nacional Indio se mostraron muy intransigentes a la hora de negociar la independencia. Los modernistas laicos musulmanes demandaron la creación de un estado propio para los musulmanes del Indostán, y los británicos, que tenían prisa por irse, dividieron el país y dejaron a sus habitantes las labores de construcción estatal y movimientos de población. El resultado fue una de las mayores crisis de refugiados de la historia de la humanidad, con millones de desplazados y muertos.

¿Por qué los musulmanes laicos decidieron apoyar la partición, mientras que los tradicionalistas no? El asunto es muy complejo y tiene muchos matices, pero la interpretación que más me convence es la que expuse brevemente aquí: la Liga Musulmana no quería perder sus privilegios, y temía que una India independiente con mayoría de hindúes les relegase a un plano secundario. El sistema electoral establecido por los británicos, que dependía de la adscripción religiosa, favorecía a los musulmanes. Un sufragio universal indpendiente de la religión en un hipotético Indostán unificado independiente perjudicaba seriamente a la Liga Musulmana. Por eso, pese a que sus ideales fuesen laicos, defendieron la creación de Pakistán, un hogar nacional para los musulmanes del Indostán donde, según su primera constitución, no se discriminaría a nadie en función de su religión.

Tras la independencia de Pakistán, la Liga Musulmana entró en declive. Muchos de sus líderes habían decidido quedarse en la India y no emigrar. Los que se desplazaron a Pakistán perdieron el contacto con su clientela tradicional y su influencia se desvaneció. Pronto, el ejército tomaría las riendas del país. Y poco a poco, los ulema, los islamistas de nuevo cuño y todo tipo de organizaciones islámicas irían ganando importancia en la política pakistaní.

Resumen y conclusión

Durante el siglo XIX, los reinos e imperios de Oriente Medio trataron de resistir el impulso de los europeos aplicando lo que se ha llamado «modernización defensiva». Esta modernización consistía en reformar el ejército y la burocracia de forma que se asemejasen a los modelos occidentales. Los jóvenes de clase alta de Oriente Medio que iban a estudiar a Europa adoptaron y asimilaron la ideología predominante entre las élites europeas: el liberalismo y el constitucionalismo. Entre 1876 y 1908 tuvieron lugar una serie de movimientos protagonizados por esta aristocracia europeizada, algunos de ellos fueron exitosos y países como Irán o Turquía adoptaron monarquías constitucionales.

Tras la primera guerra mundial, surgió una nueva clase media en los países que habían llevado a cabo «reformas» a la europea. Se trataba de las capas medias de los nuevos ejércitos nacionales y del creciente sistema burocrático. Estos sectores no se beneficiaban directamente del contacto con Occidente o de la dominación colonial (como sí lo hacía la aristocracia), de modo que trataron de restringir la influencia extranjera. Creían que para expulsar a los europeos había que ser, paradójicamente, como los europeos, y desprenderse de toda la tradición y elementos superfluos del pasado imperial. Para ello, decidieron abolir o transformar las monarquías, lo que hacía preciso una ideología potente que las sustituyese. Esa ideología fue un nacionalismo europeizante que trataba de atenuar la influencia islámica, percibida como medieval y atrasada, e integraba elementos nuevos importados de Occidente (códigos civiles, burocracias centralizadas, educación reglada obligatoria).

En Irán y Turquía, el nacionalismo laico se hizo con el poder durante las primeras décadas del siglo XX. En Egipto y otros países árabes sucedió un fenómeno parecido tras la descolonización. No obstante, tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, los nacionalismos autocráticos ya no estaban tan de moda. En este caso, la ideología dominante fue el socialismo panárabe. Los líderes de los años 60, ya fueran afiliados al partido Baath (Siria e Irak) o independientes (Gadafi en Libia y Nasser en Egipto) apelaban a la unidad de todos los árabes y a la superación de las diferencias comunales y sectarias. Aunque los líderes árabes se enmarcaban en el Tercer Mundo y el grupo de países no-alineados, también intentaron modernizar y occidentalizar sus sociedades. Y de paso, barrer políticamente a unos de sus competidores más importantes: los islamistas de los Hermanos Musulmanes.

Los programas de modernización-occidentalización impulsados por las instituciones del Estado acabó creando, poco a poco, lo que algunos autores (Houchang Chehabi, Tamim Ansary) han denominado una “sociedad dual”. Las élites y las nuevas clases medias (asalariados del Estado como funcionarios o profesores; empresarios que se beneficiaban del comercio con Occidente) adoptaron las formas culturales occidentales con entusiasmo. Las familias pudientes enviaban a sus hijos a estudiar al extranjero (especialmente a París); y a la vuelta los estudiantes traían influencias artísticas y literarias que trataron de adoptar a sus países de origen. Lo occidental tenía era considerado sofisticado, refinado y avanzado. Las formas artísticas y culturales tradicional eran consideradas arcaicas, anquilosadas e incapaces de ajustarse a los tiempos modernos.

Los que quedaban fuera de este proceso de modernización, el campesinado y las clases medias tradicionales (los comerciantes del bazar y los ulema), simplemente siguieron con sus vidas, inmunes a las influencias extranjeras. Algo similar sucedía en las ciudades del norte de África ocupadas por los occidentales, donde se distinguía entre la villa colonial, donde vivían los oficiales, diplomáticos y comerciantes occidentales y las élites locales occidentalizadas, y la Qasbah o Medina (el casco histórico), donde habitaban todos los demás.


Para saber más: Buena bibliografía introductoria.

Egipto:
· Afaf Lufti al-Sayyid Marsot, Historia de Egipto: de la conquista árabe al presente, Akal, 2008.

Turquía:
· Feroz Ahmad, The Making of Modern Turkey, Routledge, 2000. (Tengo copia en PDF si la necesitáis)

Irán:
· Ervand Abrahamian, A History of Modern Iran, Cambridge UP, 2008 (También tengo PDF)
· Niki Keddie, Modern Iran: Roots and results of Revolution, Yale UP, 2006. Hay edición en español, que se puede encontrar en bibliotecas públicas: Keddie, Raíces del Irán Moderno, Belacqua, 2006.

Oriente Medio en general
· Tamim Ansary, Un destino desbaratado, RBA, 2011.


Referencias

[1] Sobre el ambiguo concepto de “reforma” y “reformismo”, véase Especial Irán parte 5

[2] Sami Zubaida, Beyond Islam, pp. 134-135.