Arabia Saudí V: Petróleo con sabor americano (1938-1953)

En la entrega anterior vimos como Ibn Saud pacificó a los Ijwan, aseguró su sucesión y organizó un rudimentario estado. Hoy hablaremos de lo que pasó desde que el petróleo fue descubierto en 1938 hasta su muerte. La prosperidad aumentó el poder de los Saud, pero hizo surgir nuevos problemas sociales. Al mismo tiempo, Ibn Saud cerró una alianza con los EEUU que dura hasta hoy.

Historia de Arabia Saudí
1Geografía y primer emirato saudí (1744-1818)
2 – El siglo XIX (1818-1919)
3 – Conquista y dominio (1919-1926)
4 – El reino antes del petróleo (1926-1938)
5 – Petróleo con sabor americano (1938-1953)
6 – El breve reinado de Saud (1953-1964)
7 – El despotismo ilustrado de Faisal (1964-1975)


La llegada del petróleo

Un año después de proclamar oficialmente el reino de Arabia Saudí, Ibn Saud tenía una deuda de más de 300,000 libras esterlinas de la época, según cuenta la historiadora Al Rasheed. Como decía en la entrega anterior, hasta entonces la mayor fuente de ingresos eran las caravanas de peregrinos hacia La Meca. La crisis global de 1929, no obstante, había hecho descender dramáticamente el número de peregrinos, con fatídicas repercusiones para el tesoro Saudí, que no rebajó el nivel de gastos.

Por este motivo, en 1933 el monarca firmó un acuerdo con la Standard Oil de California (SOCAL) para realizar prospecciones petrolíferas en su territorio. El oro negro había sido descubierto en el vecino emirato de Bahrein, y podía resultar una fuente de ingresos estable y segura. La Anglo-Persian Oil Company (posteriormente BP), que tenía prácticamente el monopolio de la explotación en el cercano Irán, ofrecía condiciones mucho menos competitivas. Para cubrirse las espaldas teológicamente, Ibn Saud recurrió a la sura 109 del Corán:

Di: ¡oh infieles!
No adoraré lo que vosotros adoráis
Vosotros no adoráis lo que yo adoro
Yo no adoro lo que vosotros adoráis
Vosotros no adoráis lo que yo adoro
Vosotros tenéis vuestra religión y yo tengo la mía

Y es que en los siguientes años, con la presencia de ingenieros, trabajadores y empresarios americanos, británicos y holandeses, se iba a multiplicar el número de infieles occidentales en el reino, que hasta entonces solo habían sido unos pocos consejeros británicos. Philby, uno de estos consejeros que se había convertido al islam, actuó como representante saudí ante los americanos. Ibn Saud le debía dinero al propio Philby, que obtuvo el mejor acuerdo posible para el rey saudí además de una sustanciosa comisión. El arabista británico perjudicó los intereses de su imperio permitiendo la entrada de capital e influencia estadounidenses, pero de todos es sabido que el dinero no tiene patria.

Durante cinco años se realizaron labores de prospección por los distintos territorios del reino, hasta que en 1938 empezó a fluir oro negro de la tierra cerca de Dammam. En mayo de 1939 partió el primer petrolero hacia Estados Unidos. La producción diaria superaba los 1.500 barriles de petróleo, mucho más de lo que producían los pozos en suelo americano. Antes de eso, Ibn Saud ya había gastado los pagos iniciales para saldar sus deudas y construir lujosos palacios para su familia y los invitados.

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Soldado saudí en los años 40. Fuente, Aramco expats

En 1944 se formó ARAMCO, la Arabian American Oil Company, como subsidiaria de la SOCAL. La producción, sin embargo, no despegó hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando se reestableció plenamente el comercio mundial. En 1943 Roosevelt declaró que Arabia Saudí era “vital para la defensa de los Estados Unidos”, y el reino saudí se pudo beneficiar de generosos préstamos, a la vez que declaraba la guerra al Eje. ARAMCO, además de extraer el petróleo, se convirtió en la empresa constructora y proveedora de servicios públicos para el reino. Una especie de enorme subcontrata que construía carreteras, hospitales, tuberías y demás infraestructuras.

Riad se convirtió en el epicentro del sector de la construcción, aumentando su población de (aproximadamente) 45.000 personas en 1940 a 80.000 en 1950. Números modestos todavía en comparación con los estándares actuales, pero brutales si tenemos en cuenta que medio siglo atrás Riad era poco menos que un pueblo. La ciudad no solo crecía en tamaño sino también en infraestructuras. Comenzaron a instalarse bombas de agua que llevaban el agua corriente de los pozos subterráneos a fuentes y viviendas particulares. Aumentaba el número de coches (que pertenecían casi exclusivamente al clan de los Saud) y aviones en las fuerzas aéreas, y en 1951 se finalizó la primera línea de ferrocarril del reino (aparte del proyecto Estambul- La Meca que fue destruido en la primera Guerra Mundial).

Transformaciones sociales

La llegada de la industria petrolífera alteró para siempre la estructura social de Arabia Saudí. Esto no se debía a una influencia benigna de los trabajadores occidentales de ARAMCO, ni mucho menos. Los estadounidenses, un tercio de los 20.000 empleados de la compañía, vivían en una comunidad privada rodeada de alambre de espino y dotada de todo tipo de servicios, una especie de ciudad americana en medio del desierto saudí, similar a los campamentos militares del ejército estadounidense a lo largo del globo. Apenas se mezclaban o integraban con la población local, por xenofobia y en parte por exigencias de Ibn Saud, que invocaba la sura de los infieles. Esta tendencia continúa en la actualidad, como describe Ángeles Espinosa en su libro.

Sin embargo, ARAMCO precisaba también de mano de obra nativa no cualificada, y comenzó a reclutar trabajadores saudíes para sus cuatro pozos petrolíferos y sus proyectos de infraestructuras. La mayoría de estos trabajadores, en torno a dos tercios, provenían de la región chií de Hasa, donde se situaba la mayor parte de la industria petrolera, aunque también había población sedentaria del Najd y algunos beduinos del desierto. Casi todos provenían de familias rurales empobrecidas, atraídos por la promesa de pago en metálico (una práctica poco común por aquel entonces).

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Trabajador saudí de ARAMCO en los años 40. Fuente: Aramcoexpats

Los trabajadores saudíes vivían en barracas sin ningún tipo de servicio público, y la experiencia compartida hizo que por primera vez comenzaran a desarrollar una identidad saudí, por encima de las distinciones de tribu y aldea. El número de trabajadores saudíes de ARAMCO no superaba los 13.500 de una población total de 2,5 millones, pero su influencia se extendería a toda la sociedad. También había una pequeña comunidad de trabajadores provenientes de países árabes y africanos que difundieron entre los obreros saudíes nuevas noticias e ideas.

Algunos de aquellos trabajadores libaneses o palestinos trajeron consigo radios que se escuchaban en común. Estas radios hablaban de eventos desconocidos para los saudíes, que empezaron a entender el momento histórico global que estaban viviendo. La preocupación por la situación de Palestina, el pan-arabismo, el nasserismo y las ideas comunistas y socialistas entraron así en Arabi Saudí, que por primera vez se convertía en un país receptor de inmigrantes. Los trabajadores de ARAMCO se organizaron para exigir mejoras en su salario y en sus condiciones de trabajo, organizando huelgas y disturbios.

Si bien Ibn Saud no llegaría a presenciar la influencia de estos cambios, sus sucesores sí que lo harían. Los problemas del reino dejaban de ser tribales y tradicionales, y comenzaban a estar relacionados con las desigualdades económicas y la situación general del mundo árabe. Si los principales desafíos de Ibn Saud habían sido los típicos a los que se enfrentaban los emires de la Arabia pre-moderna (la conquista, pacificación, e integración de las distintas tribus), sus sucesores tendrían que hacer frente a problemas sociales, a huelgas, disturbios políticos, agitación comunista y pan-árabe…

El amigo americano

Ibn Saud había conseguido unificar y pacificar los territorios que hoy conforman Arabia Saudí. En 1930 se había anexionado la región de Asir, aunque había permitido la continuidad de los gobernantes locales, los Idrisi. Éstos, en connivencia con algunas familias notables del Hiyaz descontentas con el dominio de Ibn Saud, se rebelaron en 1932. La rebelión fue abortada rápidamente, aunque el Imam de Yemen intervino para ayudar a los Idrisi. Ibn Saud pidió armas y apoyo a los británicos, pero estos se desentendieron, pues percibían el conflicto como una disputa fronteriza que no afectaba a sus intereses. Arabia Saudí y Yemen hicieron las paces rápidamente, ya que carecían de los fondos y el armamento para llevar a cabo una guerra de desgaste. Al Rasheed especula que esta fue una de las razones por las que Ibn Saud decidió firmar la concesión petrolífera con los estadounidenses en vez de con los británicos: se sentía decepcionado por la falta de apoyo a sus conflictos bélicos. Además, los británicos eran el principal sostén de los reinos hachemitas de Iraq y Transjordania. Los hachemitas, recordemos, eran la familia que había regido tradicionalmente sobre el Hiyaz, y ahora ocupaban el trono de dos ex-mandatos británicos.

1Ibn Saud y Roosevelt, 1945. Rob L. Wagner

El gobierno de Estados Unidos, por el contrario, parecía lo suficientemente lejano como para tener intereses imperiales en el área. Además, como dije antes, durante la segunda Guerra Mundial habían concedido ventajas (dinero y armas) al entender que el suministro de petróleo era vital para su defensa. En 1945, Ibn Saud y el presidente Roosevelt se reunieron en un crucero cerca de Suez. Acordaron que los americanos construirían una base aérea en el reino, y que sus barcos podrían usar los puertos saudíes. A cambio, Ibn Saud confirmaba el acuerdo con ARAMCO y daba permiso para construir un oleoducto entre la región petrolera de Hasa y el Mediterráneo. Ibn Saud encontró así un poderoso aliado internacional, y los EEUU consiguieron nuevas bases aéreas, rutas marítimas y petróleo a buen precio.

El principal damnificado era el Imperio Británico, que veía como Arabia Saudí escapaba de su esfera de influencia. Por primera vez, EEUU sustituía a Gran Bretaña como aliado de un país remoto. Además, EEUU obtenía su primer socio en Oriente Medio. Los británicos, por su parte, entraban en un periodo de retroceso que culminaría con su abandono de la India en 1947. Se iniciaba así una relación muy fructífera para Estados Unidos y Arabia Saudí que ya mencioné en Independencia y Guerra Fría. Petróleo a buen precio a cambio de protección y la no interferencia en política interna.

Los últimos años de Ibn Saud

Ibn Saud murió en 1953. Sus últimos años los pasó en calma y tranquilidad, rodeado de lujos y de sus seres queridos. Sus dos hijos mayores, de los que hablamos en la entrega anterior, el príncipe heredero Saud, y Faisal, llevaban ya unos años haciéndose cargo de las regiones de Najd y Hiyaz. El imperio de ARAMCO, mientras tanto, crecía y prosperaba en Hasa.  Satisfecho con sus logros, Ibn Saud se fue retirando poco a poco de la vida pública y centrándose en educar a sus últimos hijos, los nacidos en los años 30 y 40, que no eran fruto de uniones políticas sino de las concubinas favoritas del harem del rey saudí. Una de estas concubinas era la armenia Munaiyir, que las fuentes británicas y americanas describen como la favorita del monarca por su inteligencia y belleza. Con ella tuvo un hijo, Talal, que se convirtió en uno de los más queridos de Ibn Saud. A pesar de ser su vigésimo hijo, el rey promovió su carrera a costa de sus otros hermanos, lo que le hizo ser objeto de celos y envidia. Talal, que fue llamado “el príncipe rojo”,  se convertiría después en un personaje de importancia, el díscolo líder de los “Príncipes libres” que durante los 60 criticaron al régimen. Pero eso lo dejamos para una futura entrega.

Como curiosidad con sabor español, en abril de 1952, año y medio antes de su muerte, Ibn Saud y sus hijos Saud y Faisal recibían condecoraciones militares por orden de Franco. Ibn Saud recibía la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar con Distintivo Blanco” por sus relevantes méritos y su amor a España. A Saud se le otorgaba la “Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas” como muestra de aprecio personal por parte del dictador español. Y Faisal era condecorado con la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil”, también como muestra de aprecio. Franco cultivó las relaciones de España con los países árabes a través de la concesión de medallas y honores a sus líderes. También condecoraría a Sadam Hussein décadas más tarde.

boe-1952Hoja del BOE del 22 de abril de 1952 con las condecoraciones a los Saud

Abdulaziz ibn Abdul Rahman ibn Faisal ibn Turki ibn Abdullah ibn Muhammad Al Saud murió en la cama el 9 de noviembre de 1953 con su hijo Faisal a su lado. Arabia Saudí había sido su creación y su obra. ¿Sobreviviría el reino a su muerte? El petróleo había traído riquezas y estabilidad, pero al mismo tiempo había planteado problemas para los que la rudimentaria administración no tenía soluciones.

Con el fallecimiento del gran patriarca comenzaba una nueva era para el reino. En la próxima entrega veremos qué pasó durante los primeros años de esa nueva era.