Análisis de Dabiq, revista del Daesh (III)

Tras un paroncito, continúo con el análisis de la revista del Daesh. Para ser sincero, el tono apocalíptico y machacón de la revista resulta un poco agotador, pero me propuse acabar con esto, así que allá voy.

Quizá lo que más me interesa de esta publicación es cómo algunos de los conceptos desarrollados por Sayyid Qutb han permeado e influyen en el pensamiento del grupo. Es muy posible que los lectores de este blog desconozcan la figura de Qutb, y por tanto no entiendan esta comparación. Uno de los próximos artículos tratará en detalle de este señor, del que he llegado a publicar un breve artículo académico.

Para contextualizar, me limitaré a señalar que Qutb (Egipto, 1906-1966) es una de las grandes figuras del pensamiento islamista moderno. Profesor de escuela, se unió a los Hermanos Musulmanes de Hassan al Banna. Se volvió islamista tras una estancia en Colorado, EEUU en 1948-49, donde contempló horrorizado la sordidez y decadencia (a sus ojos) de Occidente. Fue encarcelado y torturado por Nasser, y murió ejecutado tras ser acusado de conspirar contra el presidente. Sus escritos en prisión son mucho más radicales que sus primeras obras como Justicia Social en el Islam. Su última obra, Hitos (Milestones en inglés) es considerada la biblia del pensamiento islamista violento. Sus ideas se podrían resumir en que el verdadero islam ya no existe, y que los nuevos musulmanes auténticos deben establecerse como una comunidad aparte y luchar contra las leyes humanas (en oposición a las divinas), el pecado y las fuerzas del mal.

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Sayyid Qutb entre rejas. Fotografía clásica, no recuerdo la fuente.

El número 12 de Dabiq prosigue con un artículo de dos páginas ensalzando la grandeza del Daesh, asegurando que Dios está de su lado y que ganarán. Lo típico, vamos. Se encuadra dentro de la sección “desde las páginas de la Historia”, y se centra en la fundación de Daesh. La palabra que más se repite y que da título al artículo es Baqiyah, que significa algo así como resistente o resiliente (un neologismo muy de moda últimamente). Se refieren a la fecha de establecimiento de Daesh (Ramadán de 1427 AH; septiembre de 2006 EC) como el momento más memorable para los muyahidín desde el 11 de septiembre de 2001, ya que ese día se estableció al fin un verdadero estado basado en la yihad y el tawhid (monoteísmo) y liderado por un (supuesto) miembro de los Quraysh, la tribu de Mahoma. El artículo recuerda al primer emir del Daesh, Abu Omar Al-Qurashi al-Baghdadi, muerto en 2010 en un bombardeo americano, y muestra una foto muy desagradable con su cara desfigurada. El artículo se resumiría en que Daesh afirma que han sobrevivido casi una década el acoso de las tribus beduinas aliadas a la OTAN, al ejército iraquí, a los bombardeos “cruzados”, a los sirios, a las facciones yihadistas enemigas, y que hoy día son más grandes y poderosos que nunca porque Dios les apoya y les ha guiado durante todos estos años. Nada que no supiéramos ya.

El número 13, tras el texto hablando de los Safávidas, continúa con más anuncios de videos propagandísticos y una “selección de operaciones militares conducidas por el Estado Islámico”, en las que han “aterrorizado, masacrado y humillado a los enemigos de Alá”. Antes del análisis de las operaciones militares en sí, recuerdan que todos los grupos islamistas que luchan contra ellos y que se atreven a denominar “yihad” a su guerra contra Daesh son unos apóstatas, unos herejes y unos infieles y que Daesh no hará distinción entre ellos y los que son abiertamente idólatras, politeístas o ateos. (¡Otra vez las similaridades con Qutb!) No quiero detenerme en las operaciones militares en sí porque ya son noticia del pasado y son muy macabras. Para sintetizar diré que Daesh proclama que sus zonas de actuación son, además de Siria e Irak, Bengala (Bangladesh), Yemen, Túnez, África Occidental (Nigeria), Egipto, Adén, Indonesia, Jorasán (Afganistán) y Libia. Muchísimos frentes, infinitos enemigos y, por supuesto, todo éxitos. Lo esperable de una publicación propagandística.

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Felices guerreros del Daesh. Dabiq 13, p. 18.

Sigamos con el número 12. Llegamos ahora a una parte muy interesante de la revista. Se trata de la sección femenina, escrita por mujeres y para mujeres. Los colores son cálidos y encabeza el artículo una foto con bellas florecitas. Nada de cadáveres mutilados o escombros. El artículo trata de la poligamia, y comienza de una forma que evoca a Qutb, asegurando que el verdadero islam ha desaparecido y las leyes justas y buenas que trajo han sido sustituidas por costumbres pecaminosas y perniciosas importadas de Europa, que han fragmentado y devorado a la Ummah (comunidad de creyentes) como si de un cáncer se tratase. Tras la introducción, presenta algunos de los versos coránicos correspondientes a la poliginia [An Nisa: 3], que vienen a decir que es permisible casarse con uno, dos, tres y hasta cuatro mujeres, siempre que las condiciones económicas y afectivas lo permitan.

La autora recuerda que la poliginia no fue introducida por el Islam, sino que está presente en la Shariah (ley sagradas) de aquellos que vinieron antes que los musulmanes, refiriéndose a los judíos.  Umm Sumayyah (la autora) no entiende bien por qué judíos y cristianos se indignan respecto a la poliginia en el Islam, cuando en sus propios libros sagrados se especifica que profetas como David tuvieron numerosas mujeres [Samuel 2:5:13 y Samuel 1:25:42-44], o que Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas [Reyes 11:13], y que hasta que aparecieron las leyes del Islam no había límite en el número de esposas. Después del Corán sigue sin quedar fijo el número de concubinas, que viene a ser ilimitado (a la autora esto le parece muy bien).

A partir de aquí Sayyid Qutb y Umm Sumayyah divergen completamente. Mientras que para Qutb la poliginia no es deseable y pertenece a un estado previo de la evolución humana, para la escritora de Dabiq la legislación coránica está llena de sabiduría. Al fin y al cabo, el número de mujeres excede al de hombres (siendo la mortalidad masculina superior debido a las guerras y el duro trabajo físico) y además los hombres jóvenes suelen preferir casarse con vírgenes y no les gustan las viudas ni las divorciadas. Si no hubiera poligamia, ¿quién cuidaría de estas mujeres?, se pregunta Umm Sumayyah. Además, continúa, hay mujeres que son infértiles, y la poliginia les protege de divorcios que las puedan dejar desamparadas, ya que el marido puede casarse otra vez para asegurar su descendencia. Por último, en ocasiones (menstruación, parto y postparto) las mujeres no pueden cumplir con los derechos del marido, de modo que, asegura la autora, tener múltiples esposas previene al esposo de caer en conductas sospechosas y pecaminosas. Y si aun así esto no nos convence, la poliginia está decretada por el mismísimo mensajero de Dios de modo que, aunque no tuviera ninguna ventaja evidente, deberíamos acatarlo por ser palabra divina.

dabiq 12 p 19.jpgLa «sección de chicas», con colores cálidos y fotografías agradables. Dabiq 12, p.19.

 A continuación, la autora se dirige no a las mujeres impías e infieles, sino a las “buscadoras de conocimiento”, las reclutas del Daesh. Asegura que muchas de ellas, inspiradas por la propaganda de los ateos y cruzados, han llegado a afirmar que la “poliginia oprime a las mujeres”. Que algunas mujeres, inspiradas por Satán, han llegado a confesar que están dispuestas a acatar todos y cada uno de los preceptos legales y religiosos, salvo la poliginia. Durante un par de párrafos se lamenta y despacha contra estas y otras mujeres de todas las tierras islámicas, y más o menos viene a decir que no vale con someterse a todas las normas del islam salvo esta, que sumisión y obediencia significa acatar todas las leyes, nos parezcan buenas o malas, justas o injustas. Que los celos son pecado, y que si estas mujeres han emigrado (hecho la hégira, a los del Daesh les gusta usar el término religioso asociado a Mahoma con todos aquellos que se unen a su grupo) hasta Siria para establecer la sharia y el reino de Dios en la tierra, hay que establecer toda la sharia y no solo las leyes que nos gusten. Que las mujeres de Mahoma no se quejaron, y que no por tener varias esposas el profeta dejo de amarlas y cumplir con sus deberes matrimoniales.

Aconseja a las mujeres cuyo marido practica la poliginia no prestar atención a las voces internas, a los celos, a las palabras insidiosas de cualquier humano o yinn (genio, diablillo) que inciten los celos y la desconfianza. La yihad más grande es la yihad interna, la mayor lucha es la que se hace contra el egoísmo y los bajos sentimientos. Alá las acompaña a todas y el cielo aguarda a las que son pacientes y sufren en silencio. No hay que escuchar a las otras mujeres, que tienen la mente envenenada por las telenovelas y films de los pecadores. Por último, recuerda a las mujeres que el marido no tiene por qué consultarlas o tratar de agradarlas si se casa por segunda vez, y que si así lo hace es por un puro acto de generosidad.

Finalmente, se dirige a los hombres con múltiples mujeres o que tienen esa intención, y les pide que sean pacientes y misericordiosos con sus primeras esposas, que es normal que sientan celos y se enfaden. Que si son arrogantes se las recuerde que viven en un estado islámico y que la ley permite al marido casarse hasta en cuatro ocasiones, y que si siguen estando enfadadas que las ignoren hasta que se les pase el disgusto. Que el infierno les espera si por casarse de nuevo desatienden o maltratan a cualquiera de sus anteriores esposas. Que es el deber de todo hombre proteger a las viudas y los huérfanos, y que pasado el periodo que marca la decencia, deben proponer matrimonio a las mujeres de los compañeros caídos en combate para que ni ellas ni sus hijos queden desamparadas. Alabado sea Dios, Amén.

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Un militante del Daesh, «los mejores mártires». En la foto a página completa porta lo que parece ser un cinturón de explosivos. Dabiq 13, p. 21

El número 13, mientras tanto, sigue con un par de artículitos de apenas una página dedicados a los mártires (Suhada). Citando unos cuantos hadizes, aseguran que el mejor mártir es el que muere defendiendo la verdad contra un líder tiránico; o el que lucha contra el Dajjal (Anticristo) refutando sus mentiras, advirtiendo a otros de su mal y siendo matado por él; o el que lucha en primera línea de combate siendo su sangre derramada. Por último, afirman, un tercio del ejército islámico morirá en la batalla de Dabiq contra el Anticristo, y esos serán los mejores mártires de todos.

La batalla de Dabiq. Conviene detenerse en esto: Según Daesh, cerca de Dabiq (un pueblo en el norte de Siria) tendrá lugar una batalla épica que antecederá el apocalipsis. En ella, los ejércitos musulmanes derrotaran con mucho esfuerzo y sacrificio las fuerzas del mal y una era de paz, prosperidad y shariah comenzará. Por eso la revista de la organización se llama así. En varios videos se recrean en esta idea y retan a sus enemigos a luchar contra ellos en esta localización. Dios está de su lado y ganarán. No sé si de verdad se creen esto o es un ardid propagandístico, pero a lo largo de toda la revista se puede percibir este tono escatológico. Daesh se presenta como la única organización verdaderamente islámica en el mundo, que está cumpliendo una misión profética.

Tras el artículo «para chicas», el número 12 tiene un artículo muy breve en el que se ensalza, una vez más, la obediencia, citando tres hadices. El que abandona la Jama’a (el grupo) entra en la yahiliyah (ignorancia), y de ahí al infierno. Quizá lo más llamativo de este breve texto es la imagen y la maquetación, pero a mí también me sorprende el uso del término yahiliyyah (que aperece en el título) en el resto de la revista, muy parecido a la forma en la que lo emplea Qutb.

Dabiq 12 23.jpgSi ignoramos el texto, parece un anuncio de joyería o de piezas de motor. Dabiq 12, p. 23.

Como decía al principio, me gusta y me parece interesante comparar al Daesh con Qutb, porque el egipcio planteaba ideas de algún modo similares: los auténticos musulmanes han desaparecido de la faz de la Tierra. Los que quieran llegar a serlo deberán cortar lazos con sus comunidades y, al igual que hizo Mahoma, deberán emigrar a algún lugar apartado donde construirán una auténtica comunidad islámica. Los ignorantes, los yahilis, tratarán de destruirlos, y por eso los verdaderos creyentes deben armarse y luchar. Yahiliyya, término que anteriormente se utilizaba para designar la era de la ignorancia previa a la aparición del islam, se convierte en el pensamiento de Qutb en un sinónimo de infidelidad y pecado. Dado que no quedan verdaderos creyentes, Dios ha abandonado a los musulmanes y por eso los últimos siglos de la civilización islámica se han caracterizado por la decadencia y el estancamiento. Daesh adopta muchas de estas ideas: la migración, la consideración de que solo ellos son auténticos musulmanes, el uso de yahili como sinónimo de pecador. Sin embargo, difieren con el profesor egipcio en su visión de la poligamia y la posición de las mujeres en la sociedad, y además dan a la visión de Qutb una nueva vuelta de tuerca y adoptan una perspectiva apocalíptica y escatológica inédita.

Llevamos aproximadamente la mitad del contenido de la revista. Continuaré destripando los números 12 y 13 hasta el final, pero entre medias iré publicando artículos de otros temas, que el análisis de la revista no es especialmente excitante.

La colonización europea de Oriente Medio

 La historia es esencial para comprender el origen de muchos de los conflictos que hoy día parecen «eternos», como la disputa por Cachemira entre India y Pakistán o las «divisiones sectarias» entre los árabes del Levante Mediterráneo.  Este artículo es un resumen de la historia colonial de Oriente Medio (1757-1948), centrada en la evolución de la «percepción» europea sobre la región, la penetración comercial y la colonización del Indostán y los países árabes. Este no es un texto académico sino más bien divulgativo, con el objetivo de contextualizar futuros artículos. De nuevo, es una revisión actualizada y mejorada de una sección de mi Trabajo de Fin de Grado (2014), con añadidos y omisiones para hacer la lectura más agradable. Para conocer lo que sucede en el XIX en los países no colonizados, recomiendo leer Movimientos de Reforma II

Existe una versión en vídeo (resumida) de este artículo. Pincha aquí para acceder a ella.

Introducción

1650-1950Evolución política de Oriente Medio 1650-1950. Elaboración propia a través de los mapas de Geacron

            Durante los siglos XVIII y XIX, época de esplendor de los llamados “imperios de la pólvora” de Oriente Medio (con sus tres grandes dinastías, los Otomanos, los Safávidas y los Mogoles), el Occidente europeo empezaba a despuntar económicamente, siendo desplazados los países del sur de Europa por los del centro y norte. Holanda, Francia y Gran Bretaña superaban a España y Portugal y redoblaron su búsqueda de nuevos mercados y tierras que conquistar.

            Paralelamente, el imaginario europeo se transformaba y la misión civilizadora sustituiría al cristianismo evangelizador como motor y justificación de la expansión colonial.[1] La “diferencia imperial” que antes separaba a la cristiandad europea de los países islámicos se convirtió en “diferencia colonial.” Es decir, durante los siglos XV-XVII, la época de los Austrias y la lucha contra los turcos en el Mediterráneo, se percibía a los habitantes del norte de África y Oriente Medio como un “otro” igualmente poderoso, aunque los cristianos pensasen que eran superiores moral y religiosamente. Sin embargo, a partir de siglo XVIII se empezó a ver a los países e imperios de Oriente Medio como sociedades despóticas, débiles, necesitadas de buen gobierno y por tanto colonizables. La colonización al fin y al cabo se suele justificar como una especie de tutela paternalista, un servicio humanitario. Si durante la Edad Media y el Renacimiento los musulmanes eran caracterizados como sujetos pérfidos, viles y condenados al infierno por infieles, pero capaces de raciocinio y entendimiento, a partir del siglo XVIII empiezan a ser percibidos como seres atrasados, primitivos, salvajes, que aún no habían alcanzado su madurez.

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Los imperios de la pólvora hacia el 1600. Rojo-Otomanos. Violeta-Safávidas. Verde-Mogoles. Fuente: Ballandalus

            Todo esto pasaba bastante desapercibido para los habitantes y gobernantes de los distintos imperios de Oriente Medio, que no percibían ninguna señal de decadencia o atraso. Es más, seguían convencidos de ser el centro del mundo, países ricos donde la ciencia y la técnica brillaban, protagonistas de un “renacimiento”, una nueva época de esplendor que sepultaba el recuerdo de los invasores mongoles que arrasaron los campos y ciudades de la región. Aunque muchas de las dinastías gobernantes surgidas tras la desintegración del imperio de los janes (inglés: khan) eran de origen turco-mongol, acabaron asimilándose a las culturas locales, aun manteniendo las distancias. Quizá el ejemplo paradigmático sean los mogoles de la India, descendientes de un heredero de Gengis Jan en Asia Central, dinastía que se integró perfectamente en las tradiciones y la cultura del Indostán, manteniendo cierta armonía entre hindúes y musulmanes y patrocinando la construcción de maravillas como el Taj Mahal.

            No quiero detenerme demasiado en la historia de Oriente Medio durante los siglos XVI-XVIII, pero para sintetizar y resumir, podemos considerar que era una época de estabilidad política, con cierta unidad cultural (islámica), sin grandes guerras, conflictos territoriales o hambrunas severas. No era un mundo ideal, por supuesto, pero los gobernantes de los imperios de la zona tenían bastante confianza en sí mismos y en ningún momento sospecharon de los comerciantes y exploradores europeos que empezaban a asentarse en sus tierras. No esperaban que los barbilampiños e idólatras habitantes de lejanas tierras fueran a alterar de ninguna manera el equilibrio político, económico y social que habían alcanzado.

Corte de Fath Ali ShahLa corte de Fath Ali Shah (~1815). Los representantes británicos, con las obligatorias medias rojas que debían llevar los invitados a la corte de los Qajar, tratan de pasar desapercibidos entre la multitud.

 La colonización económica

            Occidente no entró en Oriente Medio solo mediante la conquista, sino también a través del comercio y la injerencia en la política interna, dinámicas que comenzaron en el siglo XVI. De hecho, a menudo la penetración económica precedió la conquista política, como en el caso de la India. La colonización europea de los países islámicos fue lenta y protagonizada por distintos actores, fundamentalmente Francia, Gran Bretaña y Rusia. No siguió un plan de acción predeterminado, si bien hubo un cierto acuerdo entre las distintas potencias europeas por el reparto de las zonas conquistables y colonizables. También hubo episodios de enfrentamiento y “guerra fría” por las famosas “esferas de influencia”, siendo la más famosa el Gran Juego por el control de Asia Central.

 “Dejemos clara una cosa: la penetración europea en el mundo musulmán nunca supuso un choque de civilizaciones (…) En esta época de colonización, la <<civilización europea=»»>> nunca estuvo en guerra con la <<civilización islámica=»»>>. De hecho, a partir de 1500, los europeos llegaban al mundo islámico principalmente como comerciantes ¿Qué menos amenaza podía haber?”.[2]

            Además de comerciantes, llegaron asesores y técnicos, que influyeron decisivamente en las decisiones de los gobernantes. En 1598 dos británicos, los hermanos Sherley, consiguieron llegar a Persia, y vender a Shah Abbas, el mayor de los monarcas safávidas, cañones y armas de fuego de fabricación occidental, comprometiéndose a asesorarles técnica y estratégicamente. Los persas “veían en las armas y los asesores procedentes de una isla lejana, diminuta e insignificante del oeste de Europa la solución perfecta”. Así empezó la costumbre de otorgar a asesores europeos el mando del ejército persa,[3] tendencia que con los Qajar (1798-1920) continuaría, convirtiéndose el apoyo de las potencias extranjeras en uno de los pilares de la dinastía.

            La forma en la que solían proceder las potencias europeas era intentar asegurar una serie de «concesiones» económicas. Esto es, que el monopolio de la venta de algún producto la tuvieran los agentes comerciales de dicha potencia, o que extuvieran exentos del pago de aduanas y aranceles. Esto solía ser acompañado por el status de extraterritorialidad, es decir, que los naturales de las potencias extranjeras, en el caso de que cometieran algún delito, no fueran juzgados por los tribunales del país donde ocurriese el delito, sino por los de su país de origen. En la práctica esto se tradujo en bastantes abusos y crímenes que quedaron impunes, generando bastante odio entre los locales. La contrapartida a estas concesiones eran pagos únicos o periódicos de importantes sumas de plata u oro. Si algo caracterizaba a los imperios de la pólvora (sobre todo el Otomano y el Safávida) era la escasez de metálico, problema que se agravó con la entrada al mercado europeo de toneladas de metales preciosos procedentes de  América. La construcción de infraestructuras y la modernización de los ejércitos precisaba de mucho capital, y este capital se obtuvo a costa de malvender los recursos locales a las potencias europeas. Esta práctica no es exclusiva de Oriente Medio, de hecho se dio en Latinoamérica durante todo el siglo XIX y también en España (minas de Río Tinto y demás).

            Sin embargo, por “colonización” se suele entender la mera conquista militar. La colonización política de los países musulmanes puede dividirse en tres etapas. En la anterior a 1830 sería dominado el antaño poderoso Imperio mogol y las demás regiones del subcontinente indio; desde 1830 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial los países árabes del norte de África fueron sometidos; tras la Gran Guerra, las antiguas zonas dependientes de los otomanos (el Levante y Mesopotamia) pasaron a ser tuteladas por Francia y Gran Bretaña. En esta clasificación no entran las campañas del Imperio ruso contra los Otomanos, que eran bastante periódicas. Véase por ejemplo la lista de guerras ruso-turcas. A continuación se resumen la colonización de la India y los países árabes, dejando la expansión rusa para otro momento.

Indostán (1757-1947)

            La colonización de la India comenzó con el establecimiento de la Compañía Británica de las Indias Orientales en 1757 y su progresiva toma de control del subcontinente, llegando a reclutar ejércitos (los denominados cipayos) y a controlar la fiscalidad, manejando como títere al sultán mogol y a otros gobernantes menores hasta el motín de 1857.[4]  Posteriormente, los británicos trataron de conquistar el Hindu-Kush (Afganistán) en tres ocasiones con el objetivo de ejercer una mayor influencia sobre Persia, pero fueron rechazados. (Véanse Historia de Afganistán y II ). La dificultad de invadir y mantener el control de Afganistán ha sido experimentada después por los Soviéticos y Americanos.

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Expansión de la colonización británica del Indostán y área del motín de 1857. Fuente: kenyonimperialismproject2009

            Tras el citado motín, en el que hindúes y musulmanes se unieron contra el dominio británico,[5] la administración de la compañía fue sustituida por una directamente dependiente del Estado británico. Las élites musulmanas, encabezadas por Sayyid Ahmad Khan, trataron de reconciliarse con las autoridades coloniales y distanciarse de los hindúes,[6] estrategia que les funcionó hasta la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra causó una fractura en las relaciones entre los musulmanes indios y el Imperio británico, pues se había declarado la guerra al califa nominal del islam (el sultán otomano) y además se estaba enviando a cipayos musulmanes a luchar contra otros musulmanes. En la década de 1919 emergió el Khilafat movement, un amplio movimiento de masas de carácter pan-Islámico y anticolonial que se alió con el  Congreso Nacional Indio encabezado por Ghandi y que puso en jaque a la administración colonial británica durante varios años, perjudicando gravemente la economía imperial con un boicot a los textiles ingleses.[7]

            Sin embargo,  las tensiones entre las comunidades musulmana e hindú, alimentadas por años de estrategias británicas de divide et impera (como por ejemplo la discriminación del idioma urdu en favor del hindi en las oposiciones a la administración pública), resurgirían con fuerza en las siguientes décadas, hasta la retirada de los ingleses en 1947 y la creación de una “patria” para los musulmanes indios (aunque más de la mitad de esos musulmanes quedasen fuera de esta nueva patria). El Plan de Mountbatten (el funcionario británico encargado de la partición) dividía la India en dos estados, uno para los musulmanes y otro para los hindúes y sijs. El nombre de Pakistán significa «tierra de los puros», pero hay quien dice que proviene de las iniciales de los territorios integrados (Punjab, Afganistán, Kachemira, Indo -el río- y Baluchistán)

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Plan de Mountbatten, 1947. Por desgracia no puedo citar la fuente, ya que la desconozco.

             Tanto en la historiografía europea tradicional como en la pakistaní se presenta la partición del Hindustán entre Pakistán y la India como un suceso inevitable,[8] pasando generalmente por alto la enorme tragedia humana que supuso, con 10 millones de desplazados y más de un millón de muertos. No obstante, una nueva corriente revisionista trata de demostrar que la creación de Pakistán no se trata a una necesidad histórica debida a la existencia de dos comunidades irreconciliables, sino que estas solo existían de forma definida en las mentes de los líderes,[9] siendo la partición causada por la prisa de los ingleses y la intransigencia de los representantes del Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana (dos partidos políticos) en las negociaciones para acordar la organización y constitución del nuevo estado indio (de hecho, las regiones que conformarían Pakistán son aproximadamente las mismas en las que la Liga Musulmana había obtenido mayoría).  A pesar de todo, Pakistán nació con una constitución secular; la islamización del país no se produciría hasta más adelante.

Países Árabes (1830-1948)

             En el siglo XVIII, con la excepción de la península arábiga, la mayoría de los territorios árabes se encontraban bajo el control otomano, al menos de forma nominal, aunque lo cierto es que tanto en la península arábiga como en Egipto el poder de los sultanes otomanos era muy limitado. El primer intento de conquista por parte de las potencias europeas fue organizado por Napoleón en 1798, con su expedición contra Egipto, narrada en primera persona desde el lado musulmán por el historiador al-Jabarti. El proyecto francés continuó después en los países del Magreb tras la conquista francesa de Argelia en 1830 y el establecimiento de un protectorado sobre Túnez en 1881. El protectorado, junto con la apertura forzada a los mercados internacionales, sería la forma habitual de incorporar los países árabes al dominio colonial. La Conferencia de Berlín de 1884 consagró el “derecho” europeo a la colonización de África, trazándose muchas de las fronteras artificiales que hoy dividen el continente.

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Reparto de África entre las potencias europeas. Fuente: Karl Addis’ site

               Dos años antes, en 1882,  Egipto, un país que se había adherido de forma decidida al comercio con Europa y al desarrollo económico inspirado en patrones occidentales, era invadido por Gran Bretaña como reacción a una revuelta dirigida por las élites tradicionales del país, que había expulsado a la troika franco-británica que gestionaba las finanzas egipcias desde la bancarrota declarada en 1875.[10] A pesar de que aparentemente los pagos de la deuda no se habían detenido con el nuevo régimen (según informaban los diplomáticos alemanes), el gobierno de Gladstone, animado por la prensa sensacionalista y temeroso de perder el control de Suez, invadió Egipto y estableció un protectorado. El último soldado británico se retiraría en 1954.[11]

             La consolidación definitiva del dominio colonial sobre los países árabes llegó tras la derrota de los otomanos en la Primera Guerra Mundial y el establecimiento de los mandatos de la Sociedad de Naciones, que repartían las colonias de los derrotados entre las potencias vencedoras. Así, se establecieron los “mandatos de tipo A” sobre el mapa modificado de la administración otomana, creándose las modernas fronteras de Iraq, Palestina y Jordania, otorgadas a los británicos, y Siria y Líbano, obtenidas por los franceses. Estos “mandatos” reflejan fielmente el imaginario occidental, la misión civilizadora que las potencias europeas se arrogaban sobre otras culturas y civilizaciones.[12]  Así, los mandatos de tipo A eran teóricamente una tutela durante varias décadas hasta que “el país pudiera valerse por sí mismo”, aunque en la práctica supuso la división de los países del norte del Mashreq en torno a criterios estratégicos en el juego de potencias y la instauración de regímenes títere, que impidió para muchos autores occidentales y árabes el surgimiento de un Estado árabe fuerte una vez libres del control turco.[13] Los movimientos anti coloniales se sucedieron durante el siglo XX, desde la fallida “revolución” egipcia de 1919 a la rebelión de Palestina de 1936, en la que el nacionalismo árabe y la solidaridad pan-islámica comenzaron a tomar fuerza.

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Mandatos de la Sociedad de Naciones, 1919. Fuente: Wikimedia

             Para explicar el actual caos en Siria y el Levante Mediterráneo se suelen citar otros tres tratados o pactos. El primero es el «Acuerdo Sykes-Picot» entre Francia y Gran Bretaña, en el que se repartían las antiguas tierras otomanas en dos esferas de influencia: el norte para Francia y el sur para los británicos. El segundo es la «Declaración Balfour«, en la que los británicos prometían al movimiento sionista la «creación de un hogar nacional judío en Palestina», significase eso lo que significase. (Hogar nacional no significa Estado). El tercero fue la correspondencia entre Hussein, jerife hachemita de la Meca, y Mac-Mahon, un emisario británico. Se le prometió a Hussein el reconocimiento de un reino árabe independiente a cambio del apoyo contra los otomanos en la Primera Guerra Mundial. El más famoso agente colonial fue Lawrence de Arabia, que sirvió de enlace entre Hussein y los británicos. (Más información sobre la familia hachemita en Arabia Saudí II y III)

             Los británicos, en efecto, tenían tres acuerdos contradictorios. La solución final no satisfizo a árabes y sionistas, pero sí a franceses e ingleses, que aumentaban sus imperios con «mandatos» que debían supervisar. A los descendientes de Hussein los británicos les otorgaron los reinos de Jordania e Irak, tras la desastrosa experiencia de Faisal en el Reino de Siria, ocupado por los franceses. Irak y Jordania obtuvieron su independencia en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, tras asegurarse los británicos que los gobiernos que establecieron allí les fueran favorables. Los franceses fueron más reticentes a conceder la independencia a Siria y Líbano (cuyas fronteras fueron dibujadas y reconfiguradas en numerosas ocasiones), y hasta el fin de la guerra no reconocieron a dichos estados. En general, franceses y británicos utilizaron la vieja estrategia del «divide and rule» (dividir y gobernar), en la que privilegiaban a unas minorías étnicas, religiosas o lingüísticas sobre otras con el objetivo de conseguir una administración colonial nativa afecta, y de crear descontento comunal para presentar el dominio colonial como única alternativa al caos y la violencia sectaria.

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Revuelta Palestina de 1936. Fuente: Palnarrative

             En Palestina no se creo un «hogar nacional judío», pero las potencias europeas favorecieron la inmigración y el asentamiento de judíos. El antisemitismo creciente en Europa animó a muchos a buscar tranquilidad en la «tierra prometida», y el movimiento sionista colaboró con distintos gobiernos europeos (incluído el alemán) para aumentar el flujo migratorio. Los migrantes llegaban con capital, y lo que solían hacer era comprar tierras a terratenientes absentistas árabes (habitualmente jeques de Arabia). Estas tierras solían estar ocupadas por campesinos palestinos, pero los colonos judíos querían cultivar las tierras ellos mismos, de modo que se produjo un contínuo éxodo rural de palestinos hacia las ciudades. Por si fuera poco, los británicos privilegiaron a los judíos para trabajar en la administración del mandato. El descontento cristalizó en la revuelta de 1936, que merece un artículo aparte.

             Finalmente, en 1948 los británicos decidieron salir del Levante mediterráneo deprisa y corriendo. Al igual que en la India, tomaron decisiones precipitadas que crearían numerosos problemas, pero se lavaron las manos. Sin embargo, todo lo que sigue (creación del Estado de Israel, conflicto árabe-israelí, consagración del nacionalismo pan-árabe y del pan-islamismo, triunfo del partido Baath, victoria de Nasser contra británicos y franceses por el dominio de Suez, caída de la monarquía de Egipto…) no entra dentro del periodo colonial, de forma que no lo analizaremos en este artículo.

             Este artículo, como he dicho en la introducción, es meramente orientativo y divulgativo, e incurre en generalizaciones y simplificaciones, necesarias para mantener la fluidez del texto. Algunos de los temas tratados aquí se desarrollaran en detalle más adelante. La «colonización económica» de Irán y las turbulentas relaciones del país con Occidente, por ejemplo, está detalladas en otra sección de este blog. Las citas y referencias de este artículo provienen de mi TFG,las partes del texto sin referencias son de nueva creación. Aún así, puedo proporcionar bibliografía al que esté interesado en saber más o ponga en duda la veracidad de lo escrito. Cualquier duda, queja o sugerencia, en los comentarios.


Referencias bibliográficas

[1]     Alex Padamsee, Representations of Indian Muslims in British Colonial Discourse, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2005.

[2]     Tamim Ansary, Un destino desbaratado, p. 255.

[3]     Ibídem, p.  257.

[4]     Pati, Biswamoy, “Historians and Historiography: Situating 1857” en Economic and Political Weekly, Vol. 42, No. 19 (12 de mayo de 2007), pp. 1686-1691

[5]     Peter Robb, “On the Rebellion of 1857: A Brief History of an Idea”. en Economic and Political Weekly, Vol. 42, No. 19 (12 de mayo de 2007), pp. 1696-1702.

[6]     Shan  Mohammad, Writings and speeches of Sir Syed Ahmad Khan , Bombay, Nachiketa Publications, 2006.

[7]     K. H. Ansari, “Pan-Islam and the Making of the Early Indian Muslim Socialists” en  Modern Asian Studies, Vol. 20, No. 3 (1986), pp. 509-537.

[8]     Carlos H. Hernández, “La evolución de Asia y África desde 1945 hasta el final del siglo XX” en Javier Paredes (dir.), Historia universal contemporánea, Barcelona, Ariel, 2010. p. 1062.

[9]     Mushirul Hasan, “The Partition of India in Retrospect”en India’s Partition: Process, Strategy and Mobilization, Nueva Delhi, Oxford University Press, 2001, pp. 1-23.

[10]     R. C. Mowat,  “From Liberalism to Imperialism: The Case of Egypt 1875-1887” en  The Historical Journal, Vol. 16, No. 1 (Mar., 1973), Cambridge University Press, pp. 109-124.

[11]     John S. Galbraith y Afaf Lutfi al-Sayyid-Marsot, “The British Occupation of Egypt: Another View” en International Journal of Middle East Studies, Vol. 9, No. 4 (Nov., 1978), pp. 471-488.

[12]     W.M, Roger Louis, “The Era of the Mandates System and the None-European World”, en Hedley Bull yAdam Watson (eds.),  The Expansion of International Society, Oxford, Clarendon Press,  1985, pp. 201-210.

[13]     Un buen estudio del debate académico entre los autores árabes sobre la construcción del Estado-nación es: Youseef Choueiri, Modern Arab Historiography: Historical discourse and the nation-state, Londres, Routledge, 2003.

¿Civilización islámica?

Este texto está adaptado de mi Trabajo de Fin de Grado, escrito hace unos dos años (2014). No es una investigación muy original, más bien un compendio de fuentes secundarias intentando abordar el problema de cómo investigar tierras y culturas lejanas sin ser de allí. En esta sección reflexionaba sobre el concepto de civilización islámica, mostrando la visión sobre el tema de distintos escritoes.

Hoy lo escribiría de otra forma (sé un poquito más y veo un pelín de ingenuidad y palabrería innecesaria en mi texto), pero me gusta porque es una muestra de las cosas que leía y el tipo de preguntas que me hacía hace un par de años, antes de empezar el máster y dedicarme enteramente al estudio de Oriente Medio. Puede ser interesante para los lectores de este blog, pues muestra la opinión y posición de cinco  autores originarios de la región todavía vivos (salvo una excepción), y con buena presencia en Internet. Al fin y al cabo, el TFG está ya escrito y algún uso habrá que darle, que estaba ahí acumulando polvo virtual.

 ¿Civilización islámica?

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Extensión del islam en el viejo mundo. Fuente: Global Security

           El islam es una de las tres principales religiones monoteístas. Su número total de creyentes se estima entre los 1.500 y los 2.000 millones,[1] ligeramente superior al número de cristianos. El país con mayor número de musulmanes, contrariamente a lo que podríamos pensar, no se encuentra en Oriente Medio sino en el Sudeste Asiático (Indonesia).  La religión islámica se extiende de este a oeste desde Indonesia y Malasia hasta Mauritania y Mali; y de norte a sur de Kazajstán y Chechenia hasta Somalia y Tanzania; además de numerosas comunidades de inmigrantes en otras partes del mundo. Es una región prácticamente inabarcable, y resulta muy complicado tratar de establecer patrones comunes, salvo que tengamos una visión reduccionista y simplificadora. Aunque este blog se restrinja al contexto de Oriente Medio, no hay que olvidar que hay islam más allá del Sáhara y del río Indo.

           Es evidente que el islam, al igual que el cristianismo, ha sido fundamental en el desarrollo de los valores y el pensamiento de las sociedades de Oriente Medio. Sin embargo, podemos correr el riesgo de sobreestimar el impacto del islam e incurrir en generalizaciones y razonamientos erróneos. Al igual que las dinámicas históricas de España y Polonia han sido distintas, a pesar del catolicismo mayoritariamente extendido, no sería acertado tratar de comprender la evolución histórica de los países musulmanes a través de la mera fe religiosa. No obstante, quizá sea posible trazar elementos comunes a la región. Muchos autores, desde musulmanes como Ali. A. Allawi hasta los académicos favoritos de los neo-con estadounidenses como Samuel Huntington o Bernard Lewis, han reconocido la existencia de una “civilización islámica” con identidad propia. Muchos otros han tratado de negar o matizar esta visión, bien equiparando el islam con otras religiones o mostrando que la religión no ha sido tan influyente a la hora de configurar la sociedad. Voy a exponer brevemente distintas posiciones de este debate.

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Samir Amín. Fuente: Buzz.sn

                         Samir Amín es un historiador y economista egipcio, muy conocido por su labor al frente del Foro del Tercer Mundo y su crítica al capitalismo y los procesos de globalización. Su orientación política es claramente laica, aunque reconoce la importancia del islam en la configuración de una historia común de una región tan heterogénea como Oriente Medio. Esta historia común tendría su origen en la conquista de Alejandro Magno y el inicio de una síntesis helenística que inició “una toma de conciencia colectiva reforzada ulteriormente por el cristianismo oriental y después, sobre todo por el islam”, una religión de “vocación universal” que pese a “todos los conflictos locales de intereses políticos” consiguió crear un sentimiento de solidaridad e identidad (la Umma) que unificó a la región frente a sus fronteras externas.[2] No obstante para Amín la religión islámica no constituye un hito aislado y distintivo, sino que es, junto con el Confucianismo, el Budismo, el Zoroastrismo y el Cristianismo “una ideología-religión universal basada en valores éticos que va más allá de las ideologías de parentesco y de las religiones de terruño propias del Estado comunitario anterior”, lo que permitió la transición completa de la religión hacia las organizaciones tributarias.[3] Amín afirma que Oriente Medio se encontraba consolidado a nivel humano mucho antes de la llegada del islam, aunque reconoce la importancia de éste a la hora de forjar una identidad común.

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Ali Allawi. Fuente: Wikimedia

            Ali A. Allawi ha ejercido como ministro de defensa y finanzas en el Irak de la postguerra, además de impartir clases como profesor visitante en la universidad de Princeton. En 2009 publicó The crisis of Islamic Civilization, muy exitoso en EEUU. En su obra afirma que el islam ofreció el marco ético y jurídico para el desarrollo de una civilización característica, que incorporaba elementos de todas las culturas a las que asimiló, conformando “un universo que extrae su vitalidad e inspiración de los aspectos internos y externos del islam, siendo el puente que conecta a los dos”, caracterizado por una búsqueda de lo trascendente, dimensión vital hoy en riesgo de desaparecer. Según Allawi, hay un consenso historiográfico que asegura que esta civilización entró en declive sobre el siglo XVII, especialmente desde que “la civilización islámica dejo de ser el peligroso “Otro” para caer en la esfera de control europea”[4] o, usando la terminología de Mignolo, desde que la diferencia imperial se convirtió en diferencia colonial. Desde entonces, la civilización islámica se ha desintegrado, ha perdido su creatividad inherente, su espiritualidad intrínseca y su búsqueda de lo oculto (the Unseen), de forma que ha sobrevivido únicamente lo simbólico y puramente ritual, consistiendo gran parte del islam actual en una lectura descontextualizada de los textos sagrados que elimina el profundo mensaje ético de la religión.

             La conclusión que se puede extraer de la lectura de Allawi es que el islam y Occidente constituyen dos diseños globales diferenciados, estando el primero centrado en aspectos metafísicos y el segundo en los asuntos materiales. Este predominio de la “procupación metafísica” sobre lo material a través de una religión o filosofía de “vocación universal” es para Samir Amín, una característica común a todos los sistemas tributarios pre-modernos, desde el budismo hasta el cristianismo, y no constituiría una característica distintiva del islam. El capitalismo es la excepción a la norma, y lo que supone una ruptura de los modelos previos, pues “sustituye la determinación tradicional de la riqueza mediante el poder por una relación de causalidad inversa que hace de la riqueza la fuente del poder”.[5] Donde Allawi ve un conflicto entre la filosofía del islam y la de occidente, Amín simplemente observa una resistencia a la modernidad de los países de Oriente Medio. De todas formas, Allawi asegura (es el argumento fundamental de su obra)que la civilización islámica va camino de desaparecer.

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Tamim Ansary. Fuente: Fargo Monthly

            Tamim Ansary es un periodista y profesor de origen afgano residente en Estados Unidos, donde vive desde que recibió una beca de una institución educativa. En 2009, a raíz de una discusión con otros profesores sobre la materia que debía constar en los manuales de Historia de secundaria publicó Un destino desbaratado: La historia universal vista por el islam, obra en la que intenta dar una versión alternativa a las narrativas generalistas de Historia Universal, centradas en Occidente. En su obra, Ansary se muestra de acuerdo con la noción de civilización islámica, tanto en el pasado histórico como en la actualidad. Afirma que hasta el siglo XIX los tres grandes imperios musulmanes (otomano, turco, mogol) y sus zonas periféricas (Indonesia, Marruecos)  contaban no solo con unas tradiciones y referencias culturales comunes, sino con formas de gobierno parecidas, instituciones similares (ulemas y órdenes sufíes), un paisaje urbano intrincado y, en definitiva, una civilización común. “En efecto, en 1600, un viajero podría navegar desde las islas de Indonesia a Bengala, cruzar la India (…) y llegar a la parte occidental de Marruecos, encontrándose en todo momento en un mundo que en general le era familiar y con una única civilización coherente”.[6] Esta civilización perdura hoy, en su opinión, y constituye “un marco de referencia distinto”. Al igual que Allawi, Ansary pone al islam como elemento central en la historia de Oriente Medio, y elabora una definición amplia de la religión, que ocupa a su vez el lugar de ideología, de civilización y de Historia del mundo:

            “Evidentemente, no es inexacto decir que el islam es una religión (…), un conjunto distintivo de creencias y prácticas relacionadas con la ética, la moral, Dios, el cosmos y la muerte. Pero sería igualmente válido considerar el islam como un elemento de una clase entre cuyos otros elementos están el comunismo, la democracia parlamentaria, el fascismo y demás, porque el islam es un proyecto social como esos otros, una idea sobre cómo se deben gestionar la política y la economía, un sistema completo de leyes civiles y penales.

                Y también se puede entender que el islam es un elemento de una clase que incluye, entre otros, los elementos de la civilización china, la civilización india, la civilización occidental, etc., porque existe un universo de artefactos culturales que van del arte a la filosofía, la arquitectura, la artesanía y prácticamente todos los demás ámbitos del empeño cultural humano que se pueden llamar adecuadamente islámicos.

                O, como he intentado demostrar, el islam se puede entender como una historia del mundo entre muchas que se despliegan simultáneamente, cada una incorporando de algún modo todas las demás (…)”.[7]

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Sami Zubaida. Fuente: RProject

            Sami Zubaida, también de origen iraquí, profesor de sociología y política en la universidad de Londres, propone de-sacralizar Oriente Medio, al menos a la hora de estudiarlo. Para él, el termino “cultura musulmana” resulta vago e indeterminado, “no solo por la multiplicidad de etnias y nacionalidades, sino también por la variedad de formas de identificar la propia religión y su adaptación a las distintas generaciones, ideologías y estilos de vida”. De esta forma, “presentar el islam como una cultura diferenciada resulta ilusorio”. De igual modo, afirma que las “culturas musulmanas, sus creencias e instituciones” no resultan necesariamente ajenas al público occidental, pues “el islam comparte con el judaísmo y el cristianismo un amplio rango de doctrinas, prácticas y preceptos morales”. Si los ciudadanos europeos se muestran preocupados por el islam es porque “recuerda a elementos de su pasado que creían superados”, siendo muchas de las manifestaciones del islam militante “ecos de los rasgos y episodios de afirmación de la autoridad religiosa en la historia occidental”.[8] A lo largo de obra, Zubaida realiza un ingente esfuerzo por desligar la religión de la evolución histórica de Oriente Medio, mostrando numerosos ejemplos de situaciones al margen de la doctrina islámica, como la sexualidad, el cosmopolitismo, la historia de la vida privada y la llegada progresiva de la modernidad a países que no fueron directamente colonizados, como Irán o Turquía, al mismo tiempo que recuerda constantemente que no todos los musulmanes son necesariamente creyentes practicantes.

            En el primer capítulo de  Beyond Islam, Zubaida desmonta el modelo de sociedad islámica propuesto por el antropólogo Ernest Gellner.[9]  El modelo sociológico de Gellner tiene la virtud de basarse en fuentes históricas, como Ibn Jaldún[10] en lugar de remitirse únicamente a los textos sagrados, pero falla al identificar la religión islámica como un hecho estático y considerar que ha sido una constante en la vida de las sociedades que la practican. Zubaida presenta las características del modelo de Gellner y sus contradicciones, tanto en el entorno urbano como en el rural, y aporta numerosos ejemplos de movimientos islámicos que se desmarcan de este modelo teórico, como el Wahhabismo de Arabia Saudí, el Mahdismo sudanés y el Estado iraní tras la revolución islámica de 1979, y pregunta “¿Son variaciones dentro de un mismo modelo de sociedad musulmana, o movimientos religioso-políticos diversos con un alcance y diversidad similar a aquellos en cualquier otra parte del mundo?”[11] para concluir afirmando que el modelo de Gellner, a pesar de su pulcritud y lo atractivo que resulta para los lectores no especializados ya que “dice buenas cosas de los musulmanes modernos a la vez que los mantiene ajenos y  aparte”, es defectuoso pues ignora la diversidad cultural, económica, política y social en el seno de los países islámicos y sobre todo, su desarrollo histórico.

            Asimismo, Zubaida critica el adjetivo “islámico”, especialmente en lo referente al arte o a la ciencia, pues “el término implica que dichas regiones [Oriente Medio] tienen el islam en su esencia, y confirma su «otredad» con relación a Occidente, al que rara vez se da el apelativo de «cristiano»”, de forma que “el arte europeo está fuertemente cargado de temas e imágenes religiosas, pero no se le denomina cristiano” ,mientras que “el arte denominado «islámico» ha evitado casi siempre los temas religiosos”, comparación que extiende a la arquitectura y la ciencia (Zubaida es aquí tal vez excesivamente materialista, reduciendo la dimensión del arte a la representación). Reconoce, no obstante, que el empleo de este término se debe a la dificultad de encontrar denominaciones alternativas, pues las denominaciones nacionales (persa, árabe) no son precisas dada la diversidad y el cosmopolitanismo de las artes y las letras, “de forma que el término «islámico» está considerado general e inclusivo, aunque alimenta el discurso de la diferencia y el esencialismo religioso en el que se basa”.[12]

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Samir Kassir. Fuente: Liban Francophone

            Samir Kassir fue un historiador y periodista libanés, de origen cristiano ortodoxo. Impartió clases en la universidad jesuita de Saint Joseph en Beirut, y fue uno de los fundadores de Le Monde Diplomatique, además editorialista del diario arabófono An-Nahar. Fue duramente crítico con el régimen pro-sirio y fue una figura preeminente en la “Revolución de los Cedros” que forzó la retirada de las tropas sirias en febrero de 2005. Meses más tarde sería asesinado por una bomba pegada a su coche, y aunque aún no se han esclarecido los hechos, en su momento muchas voces apuntaban a los servicios de seguridad de la Siria de Bashar al-Asad.[13] Su última obra destinada al público occidental es el ensayo De la desgracia de ser árabe, publicado en francés en 2004. En esta obra, y a pesar de que el autor no era musulmán sino nacionalista árabe, afirma que, en términos historiográficos, es preciso superar la “teleología nacionalista” y “devolver la prioridad al islam como elemento aglutinante frente a la etnicidad”, pues al fin y al cabo no se puede entender la cultura árabe sin tener en cuenta el islam, que formó una cultura común integrando a los diversos pueblos de Oriente Medio y el norte de África, pero sin homogeneizarlos. La religión aportó “Universalidad, no uniformidad”, y permitió el brillante desarrollo de la cultura árabe clásica.[14]

             Tanto él como Allawi coinciden en señalar que la expansión de la fe islámica no se produjo por la fuerza, sino de forma progresiva, lo que contribuyó en dar vigor y creatividad a la religión, que se fue construyendo poco a poco (hay que tener en cuenta que las conquistas islámicas medievales no forzaron la conversión de la población, pues a los califas les interesaba que hubiera pocos musulmanes para extraer impuestos especiales reservados a los no musulmanes). Sin embargo, Kassir rechaza el término civilización, recordando que “la humanidad es una” y elaborando un argumento opuesto al de Allawi: “No tiene sentido hablar de un «ataque contra la civilización», no más en todo caso que pretender clasificar a los pueblos en función de su adhesión a una fe, sea musulmana u otra.[15] En su opinión, lo que necesitan los árabes (sean de la religión que sean) es abandonar “la quimera de un pasado inigualable” para enfrentarse a su historia real, visión que comparten Samir Amín y Ansary.

 —

            En definitiva, ¿existe la civilización islámica? Sin duda, el espacio geográfico que hoy conocemos como MENA (Oriente Medio y Norte de África, por sus siglas en inglés) se encuentra cohesionado a nivel histórico por la religión islámica (que se extiende además por el subcontinente indio, el sureste asiático y parte del áfrica subsahariana). No todas las personas que habitan en los países de tradición islámica son ni mucho menos musulmanes, pero la mayoría coinciden en señalar la importancia de la religión en la historia de sus sociedades, de forma similar a los europeos que reconocen, pese a su orientación secular, el peso de la tradición cristiana y su influencia en los valores de nuestra sociedad actual. No obstante, como se ha visto, Zubaida sostiene que no hay un modelo estricto de sociedad musulmana y, al igual que Clifford Geertz en su día, apunta que las manifestaciones del islam dependen del contexto cultural y sociopolítico. Aún así, muchos millones de personas se consideran musulmanes y basan gran parte de su identidad en su adscripción a la religión. La conclusión que extraemos, por tanto, es que el islam condiciona y cohesiona hasta cierto punto el imaginario común de un gran porcentaje de la población humana, pero que esta religión no es, ni mucho menos, un ente monolítico e inmutable, de forma queaunque podamos afirmar la existencia de una “civilización islámica”, esta civilización no forma un conjunto homogéneo. En todo caso, y aunque no sea el único factor a tener en cuenta, la influencia del islam en la región parece indiscutible, y entender qué es el islam parece fundamental para poder aproximarse a la manera de pensar de gran parte de sus habitantes.


Referencias

[1]     Datos extraídos de http://www.islamicweb.com/begin/results.htm, http://www.muslimpopulation.com/World/http://www.pewforum.org/2011/01/27/the-future-of-the-global-muslim-population/

[2]     Samir Amín, ¿Primavera árabe? El mundo árabe en la larga duración, Mataró, El Viejo Topo, 2011, p. 89-91.

[3]     Ibídem, p.98.

[4]     Ali A. Allawi, The crisis of Islamic Civilization, Londres, 2009, Yale University Press, p. 23. La traducción es mía.

[5]     Samir Amín, op. cit., pp. 106-107.

[6]     Tamim Ansary, Un destino desbaratado. La historia universal vista por el islam, Barcelona, RBA, 2009, pp- 230-1.

[7]     Ibídem, pp. 402-3.

[8]     Sami Zubaida, Beyond Islam. A new understanding of the Middle East, Londres, I.B. Tauris, 2011, pp. 9-12.. La traducción es mía.

[9]     Sami Zubaida, “Is there a Muslim society?” en Beyond Islam. A new understanding of the Middle East, Londres, I.B. Tauris, 2011. pp. 31-76.

[10]   Ibn Jaldún (1332-1406), tunecino de origen andalusí, fue un importante personaje político en el Magreb de su tiempo además de un prolífico autor, y es considerado el primer sociólogo de la historia, por su particular visión del desarrollo de las sociedades, desligada de cualquier determinismo religioso. Para él, el Magreb de su época se estructura en torno al conflicto entre las ciudades y las comunidades nómadas y seminómadas que operan en las proximidades, que eventualmente se unen y derrocan a la dinastía urbana gobernante, convirtiéndose a su vez en una de ellas, lo que les llevará a abandonar las solidaridades tribales tradicionales y ser derrocados más tarde por otra tribu o confederación nomada. Si bien su teoría y modelo resultan sumamente interesantes, extrapolar sus conclusiones al islam contemporáneo resulta arriesgado. Para más información sobre la vida y obra de Ibn Jaldún, recomiendo el libro de Yves Lacoste, El nacimiento del tercer mundo: Ibn Jaldún, Barcelona, Península, 1971.

[11]   Sami Zubaida, op. Cit., p.65., la traducción es mía.

[12]   Sami Zubaida, op. cit, pp. 23-25.

[13]   Robert Fisk, “Who killed Samir Kassir?” en The Independent, 3-6-2005. Accesible en  http://www.countercurrents.org/fisk030605.htm

[14]   Samir Kassir, De la desgracia de ser árabe, Córdoba, Ed. Almuzara, 2006, p.52.

[15]   Ibídem, p. 113.

Análisis de Dabiq, revista del Daesh (II)

Seguimos con el análisis de los números 12 y 13 de la revista del Daesh, cuya primera parte puedes encontrar aquí.

Después de un nuevo anuncio de vídeos desagradables, continua el número 12 de la revista. El siguiente artículo es una pieza breve originalmente publicada en Sawt-al-jihad, la que fuera revista de Al Qaeda en la península Arábiga hace una década: (más información sobre la revista en este enlace) El artículo en sí no dice gran cosa salvo que es fundamental para los objetivos de toda organización militar el obedecer las órdenes del líder y respetar la jerarquía, que es esencial una disciplina fuerte y demás consignas. Sin embargo, lo que llama muchísimo la atención es la foto escogida para encabezar este artículo. Muestra a un grupo de jóvenes multiculturales sonrientes, felices y en alegre camaradería mientras agitan fusiles. Si obviamos las armas y los uniformes, parece sacada de la web de alguna universidad u organización juvenil occidental.

Dabiq 12 p 9
Felices y multiculturales militantes de Daesh, encabezando un artículo en el que se enfatiza la necesidad de acatar órdenes sin protestar. Fuente: Dabiq 12, p.9.

Continúa el número 12 con otro artículo dedicado al mayor enemigo del Daesh, Al Qaeda, aunque en este caso se centra en sus aliados en Siria, el llamado “Ejército Sirio Libre” y otros. Es la última entrega de un amplio reportaje dedicado a criticar a los distintos aliados de Al-Nusra en la guerra civil siria. Aparte de las habituales críticas (apóstatas, nacionalistas, pecadores, etc), reproducen una extensa declaración del ELS y otras facciones, la mayoría de ellas islamistas (“Harakat Nūr ad-Dīn Zinkī,” el frente Shāmiyyah,” “Faylaq ash-Shām,” “Jaysh al-Mujāhidīn,” “Al-Ittihād al-Islāmī li Ajnād ash-Shām,” y “Ahrār ash-Shām”), publicada el 18 de septiembre de 2015 y titulada “Los cinco principios de la revolución siria”. En ella, hablan de transición política y constituciones,  se acogen a los principios de la convención de Génova, reclaman democracia, parlamentarismo y  el cumplimiento resoluciones de la ONU, lo cual para Daesh es un ejemplo suficiente de que el ELS está lleno de traidores, apóstatas y gente que no es de fiar. Les indigna especialmente que la declaración se preocupe por los chiíes de Siria, ya que estos chiíes no son “compatriotas”, como sí lo son “antiguos cristianos americanos que se han convertido a la verdadera religión y han venido a luchar a Siria”. También les indigna que se reclame un juicio para Al Assad cuando para Daesh la necesidad de matarle es tan imperiosa (por socialista pan-árabe, por chií y por sus “crímenes”) que la sola idea de un juicio resulta ofensiva.

Prosiguen citando documentos y declaraciones de los “enemigos” (resulta interesante que citen las fuentes primarias), rechazan las teorías conspirativas que culpan a Al Assad de la creación de Daesh, y una vez más, aseguran que solo en las tierras del Daesh se cumple la Sharía, y que pobre de aquel musulmán que ose luchar contra ellos y sustituir “las leyes de Dios” por “las leyes del hombre”. Este argumento no es muy original, pues el tema de la diferencia entre leyes de Dios y leyes humanas es central en toda la teoría sobre el Estado Islámico que se desarrolló en el siglo XX, desde Mawdudi hasta Jomeini, pero ya hablaremos de ello con más detalle en otro momento.  El artículo finaliza llamando a todos los guerreros e integrantes de las otras facciones salafistas a abandonar su coalición de apóstatas, o al menos a negarse a combatir a Daesh y centrarse en el verdadero enemigo, el régimen de Al Assad, el nacionalismo, la falsa democracia, etcétera.

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Daesh no ve con mucha simpatía a la República Islámica de Irán ni a su líder supremo, el ayatollah Jamenei. Fuente: Dabiq 13, p. 10.

El número 13 dedica un extenso artículo a la historia de los chiíes, en concreto a los Safávidas, dinastía que gobernó en lo que hoy es Irán entre 1501 y 1722 de la era cristiana.  Según Daesh, los Safávidas son los culpables de que el chiísmo persista hoy en día y de que la cultura y religión persas hayan continuado vivas. Este tema me resulta particularmente interesante. Creo que tengo un conocimiento más o menos detallado de la historia de dicha dinastía, dado que estudié historia de Irán y el que fuera mi tutor en el Master de Estudios Islámicos, Andrew J. Newman, es uno de los académicos especialistas en los Safávidas más aclamados y respetados (no hay muchos, todo hay que decirlo). Además, en la percepción que los propios iraníes tienen de la historia de su país, los Safávidas son un asunto controvertido. Para muchos representan una época de gloria y esplendor sin precedentes, pero para otros, como Ali Shariati, significaron el principio del fin de la pureza del chiísmo como religión redentora, además de unos sátrapas absolutistas. La cuestión aquí es, ¿por qué Daesh le dedica un artículo? ¿Qué busca demostrar?

El artículo empieza retratando a Ismail, fundador de la dinastía, no solo como un hereje de la peor categoría (Sufí y chií), sino también como un gobernante cruel y sádico que masacró a millares de sunníes, quemando sus libros y textos sagrados y sumiendo a la antaño iluminada Persia en una época de oscuridad y terror. Ismail tuvo que importar clérigos de Líbano, siendo el más famoso Ali Al-Karaki. Aquí he de decir que, soprprendentemente, Daesh ha hecho muy bien sus deberes de documentación histórica, ya que en efecto Ismail llevó a Karaki a Irán para tener un clérigo leal y afecto que emitiese fatwas legitimadoras; también citan la obra de Tomé Pires, embajador portugués a China que pasó por Persia. Posteriormente, se centran en los aspectos más negativos de la época Safávida (desde el punto de vista salafista): la celebración de rituales de lamento y martirio por la muerte de los distintos Imames, y el entendimiento entre los gobernantes persas y las potencias “cruzadas”: Portugal, Gran Bretaña y Francia.

 Una vez más se despachan contra toda la genealogía safávida, a la que llaman alcohólica, adicta al opio, sodomita, débil y sanguinaria, entre otras lindezas. No sin aprovechar para meterse con los otomanos, “adoradores de tumbas”, que alcanzaron un acuerdo con los safávidas para que los chiíes pudiesen peregrinar a la Meca, el mismo tipo de acuerdo respetan los saudíes y que, para Daesh, es otro de los motivos por los que merecen primero la muerte, y después el infierno. Entre los safávidas y el Irán actual, aseguran, existe una continuidad histórica, demostrada por el hecho de que los jomeinistas de hoy día citen a los safávidas como propagadores de la religión y hombres santos, aunque en realidad fueran idólatras y casi adoradores de Satán.

Y aquí está la madre del cordero: Según Daesh, el legado cultural de los safávidas, “podrido y lleno de esputo”, no es otro que un odio atroz hacia la gente de la Sunna, hacia los sunníes. Por eso, concluyen, todos los gobiernos, partidos y organizaciones chiíes, además de ser adoradores de tumbas, profesan un profundo rencor, no hacia los “judíos o los cruzados”, sino hacia los representantes de la verdadera religión, los sunníes. “Al igual que el Imperio romano nunca cayó, sino que adoptó distintos nombres”, finalizan, “los safávidas iraníes, y su objetivo declarado de exterminar a los sunníes, nunca han dejado de existir”.

Guau.

La historia siempre se ha utilizado para justificar planteamientos morales políticos e ideológicos del presente, eso no es nuevo. Aun así, es muy llamativo ver cómo Daesh, que se ha propuesto exterminar a los chiíes de la faz de la tierra, culpa a los propios chiíes de iniciar esa retórica exterminadora, cuando no es ni mucho menos cierto. Los safávidas trataron de instrumentalizar la religión, como han hecho tantos gobernantes, de eso no cabe duda. Pero en ningún momento plantearon genocidar a los sunníes. En la época persistía en el país una importante comunidad de sunníes, al igual que había judíos y armenios. A los que machacaron sin piedad, y se ha seguido machacando hasta la actualidad, es a los Bahais. Volviendo al último siglo, aunque la Revolución Islámica fuera fundamentalmente chií, y sus ganadores perteneciesen al estamento clerical, Jomeini y sus colaboradores soñaron durante un tiempo con extender la revolución y crear una especie de movimiento Islámico mundial. Su retórica no fue la de la confrontación, sino la de tender puentes y el entendimiento… postura lógica dado que los chiíes son apenas un 10% de los musulmanes del mundo, e Irán estaba bastante aislado internacionalmente tras el 79.

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Cúpula de la mezquita de Shah Abbas en Isfahán, mandada construir por el shah homónimo en 1611. Fuente: Fernando Mobu, Panoramio.

¿Qué podemos concluir de los artículos analizados hoy?

En primer lugar, que Daesh se autoproclama único representante legítimo de los musulmanes sunníes. En segundo lugar, que intenta captar nuevos miembros, demostrando que el resto de las facciones islamistas violentas (yihadistas) en Siria son hipócritas y no defienden el “verdadero” mensaje del islam. En tercer lugar, que es un movimiento totalitario, ya que plantea el exterminio de todos los que no se ajusten a su credo, ya sean nacionalistas, demócratas, chiíes o cristianos. En cuarto lugar, que internacionalmente se trata de un movimiento intransigente que rechaza llegar a ningún tipo de entendimiento con sus “enemigos”, que considera a la ONU y demás “instituciones cruzadas” y que plantea una especie de guerra global contra el mal.

Más o menos lo mismo que con los artículos anteriores. Seguiremos informando y contrinuaremos con el análisis de la revista, aun así.

Continuará…

Análisis de Dabiq, revista del Daesh (I)

Nota: El autor de este texto no apoya ni justifica el terrorismo y hace uso de “material yihadista” con propósitos únicamente informativos. Parece obvio, pero hay que especificarlo por si acaso, viendo como está el panorama últimamente…

 Como prometido, aquí llega la reseña de los dos últimos números de Dabiq, la revista del Daesh. Los números en inglés se pueden encontrar gratuitamente en la página web del Clarion Project. La portada del 12, publicada 5 días después de los ataques de París, habla por sí sola.

Dabiq 12 cover
Portada de la versión inglesa del número 12 de Dabiq, revista del Daesh.

El número 13 es brutal también. Está dedicado a los chiíes, llamados despectivamente “Rafidah”. El subtítulo es “De Ibn Saba al Dajjal”. El Dajjal es algo así como el Anticristo, e Ibn Saba (que no se sabe muy bien si existió) es un personaje legendario recordado por decir que Alí (el 4º califa, el yerno de Mahoma, una de las figuras más importantes del chiísmo), tenía atributos divinos. Según algunos salafistas, fue el propagador inicial del chiísmo, aunque los ulemas chiíes y la Academia occidental lo niegan.

Lo primero que llama la atención es la maquetación de la revista. Es muy profesional. El inglés es muy bueno. Las fotografías están muy bien escogidas, retratando a los del Daesh como tíos buenos, felices y y multiculturales; y a los malos (el resto de los contendientes en la guerra civil siria, gobernantes extranjeros) como gente muy mala. También es llamativo el número de artículos. El número 12 está formado por 16 artículos y un editorial, en un total de 66 páginas. El 13 solo tiene 10 artículos, y el correspondiente editorial. Hay mucho texto, notas a pie de página y fotos, el estilo que intenta imitar es el de revista seria, al estilo del Spiegel o el Economist.

Lo segundo que llama la atención es que están muy locos.

El editorial del número 12 comienza fardando de ataques terroristas. Los ataques de París y el avión ruso que derribaron son, dicen, la consecuencia directa de las acciones de las potencias contra el Daesh. Tras la decisión de Putin de involucrarse directamente en la guerra de Siria (30 de septiembre de 2015), cambiaron el objetivo de la bomba (que ya estaba preparada) y en tan solo un mes consiguieron tirar el avión. Por aquí en España no se habló mucho del tema, pero 224 personas muertas son una burrada. Los atentados de París, continúan, son también una represalia por la intervención francesa en Siria. “La pesadilla en Francia solo acaba de empezar”, dice un pie de foto.

El editorial sigue llamando a todos los musulmanes a la lucha, diciendo que matarán a todos los infieles y destruirán los falsos ídolos del nacionalismo, la democracia, y demás desviaciones pecaminosas. No obstante, los occidentales tienen la solución a todo esto delante de sus narices: Darse cuenta de que el “califato” está aquí para quedarse y dejarles en paz, aunque se propongan matarnos a todos.

Continúan, una vez más, llamando a la lucha a todos los “musulmanes del mundo”, sin importar su edad o formación. Alaban a varios chavales de 15 y 16 años que mataron a soldados a cuchilladas en Australia, Palestina y Jordania. Insisten una vez más que es mejor que los nuevos adeptos vayan a Siria, pero que si no pueden pues que atenten en sus países de origen. Y finalizan afirmando una vez más que son los mejores y que ganarán.

 [Insértese expresión de asombro malsonante]

El editorial del número 13 está dedicado al atentado en San Bernardino, California. Alaba a la pareja de terroristas, diciendo una vez más que para todos los que no pueden emigrar a Siria, los ataques en su país nativo son los mejores. Ensalzan especialmente a la mujer, que decidió hacer la yihad aunque no fuera obligatoria para ella, y juzgan como muy acertada la decisión de la pareja de atentar aun teniendo una hijita, dado que la habían dejado en buenas manos.

Los editoriales de ambos números van seguidos de anuncios de material audiovisual propio, un documental y un top 10 de videos chungos.

Buscando el primero del top 10 de videos chungos me he topado con lo que parece ser un blog “oficial” del Daesh. Parece una fuente interesante porque tiene información detallada sobre las supuestas acciones del Daesh, entre otras cosas se jactan de haber atacado China recientemente. No os recomiendo ver los videos porque son horribles. Esta gente está muy perturbada, y son ultraviolentos. Es como las pelis de Hollywood pero en la vida real. Las mismas escenas sangre de acción desenfrenada y sangre que vemos en Kingsmen, pero de verdad. Un tiroteo sin motivo a un coche que pasaba, ejecuciones, población local aterrorizada, QUÉ MIEDO. QUÉ ASCO. Está claro que estos tíos son tan malos como nos dicen en la prensa. Ellos quieren hacerse odiar, e inspirar terror. Esto ya lo sabíamos (nos lo llevan diciendo los medios de comunicación de forma machacona desde hace más de un año), pero ha sido interesante (y desagradable) comprobarlo de primera mano.

Siguen ambos ejemplares con artículos dedicados a sus diversos enemigos.

¿Quién es el enemigo número 1 de Daesh?

Al Qaeda.

dabiq - allies al qaeda
Nótese el uso de la imagen y los colores para mostrar que los de Al Qaeda son muuuy malos. Dabiq 12, p.5.

Según Daesh, Al Qaeda colabora con los regímenes pecadores del Golfo, con Arabia Saudí, con EEUU, con los nacionalistas y traidores Talibán en Afganistán y Jorasán, con los Hijos de Hadramut en Yemen. En el primer artículo del número 12 se centran en analizar el comportamiento de Al Qaeda en Yemen. Yemen está ahora mismo inmerso en una guerra civil entre distintas facciones, siendo la principal el gobierno y los rebeldes Houthis, chiíes zaidíes que controlan el norte del país. No soy un experto en asuntos yemeníes así que no me pronunciaré detalladamente sobre la materia. Sé que el conflicto se reactivó un poco después de 2011, cuando hubo una oleada de protestas en las principales ciudades del país que culminó con la dimisión del presidente Saleh, que llevaba más de 3 décadas en el poder. A partir de ahí perdí el hilo, así que no me considero una fuente informada y fiable. En la prensa especializada, aún así,  se está criticando duramente a Arabia Saudí por sus campañas de bombardeo en apoyo al gobierno, que están resultando en una elevada cantidad de víctimas civiles. Esto, no obstante, no le importa a Daesh.

 La principal crítica que hacen del comportamiento de Al Qaeda en Yemen es que cuando la organización de al-Zawahiri conquistó la ciudad de Al Mukalla (en la región de Hadramut, una de las más ricas del país), en lugar de gobernar la ciudad con puño de hierro, decidieron compartir la gestión de la ciudad con una alianza local de líderes tribales, tecnócratas, consejos ciudadanos y demás. Según Daesh, la mayoría de los integrantes del consejo ciudadano de Al Mukalla son apóstatas reconocidos y reincidentes, nacionalistas y pecadores, y por tanto colaborar con ellos es lo peor que se puede hacer. De acuerdo con Daesh, al Qaeda debería haber impuesto la Shariah y no actuar como tonto útil en el conflicto entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes. Lo interesante de este artículo es que Daesh no ve la guerra de Yemén como un conflicto resultante de las tensiones sectarias y religiosas, sino como una lucha por el poder entre distintas facciones de pecadores.

Dabiq 13 kill kufr
«Mata a los líderes del pecado». Dabiq, 13, p.6.

¿Quién es el enemigo número 2 de Daesh?

Arabia Saudí.

En el número 13, el primer artículo se titula “MATA A LOS LÍDERES KUFR” (Es decir, infieles o pecadores). Empieza criticando duramente al régimen Saudí, al que califica de idólatra (taghut). Condena las ejecuciones de Abu Yandal al Azdi (un activista web ligado a Al Qaeda) y otros cuya principal ofensa, dicen, había sido predicar el verdadero islam de forma pacífica. Insiste en la condición idólatra de los Saudíes al asegurar que sus líderes bailan, festejan, y hacen pactos con los “cruzados”. Los ulema a sueldo de los saudíes (wahabíes) son cómplices de esto, y ellos lo saben mientras tratan de justificar doctrinalmente un régimen monárquico y corrupto. Usando las propias palabras de Ibn Wahab, culpan a estos clérigos colaboracionistas de apartar a los jóvenes del camino de la yihad y de sustituir la religión por un orgullo nacionalista vano e idólatra. Continúa el artículo en un tono similar, citando clérigos concretos y el tipo de acciones que justificaban. También aprovechan para criticar a al-Zawahiri (sucesor de Osama Bin Laden al frente de Al Qaeda), al que acusan de distraer la atención, culpando al enemigo externo (los judíos de Israel, los EEUU) en lugar del régimen saudí corrupto y pecador. Al contrario, el principal responsable del derramamiento de sangre musulmana, según Daesh, son los falsos musulmanes, especialmente los líderes de Arabia Saudí y sus clérigos a sueldo. Es imprescindible, fundamental y urgente acabar con todos ellos, “matarlos a todos”, para evitar que sigan esparciendo una imagen falsa del islam que antepone unos ficticios “intereses nacionales” al verdadero mensaje de Allah.

dabiq 12 anuncio
Anuncio de un documental. Llama la atención la calidad de la imagen, que parece sacada de una revista seria con recursos económicos. Fuente, Dabiq 12, p. 4.

De los editoriales y los primeros artículos de cada revista se pueden extraer varias conclusiones interesantes. En primer lugar, que para Daesh los principales enemigos no son necesariamente los gobiernos occidentales, sino otras organizaciones yihadistas y gobiernos de países musulmanes que les disputan el monopolio de la interpretación de los textos sagrados y el uso de los símbolos islámicos con intencionalidad política. Arabia Saudí, que los no-informados suelen citar como un país que financia activamente al Daesh, es duramente criticado por la organización, que plantea la necesidad imperiosa de matar a sus líderes e ideólogos. Al Qaeda, organización terrorista que suele ser comparada a Daesh, también recibe su buena dosis de críticas, y se le acusa de apostasía, idolatría y desviación de las enseñanzas del Corán. Podemos ver, por tanto, que Daesh trata de encontrar su hueco entre el público más radical, y que trata de desbancar a sus rivales ideológicos. La crítica y las amenazas a Occidente, por el contrario, son secundarias. Aunque Daesh se proponga acabar con los ídolos de la democracia y el nacionalismo, aseguran que respetarán a los “cruzados” en cuanto estos les dejen en paz. Por supuesto se trata de una herramienta retórica, pero resulta sin duda ilustrativo. La segunda conclusión es que Daesh está integrado por verdaderos psicópatas, para los que la violencia no es un medio mediante el cual conseguir fines políticos, sino un fin redentor en sí mismo. Derrama la sangre de los infieles e irás al cielo, parecen decir. Más adelante veremos las implicaciones escatológicas del nombre de la revista, y el tono milenarista de ciertos artículos y proclamaciones. De momento, creo que lo expuesto es ilustrativo del tipo de organización que Daesh es.

Una vez más, las fuentes confirman que Daesh no puede estar financiado por el gobierno Saudí ya que se les acusa de apóstatas y se amenaza a sus ideólogos. Arabia Saudí tiene un extenso historial de corrupción y violaciones de los derechos humanos, pero acusarles de financiar a Daesh es faltar a los hechos, y por tanto debo insistir en que es una mentira, que por mucho que repitamos no se convertirá en verdad.

Continuará…