Independencia y Guerra Fría

Continuamos con la síntesis histórica de la evolución de Oriente Medio en los últimos 75 años. Ya hemos visto el colonialismo y sus efectos. Veamos ahora qué pasó cuando los distintos países alcanzaron su independencia. En esta Breve Historia de Oriente Medio nos vamos a centrar de ahora en adelante en  el establecimiento de los Estados postcoloniales.

Las simplificaciones y omisiones son inevitables para que fluya la narrativa, por lo que esto ha de considerarse una contextualización introductoria. Hoy hablaremos de la independencia y la influencia occidental durante la Guerra Fría. En los siguientes artículos hablaremos de las revoluciones y golpes de Estado militares, el proceso de construcción del Estado, el auge de la política y la militarización y el giro autoritario de los nuevos regímenes.

Los procesos de independencia

La descolonización se produjo en tres grandes olas o periodos: En primer lugar, se independizaron los países del Oriente árabe, el Mashreq, la mayoría de los cuales habían sido incluidos en los mandatos de la Sociedad de Naciones que repartían las antiguas posesiones otomanas entre Francia y Gran Bretaña. Así, a partir de 1932 los británicos fueron disminuyendo su presencia en Irak, a la vez que intentaban asegurar la estabilidad del gobierno “títere” que dejaron, para marcharse definitivamente en 1948. En Egipto la retirada británica fue lenta, comenzando en el 36 y no consumándose hasta el 54. En 1943 Líbano, controlada por la Francia de Vichy, proclamó su independencia. 3 años después, forzada por la recién formada ONU, y no sin antes bombardear las ciudades más importantes, Francia abandonó Siria. Ese mismo año, 1946, el mandato de Transjordania se transformó en el reino de Jordania bajo la monarquía Hachemí, la familia de Hussein, el jerife de la Meca, al que los británicos convencieron para sublevarse contra los otomanos en la Primera Guerra Mundial. Abdallah, hijo de Hussein, fue designado rey de Jordania por los británicos; y su hermano Faisal de Irak. Jordania sigue hoy día bajo la misma casa real. Por último, Israel fue creado en 1948 de forma algo improvisada, y en Libia, antigua colonia italiana, se instauró una monarquía descaradamente pro-británica.

descolonizacion

La segunda oleada tuvo lugar en el Magreb. Marruecos y Túnez obtuvieron la independencia de los franceses en 1956, y en 1962, tras una intensa y violenta lucha genialmente plasmada en el film La Batalla de Argel, los argelinos consiguieron expulsar a los colonizadores franceses. La tercera y última racha de independencias se extendió durante los años 60 y afectó a las antiguas posesiones y protectorados británicos en la península Arábiga y el golfo Pérsico: Adén (hoy día Yemen), Omán y los distintos Emiratos que salpican la costa noreste de Arabia (Los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, etc).

De todos modos, las independencias no implicaban necesariamente el fin de la influencia occidental en la región. Los más hábiles en mantener el “poder suave” (soft power) o el dominio indirecto sobre sus excolonias fueron los británicos, que aún hoy día mantienen fuertes vínculos con los emiratos del Golfo. La Liga Árabe fue inicialmente una idea inglesa, una forma de agrupar a los territorios árabes amistosos y animarles a batallar contra el Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Fue formada en 1945 por Egipto, Líbano, Arabia Saudí, Jordania y Yemen del Norte, a los que progresivamente se fueron uniendo más estados. Desafortunadamente para los británicos, no pudieron influir en la Liga todo lo que desearían y no pudieron impedir en 1948 la ofensiva contra el recién creado Israel. De igual modo, los británicos no pudieron evitar la revolución de Nasser en Egipto, y fracasaron estrepitosamente en su campaña conjunta con los franceses para mantener el control del canal de Suez, que había sido nacionalizado. El éxito egipcio no fue militar, sino diplomático. Francia y Gran Bretaña ya no eran las grandes potencias de antaño, y las presiones de EEUU y la URSS permitieron que los egipcios se saliesen con la suya y nacionalizasen el canal, una enorme victoria política para Nasser. Una nueva lógica geopolítica se imponía: en la época de la Guerra Fría, los recién independizados estados podían apoyarse en uno de los bandos o intentar arrancar concesiones y pactos favorables jugando a dos bandas.


La Batalla de Argel, film completo en Youtube.

La influencia occidental durante la Guerra Fría

Aunque EEUU fuera la nueva potencia emergente, carecía de algo muy importante: contactos, inteligencia y conocimiento del terreno. La colaboración con los británicos era esencial en estos primeros momentos (aunque posteriormente, como veremos, EEUU tratase de desplazar al Reino Unido en la región y “copiar” su imperio). En 1955 se establece el Pacto de Bagdad o Tratado Central (CENTO en inglés), una alianza militar al estilo de la OTAN entre el Reino Unido, Irán, Irak, Pakistán y Turquía, a los que se uniría 3 años después EEUU. El objetivo de la alianza era contener la influencia soviética, para lo que EEUU y GB proveerían con armas, financiación y equipamiento a sus aliados. Francia, por su parte, consiguió mantener buenas relaciones con Marruecos y Túnez (no así con Argelia), y los líderes de ambos países árabes obtuvieron apoyo francés para consolidar sus regímenes.

Tras la Segunda Guerra Mundial, EEUU, como decimos, abandonaba su tradicional aislamiento internacional y asumía su papel de superpotencia paranoica, tratando de limitar en todo momento la influencia de su gran competidor militar e ideológico, la Unión Soviética. Oriente Medio es una región estratégica (situada entre Europa, Asia y África y plagada de recursos naturales), de modo que gradualmente los americanos empezaron a planificar una estrategia para la región. Dado que hacia 1945, EEUU carecía de “expertos” en Oriente Medio, programas universitarios destinados al estudio de la región, o empleados capaces de desenvolverse en árabe, persa, turco o urdu, decidieron sustituir poco a poco al decadente imperio británico a la vez que intentaban importar académicos y eruditos para sus recién creados centros de estudios orientales.

CENTO
Los miembros originales del Tratado Central (CENTO). Fuente: Wikimedia

En 1945, el presidente Roosevelt se reunía con el rey Abdalazid Al-Saud, comenzando así la “relación especial” que EEUU y Arabia Saudí mantienen hasta hoy día. Esta relación se basa en la no-interferencia de Estados Unidos en los asuntos internos del reino saudí a cambio de petróleo a buen precio y apoyo diplomático y militar a los intereses geoestratégicos americanos. Resulta un tanto extraño que un país que iba a enarbolar la bandera de los recién proclamados Derechos Humanos, el libre comercio y la democracia liberal como justificación de su intervención en diversas partes del globo se aliase con una monarquía despótica y rígida, pero el anticomunismo crea extraños compañeros de cama. Y los saudíes eran (y son) fervientemente anticomunistas.

El segundo paso en su estrategia fue la “Doctrina Eisenhower”. En 1957 el presidente americano anunció que EEUU asistiría militar o económicamente a cualquier país de la región que fuera amenazado por el comunismo internacional. Dicho y hecho, en 1958 los EEUU intervinieron en Líbano para ayudar al presidente Chamoun, asustado por las presiones de los nacionalistas árabes, que en el vecino Irak acababan de derrocar al rey Faisal. Y es que el panarabismo socialista, del que tendremos tiempo para hablar en detalle, era una importante amenaza para el orden internacional surgido de las dos guerras mundiales. Y por si fuera poco, se inclinaba ligeramente hacia el bando soviético.

El tercer pilar de la presencia norteamericana en Oriente Medio sería el recién creado estado de Israel. El acercamiento a este nuevo estado era fácil, pues al fin y al cabo un sector importante de la importante minoría judía estadounidense simpatizaba y apoyaba la ideología sionista. Tras el fracaso franco-británico en Suez y la amenaza que supuso la guerra de 1967, Israel se convirtió en el principal aliado americano en el Mediterráneo. Hasta hoy, es el estado que más ayuda militar y diplomática recibe de los Estados Unidos, y ha sido capaz de crear un influyente lobby en Washington (aunque con la administración Obama su importancia ha disminuido).

Sin embargo, el que fue en mi opinión el mayor éxito de la diplomacia americana fue la incorporación de Egipto a la esfera de influencia norteamericana. Tras el fracaso de la Guerra de los Seis Días y la muerte de Nasser, el nuevo presidente de Egipto, el general Sadat, trató de acercarse a EEUU expulsando a los más de 10.000 asesores soviéticos que había en su país, con la esperanza de que EEUU presionase a Israel para abandonar la península del Sinaí. No satisfechos con las tímidas promesas americanas, los egipcios decidieron pasar a la acción y se aliaron de nuevo con Siria para atacar Israel por sorpresa durante la festividad del Yom Kippur de 1973. El nuevo fracaso militar, sin embargo, tuvo una consecuencia inédita: el acuerdo de Camp David entre Israel y Egipto en 1975, con la mediación de los EEUU. Esto fue visto como una traición por parte de la mayoría de los países árabes y el bloque soviético, aunque por otra parte el presidente egipcio y el israelí fueron galardonados con el Nobel de la paz en 1978. Sadat no solo alienó a los demás líderes árabes y sus antiguos amigos de la URSS, sino que además se ganó el odio eterno de los islamistas. A cambio, Egipto se convirtió en el segundo país que más ayuda militar y económica percibía de EEUU, permitiendo así al ejército continuar con su monopolio de la gestión del país hasta la actualidad.

Israel, Egipto, Líbano, los países del CENTO salvo Irak (Irán, Pakistán y Turquía) y Arabia Saudí se convirtieron en los ejes de la política estadounidense en Oriente Medio en los años 70. La revolución de 1979 contra el Shah acabaría con uno de los principales aliados estadounidenses. La invasión soviética de Afganistán, de igual modo, daría paso a una nueva estrategia, apoyar o permitir la acción de grupos armados no-estatales para desetabilizar al contrario, tal y como ocurre hoy en Siria. Finalmente, la disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría alterarían la importancia estratégica de la región, aunque en lo fundamental los americanos mantienen sus aliados, con la excepción de Irán. El problema hoy día para la estrategia americana es que sus aliados persiguen agendas no necesariamente coincidentes y rivalizan en cierto modo por la hegemonía regional. Y, por supuesto, que las invasiones de Irak y Afganistán han dado como fruto dos estados muy precarios incapaces de contrarrestar y combatir eficazmente a los grupos armados que se les oponen.


Hemos visto en este artículo cómo la influencia occidental se ha mantenido hasta cierto punto en Oriente Medio. En el próximo artículo veremos los desafíos a esta influencia: las revoluciones lideradas por las fuerzas armadas, la sustitución de monarquías por repúblicas y los intentos de disminuir la dependencia económica con respecto a Occidente.

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