Sayyid Qutb – Primera parte

Sayyid Qutb (Egipto, 1906-1966) es uno de los pensadores y autores islamistas más influyentes del siglo XX. En los últimos quince años ha adquirido cierta relevancia en Occidente al saberse que su hermano Muhammad fue tutor personal de Osama Bin Laden, y que algunas de sus obras estaban entre la lista de lecturas del terrorista saudí. Más allá de eso, las palabras y la vida de Qutb han influido a numerosas organizaciones islamistas, algunas terroristas, como la Yihad Islámica Egipcia que acabó con el presidente Sadat.

He decidido escribir un artículo centrado en él (que voy a dividir en dos partes), porque Qutb es uno de los exponentes más conocidos del modernismo islámico, que tratamos en Movimientos de Reforma III. El otro ejemplo sería Ali Shariatí, al que ya hemos mencionado alguna vez y sobre el que escribiré un futuro artículo. Hoy hablaremos de los primeros años de Qutb y de su primera obra de relevancia, Justicia Social en el islam.

Personalmente, Sayyid Qutb me resulta un tipo muy interesante, por el momento histórico en el que escribió y por su vida e ideas. Vivió en una época que he tenido la ocasión de contextualizar en este blog: Colonización, Independencia y Guerra Fría, Auge del modernismo secular y aparición del modernismo islámico. Fue una de las figuras más influyentes de los Hermanos Musulmanes tras la muerte de al-Banna, y fue encarcelado y ejecutado por Nasser. He tenido la oportunidad de leer muchas de sus obras y, de hecho, tengo publicado por ahí un articulillo (en inglés) sobre la visión de Qutb sobre las mujeres.

qutb1Sayyid Qutb. Fuente: Blogspot.

Infancia y Juventud

Sayyid Qutb nació en Musha, un pueblo del Alto Egipto. Pertenecía a una familia terrateniente tradicional, acomodada. Su padre simpatizaba con las ideas liberales, y organizaba tertulias para discutir la actualidad de la época y los textos coránicos. El joven Sayyid era un ávido lector de libros, y en ocasiones organizaba “lecciones” para los habitantes de su pueblo. Su familia le envió a estudiar en Dar-al-Ulum, en El Cairo, convirtiéndose más tarde en profesor. A los veintipocos era el típico joven egipcio de clase media: originario del campo pero viviendo en la capital, de ideas modernistas seculares, simpatizante del Wafd, y trabajando para el gobierno en distintos cargos (profesor y asesor del ministerio de Educación). Empezó a publicar articulitos de diversa índole, un librito de poemas, algunas críticas literarias y un par de novelas. Tengo por ahí una de ellas, Un chico del pueblo, un relato autobiográfico sobre su infancia en Musha. (Si os interesa, email)

En los años 40 comenzó a interesarse por los temas islámicos, publicando un par de libros sobre retrato artístico y las escenas de resurrección en el Corán. Es famosa su polémica con Taha Hussein, en la que Qutb defendía que Occidente era más materialista y menos espiritual que Oriente. Paralelamente, aumentó su interés por temas políticos y sociales, criticando a los británicos y al rey Faruq. Fundó una revista llamada “Nuevo Pensamiento”, donde colaboraron autores de la talla de Naguib Mahfuz, primer Nobel de Literatura en lengua árabe. La revista fue cerrada por en el 48 a raíz de la ley marcial decretada a causa de la guerra con Israel. Ese mismo año, Sayyid Qutb partió a una estancia de dos años en Denver, EEUU. Su misión era “estudiar el sistema de educación estadounidense”, aunque hay quien dice que fue un enchufe de unos amigos suyos para no ser arrestado por sus críticas al gobierno. Justo antes de partir mandó a la imprenta Justicia social en el islam, su primera obra política.

Justicia Social en el islam

Justicia social en el islam es una obra interesantísima, que evidencia la transición ideológica de Qutb entre el modernismo secular y el modernismo islámico pseudo-totalitario. La tengo por ahí escaneada, la puedo mandar por email si os interesa. La idea central de la obra es que el islam, como religión, ideología y modo de vida, es igual o superior a la forma de entender el mundo occidental. La mayoría de derechos y libertades de las que presumían los occidentales en el siglo XX ya habían sido concedidos y consagrados por el islam catorce siglos antes, de modo que los musulmanes no tienen nada que envidiar a los extranjeros. Lo que es preciso, argumenta Qutb es re-encontrarse con el islam y darse cuenta de que en él está la solución. Suena a modernismo islámico, ¿verdad?

La obra está dividida en ocho capítulos: en los seis primeros se establece el ideal de justicia social islámica y los dos últimos hablan de cuándo y cómo este programa ha sido aplicado en el pasado o podría aplicarse en el futuro. Es una obra modernista, en tanto a que trata de reconciliar la religión islámica con la ciencia y la tecnología contemporáneas y lo compara, como sistema de gobierno, a los modelos occidentales. Además, no hace referencia a la jurisprudencia tradicional ni al estamento religioso, pero sí cita autores occidentales, no solo orientalistas (como Gibb) sino también a psicólogas de origen judío como Anna Freud.  Por otro lado, el libro contiene ecos autoritarios y no responde de forma convincente a una cuestión fundamental, ¿cómo adaptar una doctrina y unas normas surgidas en el contexto de la Arabia del siglo VII a la sociedad globalizada del siglo XX? (Qutb admite que el objeto de su obra no es detallar el sistema de gobierno islámico ideal, sino mostrar que este es posible y superior a los modelos extranjeros).

En el primer capítulo, “Religión y Sociedad en el cristianismo y el islam”, Qutb establece las causas del problema que afronta la sociedad egipcia: se están importando costumbres políticas y espirituales extranjeras, sin tener en cuenta las características de las creencias locales. La separación entre religión y política, asegura, solo tiene sentido en el cristianismo, una doctrina puramente espiritual que se desarrolló en un contexto histórico determinado en el que no podía proporcionar leyes. El islam, por el contrario, estableció desde el primer momento indicaciones legales y sociales, a la vez que fomentaba la ciencia y la flexibilidad interpretativa.

El segundo capítulo, “La naturaleza de la justicia social islámica”, presenta el islam como una religión que equilibra los distintos extremos de la vida humana, como parte de un todo armónico y universal. De esta forma, Qutb argumenta que el islam establece el justo medio entre el individuo y la comunidad, lo material y lo espiritual, la igualdad de oportunidades y la sana competencia. Sin condenar el enriquecimiento y el comercio (lo que hoy llamaríamos “emprendimiento”), el islam se opone a la lujuria excesiva y garantiza un mínimo material básico, sin que esto se traduzca en la ausencia de desigualdades económicas. Para entendernos, el islam de Qutb en Justicia Social es liberal-socialdemócrata y favorable al libre comercio.

El tercer capítulo se llama “Las bases de la justicia social en el islam”. Estas bases serían, en primer lugar, la sumisión a nadie más que a Dios, que libra a los humanos de la esclavitud de las leyes humanas y las ambiciones materiales y políticas. El segundo fundamento sería la igualdad absoluta de los humanos en el plano espiritual y material, sin importar clase social, raza o sexo (aunque en el último caso exista una división de tareas, como explico en mi artículo sobre Qutb y las mujeres). El tercer y último pilar sería la “solidaridad”, que equilibra los derechos individuales y la mutua responsabilidad social, no solo en el plano económico sino también en el moral (de forma que se justifican las penas Hadd, como cortar la mano de los ladrones)

En el cuarto capítulo Qutb detalla “Los medios de la justicia social en el islam”. Estos medios son, por un lado, las leyes, y por otro “una conciencia humana más elevada”.  Lo más importante no es el respeto a las leyes sino ser buena persona y temer a Dios. La generosidad, la misericordia, la modestia y la sinceridad son, según Qutb, los valores básicos del islam. La sadaqa ejemplificaría todo esto.

En el quinto capítulo, “El gobierno en el islam”, empieza lo interesante. Para Qutb, existe un “sistema islámico”, claramente diferenciado del Occidental o de cualquier otro. Este sistema es el mejor que ha habido nunca, y no se puede comparar a las demás. ¿Por qué? Porque en el islam solo Dios es soberano, mientras que en los demás sistemas (monarquías, democracias occidentales, estados socialistas) la soberanía depende de los hombres.  El islam es mejor porque está basado en la unidad de la raza humana sobre diferencias raciales, nacionales o lingüísticas. No es obligatorio pertenecer a este sistema, cada uno se convierte voluntariamente y si no quiere convertirse y vive en una zona islámica, paga un impuesto. No dice nada sobre los apóstatas o los ateos.

Para Qutb, un gobierno basado en la soberanía de Dios tiene dos ventajas: Primero, los gobernantes siempre serán justos, ya que un líder injusto iría derechito a lo más profundo del infierno. Segundo, los gobernados serán siempre obedientes, ya que solo pueden desobedecer al gobernante si este les ordena quebrantar las leyes divinas. Como un verdadero líder islámico no haría eso, es un sistema perfecto. El líder es escogido por los creyentes, y este líder, que no goza de ningún status especial (ni material ni divino) y es un musulmán cualquiera, tiene la obligación de consultar (shura) a los creyentes sobre sus decisiones. Vamos, que el líder responde ante Dios y ante el pueblo. Este poder no es hereditario, ni está controlado por una clase clerical que monopolice la religión, ya que tal cosa no existe en el islam (es decir, todo musulmán puede leer e interpretar las escrituras, iytihad) Claro, que esto crearía conflictos cuando las interpretaciones sobre el modo islámicamente correcto de actuar ante situaciones no especificadas en el Corán o la Sunna, pero en ese caso se impondría el consenso.

diagrama

El sexto capítulo, “La riqueza en el islam”, trata de economía. Según Qutb, el islam no se opone a la propiedad privada ni al libre comercio, pero trata de equilibrar sus posibles excesos prohibiendo la concentración exagerada de riqueza y redistribuyendo bienes a los pobres a través de la limosna y los impuestos religiosos, y prohibiendo la usura. También hace énfasis en la necesidad de que parte de los bienes sean de propiedad pública.

Los dos últimos capítulos son los más largos, ocupando más de dos quintos del libro. El séptimo, “La realidad histórica del islam”, trata sobre “el espíritu islámico”, ilustrándolo con ejemplos de la época de los cuatro primeros califas. Se podría resumir con que los verdaderos musulmanes están movidos por la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad. El islam no es una religión que se pueda imponer a nadie, pero los primeros musulmanes tuvieron que utilizar la violencia porque fueron perseguidos por los Quraysh (la familia más importante de la aristocracia de la Meca, de la que Mahoma era un miembro marginal, y que se oponía firmemente a la revelación coránica) y acosados por las grandes potencias imperialistas (Bizancio y los persas). Los cuatro califas bien guiados, especialmente Abu Bakr y Alí, son citados como ejemplos de verdaderos gobernantes islámicos que accedieron al poder no por la fuerza o por derecho de nacimiento, sino por común acuerdo de toda la comunidad musulmana. No solo gobernaron con justicia y rectitud sino que desarrollaron medidas que más tarde serían “descubiertas” por los europeos, como la redistribución de la riqueza o los servicios sociales.

En el último capítulo, “Presente y futuro del islam”, Qutb describe la sociedad contemporánea (el Egipto de finales de los 40) como no islámica, al menos en lo que se refiere a la forma de gobierno. El espíritu islámico del que hablaba en el capítulo anterior, no obstante, persiste. Este espíritu, presente en los musulmanes de a pie, ha sobrevivido a los gobiernos despóticos de los Omeyas y de los Abasíes, se ha repuesto de la caída de al-Andalus… y sin embargo ahora se enfrenta a su mayores desafíos: el imperialismo y la modernización, que amenazan con descomponer los calores tradicionales de las sociedades musulmanes. Ante estos desafíos, Qutb recomienda dejar de imitar a Occidente y redescubrir el legado original de la religión islámica. Como profesor, recomienda a sus colegas abandonar los modelos foráneos y utilizar la filosofía y literaturas europeas solamente en cursos avanzados de universidad, para alumnos con cabezas bien amuebladas. La ciencia moderna no representa un problema, en tanto que es patrimonio universal y no solamente occidental (sin los números y los avances de los sabios musulmanes de la Edad Media, no existiría la física moderna). También sugiere una re-lectura de la historia: Occidente se ha descrito como el motor de la historia, pera esta es una idea basada únicamente en factores materiales. Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, las sociedades islámicas son el verdadero eje de la historia.

La obra termina con un breve epílogo titulado “En la encrucijada”. En él se advierte de que el verdadero conflicto moderno no es entre capitalismo y comunismo, sino entre el materialismo occidental y el islam. Qutb Profetiza que las contradicciones del sistema estadounidense les harán caer en el comunismo, y anhela el surgimiento de un “bloque islámico” en la escena diplomática que sirva como alternativa a la dialéctica de la guerra fría.

QutbSayyid Qutb pasó los últimos años de su vida entre rejas.

Este breve análisis de Justicia Social está basado en la traducción de la primera edición publicada en EEUU en los 50. He decidido centrarme en la primera edición porque en el siguiente artículo continuaremos con la biografía de Qutb y analizaremos su última y más famosa obra, Hitos, Piedras en el camino o Piedras millares (no sé como traducir bien معالم في الطريق), viendo así la evolución de las ideas de Qutb. No obstante, William Sepherd, quizá el mayor especialista sobre Qutb, ha publicado un artículo analizando las distintas ediciones y re-impresiones de Justicia Social en el islam, que modificaban, añadían o suprimían algunos párrafos muy significativos. También ha editado una nueva traducción mejorada, comentando los cambios entre versiones y señalando las diferencias. Lo tengo todo en PDF, si lo necesitáis mandadme un email.

En las primeras ediciones de Justicia Social, el islam no es solamente una religión, sino especialmente una cultura diferenciada y autónoma. Para Qutb, la principal preocupación era que las sociedades de Oriente Medio perdieran su “esencia” y se convirtiesen en meros calcos de Europa y Norteamérica, incapaces de alcanzarles por circunstancias materiales (gracias al imperialismo, Occidente comenzó su desarrollo industrial antes) y por las propias características del “espíritu islámico”, aún prevalente entre el pueblo llano. Al igual que Shariati un par de décadas más tarde, el joven Qutb está preocupado por la alienación cultural, el materialismo y la modernización dirigida desde arriba. Esta obra es, a mi parecer, uno de los primeros manifiestos del islamismo moderno, no preocupado por asuntos rituales o por tecnicismos jurídicos, sino por aspectos políticos, sociales y materiales. El mensaje de la obra podría resumirse como: “Musulmanes, dejad de imitar ciegamente a Occidente y reconocer el legado histórico y espiritual de vuestra cultura, que ofrece soluciones y respuestas similares o superiores a las occidentales, y encima está divinamente inspiradas”.


En la segunda y última parte parte continuaremos con la biografía de Qutb. Hablaremos de su viaje a EEUU y de cómo a la vuelta se afilió a los Hermanos Musulmanes, y de las dramáticas y mortales consecuencias que esto tuvo.

Los 6 errores de Turquía en Siria

Adaptación y traducción libre, sintetizada y resumida de un artículo de Sibel Oktay para The Conversation. (Artículo original). 

A raíz del atentado del aeropuerto de Estambul, la académica y analista Sibel Oktay reflexiona sobre la política exterior turca. En su opinión, Erdogan ha cometido 6 graves errores o pecados. La mayoría de ellos tienen que ver con la guerra civil siria. Para cotextualizar, en este otro artículo ofrezco un resumen detallado de la dimensión internacional del conflicto sirio.

En un principio, Turquía adoptó la que oficialmente fue conocida como la «política de 0 problemas con los vecinos». (Explicación del Ministerio de exteriores turco). La idea inicial era aumentar la influencia turca en los Balcanes, el Cáucaso y el Oriente Medio árabe mediante una estrategia de disensión y relaciones amistosas. Esta estrategia tuvo cierto éxito, Siria y Turquía reabrieron sus fronteras y las familias de al-Assad y Erdogan pasaron juntos unas vacaciones.

assadLos Erdogan y los Assad, en feliz armonía. Fuente.

No hablaremos aquí de asuntos internos turcos, pero para el lector no familiarizado con Turquía que quiera saber más recomiendo buscar información sobre las protestas del parque Gezi, el ascenso y caída del movimiento Gülen y la aparición del HDP. Estos tres fenómenos son contemporáneos a lo que hoy veremos.

Entre 2009 y 2012, laestrategia «0 problemas» se vino abajo. Primero, Erdogan y el entonces presidente israelí Shimon Peres tuvieron una pequeña bronca en el Foro Internacional de Davos, tensiones que se agravaron cuando el ejército israelí interceptó la famosa Flotilla de la Libertad. Surgieron problemas poco después con Armenia y Azerbaiyán. La primavera árabe y el fin de Mubarak enfrío las relaciones entre Turquía y Egipto. Y finalmente, el inicio de la guerra civil siria en 2012 hizo saltar por los aires la retórica de los «0 problemas». Erdogan vio en la represión violenta de al-Assad una línea roja, y comenzó a plantearse la posibilidad de apoyar un cambio de régimen. Aquí empezó la cadena de errores:

  1. Entrar en el conflicto. Turquía empezó a apoyar a las «facciones moderadas» (como el Ejército Sirio Libre) de la oposición a al-Assad. Al poco tiempo comenzó a suministrar armas también a grupos salafistas violentos cercanos a al-Qaeda, incluyendo el frente al-Nusra. El problema de dar armas y apoyo logístico a grupos sobre los que no ejerces un control sólido es que estos pueden perseguir agendas y estrategias opuestas a las tuyas y molestar a tus aliados.
  2. Subestimar al Daesh. Cuando Daesh se escindió de al-Qaeda en Irak el asunto pasó relativamente desapercibido, a pesar de los intereses económicos turcos en el norte de Irak. Cuando entraron en Siria no fueron percibidos como una amenaza para las fronteras turcas, sino un contendiente más en la guerra contra al-Assad. Daesh capturó Mosul (Irak) en 2014, tomando como rehenes a medio centenar de trabajadores del consulado turco en la ciudad. Supuestamente, para garantizar su liberación, Turquía transfirió material de guerra al grupo terrorista, sin considerar que más tarde este material podría ser utilizado en su contra.
  3. No controlar la frontera con Siria. El país vecino estaba en caos. Era de esperar que, arovechando el vacío de poder, los distintos actores de la guerra siria, especialmente los islamistas, buscaran penetrar por la frontera norte y asentarse en suelo turco. Daesh en concreto se estableció en ciudades como Adiyaman, reclutando soldados para su guerra en Siria y organizando brutales atentados contra objetivos civiles. Sin embargo, Otkay olvida mencionar aquí que millones de personas huían del conflicto. 3 millones buscaron refugio en Turquía, que vio su población aumentada en un 2,5%. Ante la dramática situación humanitaria, abrir las fronteras parecía una de las soluciones menos malas.
  4. Atacar a los kurdos. Ante la desestabilización de Siria y el fracaso del Ejército Siria Libre, los EEUU, uno de los principales aliados de Turquía, decidieron apoyar al YPG, la sección militante siria del PKK (principal partido kurdo y organización terrorista). Y es que su éxito frenando el asedio de Kobane les hacía aparecer como uno de los pocos grupos que podían oponerse efectivamente a al-Assad y el Daesh, sin el peligro de tomar una deriva salafista violenta. El problema aquí es que para el gobierno turco, las organizaciones armadas kurdas son una amenaza de primer nivel, dada la complicada y violenta historia de los últimos 30 años. De modo que Turquía, ignorando los designios de su aliado en la OTAN, centró sus esfuerzos militares en debilitar a los kurdos mediante ataques aéreos en lugar de luchar contra Daesh.
  5. Perder credibilidad ante EEUU. La lucha unilateral de Turquía contra los kurdos del norte de Siria, apoyados por EEUU, hizo dudar a los norteamericanos de la fiabilidad de su aliado. Empezaron a surgir voces criticando la política de Erdogan y acusándole de tibieza frente al Daesh. Las acusaciones (no demostradas) de connivencia y compra-venta de petróleo entre el gobierno de Erdogan y el grupo terrorista empezaron a parecer verosímiles en Occidente. Ankara comenzó a estar aislada internacionalmente.
  6. Enfadar a Rusia. Las relaciones entre Putin y Erdogan tocaron fondo cuando los turcos derribaron un avión ruso que, supuestamente, había penetrado en el espacio aéreo turco. Esto sucedió poco después de que Rusia decidiera intervenir activamente en el conflicto para apoyar a al-Assad y mantener su base en el Mediterráneo, lo que permitió al gobierno sirio ganar mucho terreno perdido. Las consecuencias del derribo del avión fueron un embargo ruso a las exportaciones turcas, sanciones económicas y dificultades en la concesión de visados y limitaciones en el turismo. Es decir, graves problemas para la economía turca.

Es fácil relacionar estos errores con la serie de atentados que se ha producido en Turquía en el último año y medio. En mi opinión personal, estos ataques también habrían podido producirse si Turquía se hubiera mantenido al margen de la guerra, no hubiera intercambiado armas por rehenes o hubiera controlado de forma más firme la frontera con Siria.

En todo caso, el atentado del aeropuerto de Estambul pone en serias dificultades al gobierno turco, que ve peligrar el sector turístico. Aislada internacionalmente y sin los ingresos y el empleo del turismo, los problemas internos de Turquía podrían amenazar la hegemonía de Erdogan y el AKP. En ese sentido, Turquía ha dado un par de pasos destinados a mejorar su situación diplomática.

  1. Erdogán ha pedido disculpas públicamente por derribar el caza ruso. El gobierno turco espera así normalizar las relaciones con su vecino, recuperar los lazos económicos y relanzar el sector turístico.
  2. Israel y Turquía han reabierto relaciones diplomáticas con un acuerdo firmado recientemente. Ambos gobiernos intercambiarán embajadores, Israel compensará económicamente a los familiares de los turcos fallecidos en el ataque a la flotilla, y las ONGs turcas serán autorizadas a llevar ayuda humanitaria a Gaza.

Todo parece que Turquía intenta abandonar su agresiva política exterior de los últimos años y volver a la dinámica de «0 problemas». Sus relaciones con Rusia dependerán en última instancia de su rol en Siria, aunque los últimos acontecimientos parecen indicar que las tensiones se relajan. El tiempo dirá si esto es un verdadero cambio de rumbo en la diplomacia turca, o si Erdogán proseguirá con su programa otomanista e intransigente.