Sayyid Qutb – Segunda parte

Continuamos con la vida y obra de Sayyid Qutb. En esta segunda y última parte, veremos la trayectoria de Qutb tras su viaje a América, su ingreso en los Hermanos Musulmanes, su encarcelamiento y su muerte. Por si acaso, ten a mano el Glosario de términos islámicos.

La primera parte finalizaba con el egipcio trasladándose a EEUU a una estancia en la universidad de Denver. Lo que vio allí confirmó la percepción de Occidente que presentaba en la obra que dejó en la imprenta justo antes de partir, Justicia Social en el islam. Sus impresiones sobre la sociedad americana quedaron plasmadas en una breve obra titulada La América que he visto.

Qutb en América

A Sayyid Qutb no le impresionaron positivamente los EEUU. Según cuenta en su librito, América era enorme y maravillosa, pero estaba llena de estúpidos. Sin duda, destacaban en la técnica y la industria, pero su única fe era la ciencia aplicada. Una ciencia que ni siquiera era suya ya que la habían recibido de los europeos. Los primeros habitantes de América eran una mezcla de aventureros y criminales descontentos con el Viejo Mundo que habían emigrado a una tierra virgen (para Qutb los indios no existieron) en busca de fortuna y bienestar. La tarea de colonizar un territorio virgen y salvaje les hizo concentrarse en la técnica, olvidando otros aspectos importantes para una vida equilibrada como el arte o la religión. Lo que más sorprende a Qutb es el hecho de que, confrontados con una tierra tan virgen y majestuosa, los americanos no desarrollaran un sentido de admiración y respeto por la naturaleza y las fuerzas divinas. Así, incapaces de dedicarse al arte, la religión o el enriquecimiento espiritual en general, durante los últimos cuatro siglos los americanos se han dedicado a inventar máquinas y vivir una vida lujuriosa y materialista.

sunshinepcs45702La biblioteca de la facultad de educación de la Universidad Estatal de Colorado en Greely, donde Qutb pasó parte del año 1949.

Todo esto resultaba a Qutb terriblemente primitivo. El mejor ejemplo de esto eran los partidos de fútbol americano. Un juego de nombre estúpido (no se juega con el pie) y un desarrollo salvaje y violento, sin ningún tipo de respeto o deportividad, coreado por millares de fans rabiosos y sedientos de sangre gritando “¡rómpele las costillas, písale la cabeza!”.  Un primitivismo que se materializaba en un carácter belicista y agresivo. Los pioneros americanos lucharon entre sí y contra los pobladores originales de la tierra, después expulsaron a los latinos y se rebelaron contra su metrópolis. La guerra civil no tuvo nada que ver con la esclavitud sino con la superioridad económica del Sur. Y en el momento de escribir la obra (1951), los EEUU entraban en Korea, lo que demostraba su carácter agresivo e intervencionista.

Los americanos, sigue Qutb, son unos bestias inhumanos. En su sociedad solo hay sitio para los fuertes, y a los débiles no hay ideología o grupo que les pueda salvar, ya que según la forma de pensar americana no merecen vivir. Qutb empieza a enumerar anécdotas, como la vez que estaba en un hospital y alguien se quedó atrapado en el ascensor y un hombre empezó a representarlo en la sala de espera mientras los demás pacientes se partían de risa, o como cuando fue a un funeral de esos con el ataúd de cristal y la familia y amigos del muerto se reían y hacían bromas sobre él. O una vez que fue a casa de una señora que le ayudaba con el inglés y escuchó el final de una conversación en el que una amiga le contaba aliviada que gracias a tener un seguro de vida se había ahorrado un tratamiento caro y había recibido una indemnización. Qutb expresó su admiración por la entereza con la que la amiga llevaba la muerte del perro, y la profesora le explicó que el que había muerto era el marido, no el perro. Hasta los pollos y los cuervos, cuenta el egipcio, tienen más sensibilidad hacia la muerte que los americanos.

La visión americana de la religión es también primitiva, continua Qutb. Les encanta construir iglesias, pero suelen estar vacías, y la gente va ahí por diversión o por tradición, no por inquietud espiritual. Hay muchísimas sectas e iglesias y todas compiten entre sí, así que atraen fieles con vistosos carteles y mujeres cantando y bailando. Qutb se unió a una iglesia distinta en cada lugar que vivió, para conocer de primera mano la cultura local. En una de ellas, el párroco organizó un baile calenturiento, y hasta que todos los asistentes (hombres y mujeres) no se pusieron a bailar pegados no se quedó contento. Tener feligresas guapas era crucial para la supervivencia de la iglesia, ya que así acudirían más chicos a las misas. El fin, dinero y prestigio para la iglesia, justifica los medios, por inmorales que sean.


Qutb cita indignado esta canción como ejemplo de música de baile de iglesia

La relación de los americanos con el sexo también le resultaba sorprendente a Qutb. El mero hecho de considerar el sexo como una “necesidad biológica”, desprovista de todo tipo de componente emocional, mostraba una vez más el primitivismo americano. El culto al cuerpo y el sexo es propio de pueblos bárbaros: si la humanidad se ha esforzado por reprimir los impulsos sexuales no es por ignorancia sino por deseo de perfección y orden social.

En la última parte de la obra se dedica a analizar el arte y la cultura americanas. Todo le parece despreciable. El jazz: una música de salvajes, ruidosa e infernal. Las películas, salvo excepciones como Lo que el viento se llevó o Cumbres borrascosas, una basura en comparación con el cine europeo. El hiperrealismo pictórico, una tontada sin gracia. Lo peor, la ropa: mucho más hortera que la de la gente de las aldeas egipcias. ¿Y los tatuajes? Mucho más horribles que los de los habitantes del centro de África. Por no hablar de los cortes de pelo. Y la comida, asquerosa también, estos americanos le ponen sal a las manzanas y sandías (¿?) y azúcar a las ensaladas y pepinillos…

Pobrecillos. Un día, Qutb estaba en la cafetería de la universidad y vio como un grupo de estudiantes la echaba sal a la sandía. Él fingió desconcierto.
– ¿Cómo? ¿No lo hacéis en Egipto?
– No no, nosotros le ponemos pimienta.
Una chica del grupo probó a echarle pimienta y exclamó, ¡está buenísimo! Al rato todos los estudiantes de la cafetería la imitaban. Otro día repitió la broma con azúcar.

Los EEUU, concluye Qutb, tienen un importante rol en el mundo y destacan en la ciencia y la tecnología. Las demás naciones deben imitar esos aspectos, sin copiar las facetas más primitivas y absurdas del estilo de vida americano. Y, al mismo tiempo, deben esforzarse por iluminar a los pobrecitos americanos, a complementar su inteligencia práctica y muscular con sensibilidad y refinamiento. Si no, el mundo está abocado al desastre.

Qutb y los Hermanos Musulmanes

Cuando Qutb volvió de América, los acontecimientos se precipitaban en Egipto. La popularidad del rey Faruq caía en picado a causa de su mala gestión de la guerra con Israel. Los oficiales libres y los Hermanos Musulmanes ultimaban su alianza para derrocar al gobierno. Sayyid, más politizado que nunca y reafirmado en sus creencias por su estancia en el extranjero, decidió unirse a la Hermandad, y pronto se convirtió en uno de sus principales ideólogos. Según Sephard, Qutb llegó a participar en algunas reuniones del comité de los Oficiales Libres, pero abandonó cuando vio que Nasser y los suyos pretendían instaurar una república laica y no un verdadero estado islámico.

En 1954, cuando acabó la luna de miel entre los nasseristas y la Hermandad, Qutb fue encarcelado junto a 4.000 de sus compañeros y sentenciado a 15 años. Su débil estado de salud le hizo pasar largas temporadas en el hospital de la prisión, donde continuó escribiendo y redactando obras, como su célebre tafsir (comentario coránico). También conoció allí las obras del célebre Maududi, uno de los pensadores islamistas más influyentes del Indostán. Las pésimas condiciones de vida en la cárcel, que incluían numerosas torturas y vejaciones (ni las prisioneras femeninas estaban a salvo de ellas), hicieron que sus ideas se fueran radicalizando. 1957, cuando 20 compañeros de la Hermandad fueron ejecutados, fue según sus biógrafos un punto de inflexión.

muslim_brotherhood_emblemEmblema de los Hermanos Musulmanes.

En ese momento, Qutb comenzó a plantearse que los problemas de Egipto no se debían a la influencia extranjera o la ausencia de justicia social, sino a un régimen brutal y despiadado que se esforzaba por eliminar el legado islámico y secularizar la sociedad, a la vez que imponía una férrea dictadura militar. El régimen era la encarnación de la Yahiliyah, la ignorancia pre-islámica, que según Qutb había vuelto y estaba más presente que nunca. Sobre la reformulación de la Yahiliyah que hizo Qutb se han escrito libros y artículos. La idea general es que Qutb transformó un término histórico, referente al estado de “barbarie” en el que vivían las tribus árabes antes de la revelación coránica, en un sinónimo de ateísmo y comportamiento anti-islámico. Poco a poco, ayudado por las inhumanas condiciones de la cárcel y las torturas a las que eran sometidos él y sus compañeros, Qutb fue ampliando el número de los que él consideraba “yahilis” hasta incluir prácticamente a toda la humanidad, salvo un reducido número de valientes mártires (los Hermanos Musulmanes) que resistían firmemente a las fuerzas del mal. Para derrotar a la ignorancia anti-islámica, era preciso luchar firmemente y educar a las nuevas generaciones en la defensa de la fe. La victoria sería difícil y no se alcanzaría en una generación, pero Dios estaría de lado de los verdaderos musulmanes.

Piedras en el Camino

Es en este contexto en el que Qutb empieza a redactar su obra más influyente, si bien no la más extensa. Se trata de Hitos o Piedras en el Camino, una obra surgida a raíz de varias conversaciones con compañeros de cárcel, y que está pensada como un panfleto para captar y motivar a nuevos adeptos a la causa. Sería algo así como el Manifiesto Comunista del islamismo moderno. Si queréis leerlo, pedídmelo por email.

Piedras en el Camino no es un libro especialmente extenso. Es el último texto de Qutb, y el que contiene las ideas más radicales, algunas de ellas (como la llamada a la acción violenta) inéditas en obras anteriores. También es el que está escrito con un estilo más vivo y motivador. Si Qutb es considerado el padre del islamismo violento no es solo por sus ideas, sino por la fuerza con la que las expresa.

La obra comienza con Qutb advirtiendo que tanto la civilización occidental como el bloque soviético están al borde del colapso, no por incapacidad económica o material, sino por ausencia de guía moral. El capitalismo, el comunismo, el nacionalismo… todas las ideas hechas por el hombre han fracasado a la hora de dar a la humanidad prosperidad y el equilibrio necesarios, y solo el islam puede remediar esta situación. Pero, ¿cómo difundir el mensaje coránico en una sociedad saturada con productos materiales y culturales, donde nadie tiene tiempo o ganas de escuchar una teoría difusa y abstracta como es la religión? Dando ejemplo. Es necesario que un grupo devoto y dedicado de musulmanes iluminen al mundo con su rectitud y fuerza. Y para ello, también es preciso despojar al islam de todas las innovaciones innecesarias de los últimos años, de todos los ritualismos y tradiciones paganas. Aquí, las ideas de Qutb empiezan a recordar ligeramente a las de los salafistas.

Esto no significa que haya que desdeñar el progreso y los bienes materiales… por el contrario, lo que hay que hacer es reconducir los esfuerzos técnicos y científicos para mejorar las condiciones de los pobres y desamparados. Al músculo y la máquina hay que sumarle la sensibilidad y la inteligencia que solo una religión monoteísta divinamente revelada puede aportar. Nada que Qutb no nos hubiera contado ya. Este libro, nos explica, es un manual de instrucciones para la vanguardia islámica, para la comunidad de esforzados mártires que hará frente a la Yahiliyah. El nombre hace referencia a los distintos “hitos” o «piedras millares» que la vanguardia islámica deberá reconocer en su lucha contra las fuerzas anti-islámicas.

Qutb

En el primer capítulo, Qutb nos detalla cómo y por qué la primera generación de musulmanes, Mahoma y sus compañeros, son un ejemplo de sociedad islámica perfecta y deben ser emulados. ¿Cómo lo hacían? ¿Por qué eran tan puros? Porque seguían firmemente las revelaciones del Corán, interpretándolas no como metáforas o pasajes literarios, sino como preceptos sólidos que guiaban la sociedad y la vida de los creyentes. Es preciso volver al método coránico.

Este método coránico es descrito en el segundo capítulo, que resume la historia y vicisitudes de la época pre-islámica y las motivaciones divinas tras las normas islámicas (las tribus árabes eran muy salvajes, era necesario un código ético y de convivencia expresado en un language sencillo, etcétera). Qutb es consciente de las distintas etapas en las que el Corán fue revelado, y así distingue entre preceptos éticos, religiosos y normativos. El método coránico, explica, requiere primero una comunidad de creyentes sinceros y concienciados. Solo así podrá emerger un sistema de leyes basadas en las necesidades prácticas de la sociedad. El islam no puede ni debe ofrecer un sistema cerrado de leyes y constituciones si no hay una población receptiva. Es decir, no se puede imponer la sharia ni es posible aplicarla en una sociedad yahili o ignorante. No hay prisa, pues, ni necesidad de imponer un sistema islámico, sino que es preciso construir poco a poco una sociedad perfecta. (Los grupos yihadistas modernos que se declaran seguidores de Qutb parecen obviar esta advertencia).

La teoría y la práctica islámicas son la misma cosa, y la sociedad perfecta solo se alcanzará por etapas, insiste constantemente el maestro egipcio. En el tercer capítulo describe como es la sociedad islámica: una sociedad donde las diferencias de género, nacionalidad y clase social no son causa de división y enfrentamiento. Una sociedad basada en el amor y la solidaridad, en los derechos y los deberes. Una sociedad superior a los imperios esclavistas (el romano y el británico), a la tiranía de la mayoría soviética, y a la degenerada nación americana. Las diferencias enriquecen y mejoran la sociedad islámica.

En el cuarto capítulo comienza la «chicha». Yihad en el nombre de Dios, se titula. Qutb analiza aquí si la guerra es permisible, y bajo qué límites. Mahoma, recuerda, estuvo predicando durante años de forma no violenta, y hasta que la aristocracia mecana no decidió actuar contra la comunidad de emigrados a Medina, Dios no le dio permiso para combatir. Y además Dios distinguió entre varias categorías de personas ajenas a la umma (comunidad islámica): los politeístas, la gente del libro y los hipócritas (falsos musulmanes). A los primeros había que combatirlos incesablemente (con violencia o con palabras), con los segundos era preciso llegar a acuerdos y respetarles siempre que no actuaran en contra de la umma, y contra los terceros solo cabía predicar y razonar. La yihad, asgura Qutb, solo se hace de forma violenta contra las instituciones y el sistema, nunca contra los individuos, a los que se debe salvar mediante la palabra. La yihad se hace poco a poco, primero se desmantelan los sistemas de opresión (palabras textuales) y después, mediante ejemplos y razones, se convierte a los impíos. La religión no se puede imponer, es un precepto coránico. Esto va en dos direcciones: no se puede obligar a nadie a aceptar el islam, pero es preciso luchar contra los sistemas que impiden la propagación de la religión o no permiten a los musulmanes ejercer su religión en libertad.

¿Qué implica el mensaje coránico? No hay Dios sino Dios significa que solo Él es soberano, que sus leyes y preceptos no pueden ser sustituidos por ningún sistema de leyes o creencias creado por el hombre. Es, según Qutb, un mensaje de libertad, ya que en un sistema islámico ningún hombre o institución podrá arrogarse poderes que solo pertencen a Dios. La forma de establecer la soberanía divina en la Tierra no es adoptar una teocracia en la que los sacerdotes detenten el poder e intepreten las leyes divinas. Al contrario: interpretar e implementar los preceptos sagrados es tarea de todos los creyentes. Y esto no puede ser conseguido exclusivamente mediante la predicación y el ejemplo, sino que es necesario cierto grado de coerción (que Qutb denomina eufemísticamente «el movimiento»). El movimiento se encargará de los «obstáculos materiales», es decir, de desmantelar los sistemas de opresión por motivos de raza o clase social. En otras palabras, la lucha armada contra los regímenes ignorantes y opresivos es fundamental si se quiere avanzar hacia una sociedad islámica, pero requiere preparación y cautela. La yihad es la lucha contra la tiranía y las leyes injustas, es un precepto islámico básico y es el deber de todo verdadero musulmán. El objetivo de la yihad es establecer un sistema islámico que permita la aplicación de las leyes divinas. Hoy día todo este discurso nos suena familiar, pero en los años 60 era un concepto novedoso.

El capítulo 5 nos recuerda que la afirmación «no hay Dios sino Dios» implica aceptar la soberanía divina, con todo lo que ello conlleva. Hay que someterse a la voluntad de Alá, aceptar el modo de vida y los preceptos establecidos por Dios y olvidarse de los ídolos humanos y demás distracciones materiales. Si no hay Dios sino Dios, la convivencia con los sistemas yahilis es imposible, ya que en su propia naturaleza está la negación de Dios. El «fin de la historia», por así decirlo, llegará para Qutb cuando el islam sea el sistema de valores y relaciones humanas predominante en la tierra.

El siguiente capítulo habla de la ley islámica. Afirma que la única forma de establecer equilibrio y armonía entre los seres humanos y el universo es seguir las normas de Dios. Más allá de argumentar por qué es necesario obedecer a Dios, Qutb no detalla cuales son las leyes divinas, o cómo aplicar a los tiempos modernos normas y preceptos surgidos en la Arabia medieval. Resulta interesante que, a la vez que rechaza la necesidad de un estamento religioso diferenciado, Qutb trate de abolir todas las leyes no divinas sin darse cuenta de que la jurisprudencia islámica lleva 1.400 años de tradición tratando de resolver ese tipo de cuestiones prácticas.

MogammaEl Mogamma, un mastodóntico edificio administrativo erigido por Nasser

El capítulo séptimo retoma parte de los argumentos esgrimidos en Justicia Social. El islam es la mejor civilización, la única civilización digna de ser considerada como tal. El islam ha sacado a los hombres y mujeres de la barbarie, les ha hecho olvidar las diferencias de raza o clase, les ha hecho sentirse parte de una comunidad y las ha dado valores y normas para vivir una existencia pacífica y feliz.

En la siguiente sección Qutb valora la relación de los musulmanes con el arte, la cultura y la ciencia foráneas. Su conclusión es que las ciencias son patrimonio universal, y que no hay problemas en que los musulmanes se instruyan en física, química o ingeniería bajo la tutela de infieles. La historia y las humanidades en general son más problemáticas, ya que se basan en preceptos morales yahilis. Lo mismo pasa con toda ciencia que supera las observaciones empíricas: la propia teoría de la evolución no está demostrada e incurre en la especulación metafísica. Qutb no desaconseja leer obras filosóficas y académicas no islámicas, pero siempre que sea con el propósito de entender mejor el sistema de pensamiento yahili, por aquello de «conoce a tu enemigo».

En el capítulo noveno, Qutb habla de patria y nacionalidad. Un musulmán no tiene patria, puede sentir apego por su tierra y sus gentes, pero no debe olvidarse que él pertenece exclusivamente a la comunidad islámica. La patria de un musulmán es todo lugar donde pueda ejercer su fe sin problemas y donde la ley de Dios predomine. Todos los demás sitios, por familiares que puedan ser, no pueden ser considerados patria.

La décima sección vuelve a recordarnos lo diabólicos y perversos que son todos los yahilis, y lo imposible que es llegar a ningún tipo de acuerdo o compromiso con ellos. Su estilo de vida es deleznable a los ojos de Dios, y por tanto los musulmanes no deben mostrar ningún tipo de simpatía con ellos. Ni siquiera deben justificar sus creencias y los logros y limitaciones de las sociedades islámicas. Al contrario, deben pasar a la ofensiva, atacando las contradicciones y las miserias del estilo de vida yahili y defendiendo las virtudes de la verdadera religión. La solución, continúa, no es apartarse de la sociedad yahili e irse a un lugar apartado. Por desgracia, eso es imposible y no deseable a los ojos de Dios. Tampoco pueden plantar cara de forma agresiva y no dialogante, pues serían destruidos. Lo que debe hacer la vanguardia musulmana es mezclarse entre la yahiliyah, hablar del islam con orgullo y humildad, mostrar a los demás con el ejemplo la superioridad del estilo de vida islámico y esperar traer así al verdadero camino a muchas pobres almas que han caído en las garras de la sociedad materialista e ignorante.

Los dos últimos capítulos recuerdan a la vanguardia islámica que han de mantenerse firmes en la fe y orgullosos de sus creencias, aunque puedan parecer anacrónicas y absurdas a los ojos de los materialistas, aunque puedan suponer cárcel y torturas. Los verdaderos musulmanes siempre lucharán contra las injusticias y la sustitución de las leyes de Dios por las del hombre. Sufrirán martirio y penalidades, pero suya será la recompensa en el cielo, y la satisfacción en la tierra por haber hecho lo correcto.

En la obra se dicen muchas cosas más, pero la mitad de ellas son referencias coránicas que sería complicado e irrelevante explicar. Como podéis ver, hay mucha repetición de ideas y conceptos. Aún así, se trata de un texto emotivo y poderoso. Hacer el bien, luchar por lo que es correcto, acabar con la opresión… el islam de Qutb es una religión de movilización política. Está contra el sistema corrupto, contra el colonialismo y la tiranía, contra el materialismo y la discriminación, pero desde mi punto de vista de no-musulmán, quizá la solución que propone sea excesivamente ambigua e idealista. En todo caso, lo reseñable de Piedras en el Camino es su justificación de la violencia política, siempre que sea por una causa legítima (luchar contra la yahiliyah en nombre de Dios). Es fácil percibir sus influencias en autores y organizaciones posteriores.

Últimos años y ejecución

En 1964, gracias a la intercesión de un diplomático iraquí, Sayyid Qutb fue liberado de la prisión. Piedras en el Camino ya circulaba de forma clandestina, y Qutb se reincorporó a la Hermandad. Su libertad duró poco. Fue detenido de nuevo a finales de agosto de 1965 y acusado de conspirar contra la vida del presidente Nasser. Hay cierto debate sobre su grado de responsabilidad en el complot magnicida: es cierto que hubo una escisión de los Hermanos Musulmanes que decidió seguir la llamada de Qutb y emprender la lucha armada contra el régimen; lo que no está claro es si Qutb colaboró con ellos o si simplemente sirvió de inspiración sin ser consciente de que se preparaba un atentado. En todo caso, el plan fue descubierto y el maestro fue sentenciado a muerte. El 29 de agosto de 1966, un año después de su reingreso en prisión, fue ejecutado.

Desaparecía así un pensador inteligente y prolífico. La cárcel, donde pasó los últimos años de su vida, contribuyó a radicalizar sus posiciones. Los Hermanos Musulmanes actuales, si bien reconocen su figura y utilizan su martirio con fines propagandísticos, se distancian públicamente de sus posturas más violentas. Ya en 1969, la Hermandad declaró que en sus obras Qutb se representaba a sí mismo y no a la organización, un movimiento lógico teniendo en cuenta que los HHMM se esforzaban por volver a la legalidad y entablar buenas relaciones con el régimen. Lo conseguirían a partir del ascenso de Sadat.

Las obras de Qutb inspirarían a muchísimos musulmanes en las siguientes décadas, tanto moderados secularizados como yihadistas violentos. Su hermano Muhammad continuó su legado, y llegó a ser tutor del famoso Osama Bin Laden. Aún así, es difícil valorar el verdadero impacto de Qutb. Hasta sus mismas ideas son difíciles de sintetizar y resumir. Como siempre, lector, si no te fías de mis palabras o mi interpretación, puedo proporcionarte gustosamente todas las fuentes primarias y secundarias que precises.


Bibliografía

Fuentes primarias

Sayyid Qutb, Social Justice in Islam, traducción y comentario crítico de William Sephard, Brill, Leiden, 1996.

Sayyid Qutb, In the Shade of the Quran. (18 volúmenes) Traducción al inglés de Kallamullah.com

Sayyid Qutb, The America I have seen, traducción al inglés del departamento de Sociología del islam de la Universidad Estatal de Portland.

Sayyid Qutb, Milestones, American Trust Publications, 2005. Hay muchísimas versiones y traducciones alternativas disponibles online, pero esta traducción me parece confiable.

Fuentes secundarias

Hay infinidad de libros y artículos referentes a Qutb, la mayoría de ellos no muy buenos. En mi artículo académico critico la actitud de parte de la academia occidental con este autor.  Algunas excepciones son:

William E. Sephard, «Sayyid Qutb’s Doctrine of Jahiliyyah» en International Journal of Middle East Studies 35 (2003), 521–545. (En general, todo lo que Sephard ha publicado sobre Qutb es d calidad excepcional)

Ana Belén Soage, «Hassan al Banna and Sayyid Qutb: Continuity or Rupture?» en The Muslim World 99 (2009), 294-311.  Accesible online en este enlace.

Shahrough Akhavi, «The Dialectic in Contemporary Egyptian Social Thought: The Scripturalist and Modernist Discourses of Sayyid Qutb and Hasan Hanafi» en International Journal of Middle East Studies 29 (1997), 377-401

Ronald Nettler, «A modern Islamic confession of faith and conception of religion: Sayyid Qutb’s introduction to the Tafsir, Fi Zilal Al‐qur’an» en British Journal of Middle Eastern Studies, 21 (1994), 102-114.

Por supuesto esto no es una lista exhaustiva, pero sirve de ejemplo de la diversidad de publicaciones y de producción académica que Qutb ha sucitado. Como siempre, no dudéis en enviarme un email si necesitáis acceso a las fuentes o cualquier tipo de ayuda.

¿Está Daesh detrás de la masacre de Orlando?

No me gusta escribir sobre atentados terroristas recientes, y normalmente no lo hago, pero hoy voy a hacer una excepción. Como casi todos sabréis, hace un par de días ha habido un ataque en un local gay en Orlando, Estados Unidos. La noticia ha sido ampliamente comentada y analizada, con toda suerte de detalles macabros y morbosos, así que no voy a recrearme en ella.

Tan solo voy a intentar responder una pregunta que algunos medios se han hecho y no han sabido responder con exactitud:

¿Era Omar Mateen -el asesino- un salafista yihadista? ¿Pertenecía al Daesh?

La respuesta, me temo, es no. Si no sabes muy bien qué es un salafista, escribí hace poco un artículo aclaratorio que recomiendo leer antes.

Voy a parafrasear un artículo en el que Juan Cole explica los 7 motivos por los que se puede afirmar que Mateen no era salafista ni pertenecía al Daesh. Yo los voy a reducir a 3.

1 – Los salafistas no van a pubs homosexuales. Omar Mateen había estado frecuentando el Pulse, el local que asaltó, semanas antes de su ataque, según informa el Orlando Sentinel. y como han recogido medios en español. Sobre todo, los salafistas no beben alcohol. Si Omar Mateen hubiera estado en el pub tan solo para reconocer el terreno, identificar rutas de escape y preparar su masacre en profundidad, no hubiera pedido cerveza una noche tras otra. Parece un detalle absurdo, pero es revelador.

2 – Los salafistas no suelen ir afeitados. La barba es para ellos una señal de piedad que les permite identificarse como miembros de la comunidad islámica. Se han escrito numerosas fatuas sobre la longitud óptima del vello facial, y aunque no hay un consenso definido en cuanto a la prominencia y espesor, sí que está claro que un buen salafista debe llevar barba, o al menos intentarlo. Mateen, como se puede ver en la foto de abajo, no tenía vello facial. Los salafistas, además, no utilizan apps para ligar con homosexuales (los hay que no utilizan ni el móvil).

3 – Los militantes del Daesh conocen a sus enemigos. Ya vimos que buena parte de las publicaciones internas de Daesh se dedican a explicar por qué Al Qaeda son sus principales enemigos enemigos. Sabemos también que Daesh odia a los chiíes y planea su exterminio. Omar Mateen, por el contrario, no parecía tenerlo muy claro, ya que se declaró miembro de Hezbollah (la milicia chií por excelencia) y expresó su admiración por Jabhat al-Nusra, sección siria de Al-Qaeda, enemigo número 1 de Daesh. Mal militante de Daesh sería si no sabe quienes son los principales rivales de la organización en Siria.

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Selfie de Omar Mateen. Mucha pinta de salafista no tiene. Fuente: Global Dispatch

A diferencia del ataque de París, todo parece indicar que Mateen preparó la matanza por su cuenta, sin recibir asesoramiento o financiación del exterior. Aunque Daesh se haya apresurado a reivindicar la autoría del atentado, la propia policía estadounidense reconoce que los vínculos entre la organización salafista y Omar Mateen son escasos, por no decir inexistentes.

Mateen, que ya había sido investigado por el FBI, tenía cierta tendencia a inventar y exagerar cosas. Por ejemplo, dijo que conocía a los terroristas de Boston y a varios luchadores que fueron a Siria; la policía descartó dicha conexión. También afirmó en 2013 que era parte de Hezbollah, grupo paramilitar chií. La cosa, según informa el Whasington Post, parece venir de familia, pues su padre, nacionalista pastún que hablaba en Dari (analogía tonta: como si un nacionalista catalán hablase en portugués), se hacía pasar por una figura importante de la política afgana en el exilio, llegando a anunciar su candidatura a las elecciones presidenciales de 2014 un año después de que tuviesen lugar.

Por tanto, aunque Mateen anunciase su lealtad a Daesh y Abu Bakr al-Baghdadi, de momento no hay pruebas que indiquen que en efecto pertenecía al grupo. En otro artículo, Juan Cole pone en duda que el ataque de Orlando pueda ser considerado terrorismo.  Si bien no estoy del todo de acuerdo con él, Cole hace una puntualización muy acertada: El terrorismo no es sino el uso de la violencia para obtener unos fines políticos determinados. ¿Cuáles eran los objetivos de Mateen, salvo matar a mucha gente? ¿Qué le movía, salvo el odio?

Cuando hace un año Dylan Roof asaltó una iglesia afroamericana en Charleston, lo hizo con la esperanza de iniciar una guerra racial, según confesó. Roof tenía una web donde difundía textos supremacistas, y donde publicó un manifiesto explicando por qué quería matar gente. El ataque de Dylan tenía una motivación política y por tanto, era terrorismo. Sin embargo, enseguida se le calificó como “mentalmente inestable”, y a otra cosa.

Hace un año también, Andreas Lubitz, un piloto de Germanwings estrelló el aparato que pilotaba contra los Alpes, matándose a sí mismo y a otros 149 pasajeros. Este caso no tenía motivación política, pero también buscaba matar a mucha gente. Los medios agitaron el fantasma de la inestabilidad mental (como si todas las personas con depresión fueran capaces de hacer algo así) y pasaron también a otra cosa.

A casi nadie se le ocurrió utilizar estos dos ejemplos para atacar y criticar a sus comunidades (hombres estadounidenses blancos; pilotos de avión alemanes), ni se habló de una conspiración internacional de hombres blancos deprimidos. Sin embargo, la masacre de Orlando sí se ha utilizado para criminalizar a los musulmanes. Se asume que Mateen era parte de una red yihadista mundial sin que haya pruebas. Se acepta acríticamente la propaganda del Daesh, nos creemos que la masacre ha sido obra suya. Nos dejamos manipular por una organización terrorista.

Por supuesto, hay que ser realistas y no pasarnos de buenistas: es cierto que un sector importante de la comunidad islámica contemporánea condena la homosexualidad (aquí un artículo en inglés que explora los posibles motivos de esta tendencia). Países que se autoproclaman defensores de la fe, como Irán o Arabia Saudí ejecutan a los homosexuales de formas horribles. [Actualización 16 de junio] Ahora mismo varios grupos de ultras turcos preparan acciones violentas contra la manifestación del Orgullo Gay que se celebrará en Ankara el 26 de junio. Pero no es cierto que, como se suele insinuar, los musulmanes estén unánimemente de acuerdo con este tipo de acciones violentas. La comunidad musulmana de EEUU ha lamentado y condenado los ataques  y publicado varias declaraciones al respecto.

Por extrapolar de nuevo, aunque en España haya un sector amplio de la sociedad que no entiende la homosexualidad, o que incluso denuncie la supuesta existencia de un “imperio gay” que ataca los valores cristianos tradicionales, no creo que casi ningún católico apruebe este tipo de asesinatos a sangre fría. Una cosa es no aprobar la homosexualidad; otra muy distinta coger un rifle y matar a medio centenar de personas.

Es natural que ante una masacre de estas dimensiones reaccionemos de forma visceral. Pero los periodistas y opinólogos deberían intentar informarse, mantener la calma, y no generalizar alegremente (para algo les pagan). El islam, como religión, tiene muchas caras. El islamismo [islam político] tiene también mil posibles interpretaciones. Incluso el salafismo tiene varias corrientes antagónicas, por no hablar de las división interna del salafismo yihadista. Hacer afirmaciones como «el islam dice…» o «los musulmanes piensan…» es casi  siempre erróneo. No se puede meter a mil millones de personas en el mismo saco.

¿Qué es el salafismo?

 A menudo el término “salafismo” o “salafista” aparece en los medios de comunicación, aunque la definición no queda clara. Más o menos, por el contenido de las noticias podemos deducir que los salafistas son musulmanes radicales, simpatizantes del terrorismo, que defienden una visión del islam rigorista y extrema. Las palabras salafismo, radicalismo, yihad y fundamentalismo se funden así en el prototipo de musulmán “que da miedo”, un fanático con chilaba y barba obsesionado con asuntos triviales, que piensa que todos menos él irán al infierno. Así, se nos advierte sobre el peligro de las “mezquitas salafistas” y se señala a Arabia Saudí como el principal propagador del salafismo. Informan los medios de que la policía investiga a salafistas radicales yihadistas y nos quedamos tranquilos (por el buen hacer de las fuerzas de seguridad) a la vez que preocupados (los salafistas se multiplican y radicalizan, algo habrá que hacer).

Por desgracia, más allá de cuatro clichés gastados, a menudo no se suele explicar quiénes son estos tipos o en que creen. Buscando en internet tampoco encontramos mejores resultados. En esta página (bastante mala, todo hay que decirlo)  intentan explicar qué es la ideología salafista sin explicar gran cosa en realidad. En este blog, por el contrario, podemos encontrar un artículo mucho más extenso y detallado, aunque tiene algún que otro error de traducción y le falta cohesión interna. De modo que me he propuesto escribir un artículo aclaratorio, ya que no he encontrado nada en castellano que me convenciese.

Resulta difícil precisar qué es el salafismo. Si tuviéramos que resumirlo en una frase, podríamos decir que el salafismo es una corriente dentro del islam sunní moderno cuya principal intención es rechazar las innovaciones (bid’ah), que se consideran desviaciones del mensaje original de Dios a través de Mahoma. Es decir, que catorce siglos de tradición y pensamiento islámicos no valen de nada, y hay que volver a la pureza de la época de Mahoma. Esto tampoco es muy aclaratorio. Deshacerse de lo viejo vale, ¿pero sustituirlo con qué? Hay además, como señala Thomas Hegghammer, una dificultad añadida: Muchos grupos islamistas se autoproclaman “salafis”, pues piensan que apelar a los primeros musulmanes tiene connotaciones positivas, ya que evoca pureza y autenticidad. Más que indicar un programa teológico o ideológico claro, el adjetivo “salafi” es empleado por algunos grupos como un sello de legitimidad.

No obstante, voy a tratar de sintetizar, simplificar y resumir ciertas características comunes de los grupos salafistas. Aconsejo mirar el glosario para aclarar algunos términos. Si al final del artículo te quedan dudas, he incluído un pequeño apéndice con lecturas comentadas y recomendadas (webs salafistas y anti-salafistas).

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 Orígenes

El salafismo proviene del término al-Salaf al-Salih (píos ancestros, predecesores), que se refiere habitualmente a la primera generación de musulmanes, es decir, Mahoma y sus seguidores. La intención de los salafistas es restaurar la pureza del islam primigenio y librarlo de innovaciones contaminantes. Nos suena un poco, ¿verdad? En efecto, el salafismo y los movimientos de reforma tradicionalistas (wahhabis, deobandis) comparten algunos planteamientos y objetivos. ¿Por qué no los incluí en el artículo sobre los movimientos de reforma? Fundamentalmente, por no alargarlo y complicar las cosas en exceso. No son estrictamente tradicionalistas, ya que plantean eliminar el legado posterior a la generación de Mahoma. Y además, como veremos, no constituyen un frente sólido.

Uno de los primeros teólogos que empezaron a especular con la idea del “retorno” fue el influyente Ibn Taymiyyah, del que hablamos el otro día. Reformadores modernistas de finales del XIX y principios del XX como Al-Afghani y su discípulo Muhammad Abduh apelaron también a la pureza de los primeros momentos del islam y consideraban que, progresivamente, la teología islámica se había alejado del mensaje coránico original, y volvieron a popularizar las referencias a los Salaf, es decir, a los primeros musulmanes. Para remediar el “estancamiento” en el que se hallaba la religión islámica, los modernistas propusieron el abandono parcial de la jurisprudencia tradicional y criticaron el taqlid (emulación, es decir, obediencia a las fatuas y decretos emitidos por sabios de renombre), defendiendo la ijtihad (interpretación personal de los textos) en su lugar. [Véase el glosario de términos islámicos]. He hablado de Al-Afghani, Abduh y los suyos con más detalle en Movimientos de Reforma III.

Sin embargo, aunque los modernistas acuñasen el término “salafi” o “salafiyyah”, los salafistas de hoy día poco tienen que ver con las ideas de un masón y agitador como al-Afghani. El salafismo moderno tiene su origen en figuras como Muhammad al-Albani o Abdalaziz Bin Baz, clérigos bastante controvertidos y a menudo enfrentados al resto del estamento religioso. Entre sus influencias cabe destacar, por supuesto, a Ibn Taymyyyah y los wahabis. No obstante, los salafis no estrictamente wahabíes. Entre otras cosas, no todos defienden la legitimidad del gobierno saudí, ni están necesariamente de acuerdo con sus interpretaciones teológicas. Fundamentalmente, los salafistas rechazan las escuelas de jurisprudencia tradicionales, mientras que los wahabis están adscritos formalmente a la escuela hanbalí. Diferencia importante, aunque a los no creyentes nos resulte trivial.

Creencias

Como decíamos, hay una infinidad de grupos, autores y movimientos que se autoproclaman salafis, o mejor dicho, Ahl al-hadith (gente del hadith). Aunque sus ideas y medios sean dispares, comparten una serie de características comunes:

En primer lugar, los salafis se consideran los únicos que entienden y aplican correctamente la doctrina islámica. Esta doctrina islámica, como decíamos, es la que se estableció durante las primeras generaciones de musulmanes, siendo toda la jurisprudencia y teología posterior innovaciones anti-islámicas. Por tanto, los salafistas hacen un especial énfasis en condenar y criticar a otros grupos islámicos que consideran desviacionistas, innovadores o heréticos. Los primeros son las órdenes sufíes, que en algunos casos rendían culto a santos, lo que es considerado por los salafis como un claro ejemplo de politeísmo. También se oponen a organizaciones como los Hermanos Musulmanes, pues los salafistas consideran que utilizan el nombre del islam con fines políticos y están movidos por ambiciones materiales, no espirituales. Los salafistas llegan a incluso a rechazar los madhab, las cuatro escuelas de jurisprudencia tradicionales, pues las consideran innovaciones y literatura intrascendente que dividió innecesariamente a la comunidad islámica. Es decir, que para buena parte de los autoproclamados salafistas, todos menos ellos son heréticos.

Por supuesto, el salafismo ha sido duramente criticado por las demás escuelas e interpretaciones del islam. Por ejemplo, aquí podéis leer una crítica teológica al salafismo redactada por un prominente miembro de la orden sufí Naqshbandiyyah en el que acusa a los salafistas de manipular los textos e introducir innovaciones anti-islámicas (en inglés) Y al final del artículo podréis encontrar refutaciones al salafismo desde teólogos pertenecientes a las escuelas tradicionales.

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Distribución geográfica aproximadade  los madhab, corrientes islámicas tradicionales. Fuente: Lost Islamic History

En segundo lugar, los salafistas tienen una forma específica de “pensar islámicamente”. Para ellos, solo el Corán y la Sunna (recopilación de hadithes o dichos de Mahoma) valen para producir toda la doctrina necesaria. Sin embargo, el Corán y la Sunna aparecieron en un contexto determinado, una Arabia poco poblada compuesta por tribus beduinas y ciudades caravaneras. En cuanto el islam comenzó a expandirse y los árabes conquistaron territorios más desarrollados, aparecieron situaciones que no venían previstas en los textos sagrados. Tradicionalmente, cuando había que discernir cómo enfrentarse a una situación no especificada en el Corán o la Sunna, los sabios islámicos recurrían a cuatro procedimientos: el razonamiento análogo (qiyas), es decir, intentar buscar ejemplos similares y extrapolarlos; seguir la fatua u opinión de algún clérigo eminente (taqlid); el consenso entre faquíes (ijma); y finalmente el razonamiento independiente (iytihad). Los salafistas rechazan el razonamiento análogo y el consenso (y en muchas ocasiones el taqlid). Esto tiene consecuencias interesantes, como por ejemplo el hecho de que muchos salafis no vean la televisión ni escuchen música por ser consideradas innovaciones.

Finalmente, los salafistas tienden a ignorar la jurisprudencia (fiqh) y suelen centrarse en otras materias doctrinales, como en el credo (Aqidah), la definición de monoteísmo, o la forma correcta de llevar a cabo la adoración y cumplir con los rituales del islam. Es decir, que para ellos el islam no se centra tanto en cuestiones legales como en asuntos doctrinales y rituales (forma correcta de realizar las abluciones, cómo completar la peregrinación a La Meca de forma adecuada, etc). En definitiva, cómo ser un buen musulmán aplicando literalmente lo estipulado en el Corán y la Sunna.

Ramas del salafismo

Más allá de esta serie de creencias comunes, el salafismo se divide en multitud de comunidades y grupos que compiten duramente los unos con los otros, acusándose mutuamente de cismáticos y herejes. A grandes rasgos, sin embargo, podemos discernir tres grandes ramas o tendencias.

Quietistas

Quizá la más popular y extendida de las tendencias salafistas, la rama quietista tiende a centrarse en asuntos rituales y doctrinales, rechazando por completo la implicación en asuntos políticos, considerados meras distracciones terrenales. Para preservar la unidad de la comunidad islámica, suelen defender la legitimidad del régimen bajo el que se encuentren. Por supuesto, los gobernantes correspondientes están encantados con esta interpretación, y a menudo dedican importantes sumas de dinero a premiar a los clérigos quietistas y fomentar sus escuelas. Por lo demás, son bastante conservadores y reacios al cambio, lo que les hace desconfiar de los cambios. Cada vez que aparece la noticia de algún clérigo diciendo alguna barbaridad como que los muñecos de nieve son anti-islámicos, lo habitual es que pertenezca a esta tendencia.  En Arabia Saudí, el wahabismo y el salafismo quietista están mezclados, de ahí que a menudo se confundan los términos. En otros países el salafismo quietista es autóctono y no tiene relación con los wahabíes. El ejemplo clásico de salafismo quietista es la corriente Madjalista.

Activistas

La cooptación puede funcionar con clérigos de renombre, pero a menudo el salafismo es un movimiento de bases. Las bases salafistas, a pesar de que rechacen la política de partidos, pueden llegar a movilizarse activamente si perciben que su país no está siendo gobernado todo lo islámicamente que debería. El ejemplo paradigmático es el Movimiento Despertar Islámico (al-Sahwa al-Islamiyya) de Arabia Saudí, que surgió en los años 60 a consecuencia de la llegada de inmigrantes egipcios simpatizantes de los Hermanos Musulmanes. Alcanzó su mayor popularidad Saudí en los años 90, debido a la reacción negativa de un sector de la población a la presencia de tropas americanas en el país a raíz de la guerra del Golfo. Uno de sus líderes, Salman al-Uda fue encarcelado por criticar al gobierno. Hoy día, el movimiento está bastante activo en las redes sociales y demanda mayor transparencia en las cuentas del reino y una legislación más islámica, a la vez que critica los excesos de algunos miembros de la monarquía. Como detalle curioso, al-Uda ha declarado hace poco que la homosexualidad no debería ser castigada, afirmación que ha desatado la polémica.

Yihadistas

La rama violenta del salafismo es la más pequeña en número, pero la más conocida en Occidente a consecuencia de los ataques terroristas que perpetran. A diferencia de los quietistas o los activistas, los salafistas yihadistas consideran que la violencia es un medio legítimo para conseguir sus objetivos. Interpretan que los musulmanes están siendo atacados, tanto por Occidente como por musulmanes hipócritas y heréticos que no siguen su interpretación del islam. Los grupos yihadistas más conocidos son Al Qaeda y Daesh, cuyas rencillas internas ya hemos comentado en otras ocasiones. Por encima de Osama Bin Laden o Ayman al-Zawahiri, uno de los principales ideólogos del salafismo yihadista es el sirio con ciudadanía española Mustafá Setmarián, también conocido como Abu Musaf Al-Suri. Mucho se ha escrito sobre el yihadismo, de modo que no me extenderé en exceso. Más allá de la justificación de la violencia, es interesante ver las distintas corrientes dentro del salafismo violento, una que defiende la acción en países musulmanes y otra, la más conocida en Occidente, que llama a una yihad global.

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Ayman al-Zawahiri, actual líder de Al-Qaeda.
Nótese el parecido con Mariano Rajoy. Wikimedia.

Conclusión

¿Qué es, por tanto, el salafismo? Una de las posibles interpretaciones del islam sunní, que pretende un regreso a la pureza prístina de los tiempos de Mahoma y los cuatro Califas Bien Guiados. Para ello, rechazan la jurisprudencia (fiqh) posterior y se centran en el Corán y la Sunna como únicas fuentes de doctrina. Reniegan de las escuelas tradicionales y catorce siglos de tradición (calificada como innovación o desviación), y critican a los sufíes, los Hermanos Musulmanes y en general todos los que no son ellos. No son especialmente numerosos, no superan el 2% de los sunníes (es un movimiento predominantemente urbano).  Se suelen dividir en tres ramas: una quietista que no se mete en política; otra activista, que trata de alcanzar sus objetivos a través de la movilización y la presión pública; y otra violenta, más marginal, que trata de alcanzar sus objetivos mediante atentados terroristas y guerra de guerrillas.


Lecturas comentadas

Islamqa.info (en castellano) – Página web del clérigo salafista Muhammad Al-Munajjid (el de los muñecos de nieve). Es una de las webs salafistas más populares y cuenta con una sección en español llena de fatuas y consejos, como este sobre cómo deben actuar los musulmanes en Occidente (rechazando la violencia y todo eso), o si está bien utilizar internet para ligar. Salafismo quietista en estado puro.

Masud.co.uk (en inglés) – Página web de Nuh Keller y Abdal Hakim, dos prominentes faquíes (juristas) Occidentales que se dedican a propagar el islam, entrenar ulema y criticar a los salafistas

En esta fatua, Keller, explica lo que es el salafismo y discute la validez de su visión. ¿Cómo que ellos son los únicos musulmanes aparte de la primera generación que han entendido el islam?  ¿Cómo que hay que cargarse toda la jurisprudencia clásica (madhab) y a los sufíes? Hay que ser un idiota arrogante, opina Keller, además de un inculto, para hacer semejantes afirmaciones. Aquí explica la necesidad de adoptar una de las cuatro escuelas de jurisprudencia.

Protestant Islam, de Mohammad al-Abbasi, es una crítica muy apasionada a los salafistas, a los que compara a los protestantes cristianos. Tiene párrafos muy vívidos como este, que he traducido malamente:

Con la pulcritud mental que habían aprendido de Occidente, y conducidos por un entusiasmo vertiginoso que les impedía ver los aspectos más refinados de la herencia clásica, muchos de los fundamentalistas anunciaron que el islam del pueblo se encontraba terriblemente desordenado. ¿Por qué no barrer las telarañas medievales y crear un nuevo y brillante islam, racionalizado y listo para ocupar su lugar como ideología  junto al marxismo, el capitalismo y el nacionalismo secular? Para lograr este objetivo, se había que liquidar las cuatro escuelas de jurisprudencia. Lo mismo para los las tradiciones Ash’ari y Maturidi. Las órdenes sufíes sufíes eran exóticas y extravagantes, así que también debían ser suprimidas. De hecho, por lo menos el noventa por ciento de los textos islámicos tradicionales podían ser felizmente mandados a la trituradora. Lo que quedase, se esperaba, sería el Islam del Profeta, presidiendo un mundo islámico reunificado, avanzando triunfal hacia un nuevo y reluciente destino

Aquí podéis encontrar la transcripción de un debate entre un salafista y Mohammed Sai’d al-Bouti, (prominente alim sirio fallecido en la guerra civil), sobre la necesidad de seguir una de las cuatro escuelas de jurisprudencia y por qué hacen falta ulema, y quién se puede considerar faqih. (Es decir, quién entiende el islam y quién no)

También hay fatuas respondiendo preguntas más prácticas, como esta sobre la longitud óptima de la barba de un buen creyente. Tras una larga explicación explicación teológica, jurídica y casi metafísica, Keller concluye que los hombres deben tener barba siempre que sus genes lo permitan, y que esta debe ser abundante a la vez que modesta e higiénica, que no desentone.


Breve bibliografía académica

Thomas Hegghammer, «Jihadi-Salafis or revolutionaires? On Religion and Politics in the study of militant islamism» en Roel Meijer (ed.), Global Salafism, Oxford UP.

John L. Esposito, «Faith.» en What Everyone Needs to Know About Islam. Oxford Islamic
Studies Online. Jul 25, 2015. <http://www.oxfordislamicstudies.com/article/book/acprof-
9780199794133/acprof-9780199794133-div1-39>

Laurent Bonnefoy, «Contemporary Salafi Movements» en Oxford Islamic Studies Online. [Acceso restringido]

 

Glosario de términos islámicos

A menudo, en artículos sobre pensadores o corrientes del islam aparecerán términos en árabe difíciles de traducir o explicar en un par de palabras. Para no tener que definirlos cada vez que aparecen y para que sirva como orientación y referencia, os ofrezco este glosario. A medida que vayan surgiendo términos nuevos se irá actualizando. Las definiciones son mías, así que las simplificaciones y posibles errores y omisiones son mi culpa.


  1. Corán: Revelación de Dios a Mahoma. Palabra divina, revelada en distintas etapas.
  2. Fatua: Opinión doctrinal emitida por un alim (pl. ulema) o por un consejo de ellos, a menudo conteniendo recomendaciones sobre cómo actuar ante determinadas cuestiones. Puede referirse a asuntos rituales, personales, sociales o políticos, y suelen formularse como respuesta a una pregunta formulada por un creyente. Las fatuas son creación humana y su validez viene dada por el prestigio del clérigo, ya que en las distintas ramas del islam no hay una jerarquía ecelesiástica tan definida como en el catolicismo. Bin Laden emitiendo fatuas no tenía mucha credibilidad ya que no era un alim reconocido, no era nadie (teológicamente hablando). En la mayoría de países de tradición suní las fatuas son emitidas por un consejo de ulemas expertos en diversas áreas de las ciencias islámicas (tafsir, hadiz, jurisprudencia…), aunque en algunos países árabes como Egipto existe la figura del Gran Muftí. En el chiísmo normalmente las fatuas son emitidas por un clérigo de gran prestigio (un ayatolá) y solo pueden seguirse fatuas emitidas por faquíes vivos (es decir, la fatua que Jomeini emitió sobre Salman Rushdie no estaría en vigor).
  3. Fiqh: “El entendimiento”. Jurisprudencia elaborada por los juristas islámicos (faquíes o ulema) a partir del Corán, la Sunna, la ijtihad y el consenso entre sabios. Aunque el fiqh sí es un corpus exhaustivo de leyes, normas y prohibiciones, se trata de una creación humana y por tanto está sujeto a debate e interpretación. Cuando en los medios de comunicación se habla de “países que aplican la Sharia”, se refieren a una versión particular del fiqh.
  4. Hadith: Dicho atribuido a Mahoma (y, en el chiísmo, a cualquiera de los 12 imames) a
    través de una cadena de transmisores. No es palabra de Dios. La recopilación de los hadithes se denomina Sunna.
  5. Iytihad o Ijtihad: El ejercicio de interpretación de la escrituras a través del razonamiento independiente, opuesto a la imitación o taqlid.
  6. Islamismo: Conjunto de ideologías diversas cuyo fin es establecer un gobierno islámico
    legítimo bien mediante la participación en los procesos políticos y comicios democráticos (en los países donde es posible), o a través el activismo, la desobediencia civil o la violencia. Qué constituye exactamente un gobierno islámico legítimo es sujeto de un intenso y amargo debate. Véase «Siete puntualizaciones sobre el islamismo«
  7. Sharia: “El camino”. Ley Islámica, una serie de normas y regulaciones que se encuentra dispersa entre los textos sagrados. Es decir, no es un corpus legal estructurado y coherente, sino distintas indicaciones teológicas y éticas que han de ser descifradas por los sabios islámicos.
  8. Ulama o ulema: Plural de alim, sabio musulmán. Los ulama o ulema han constituido un grupo social diferenciado en los países musulmanes, equivalentes al clero cristiano. Mientras que en los países de tradición suní (especialmente en el antiguo Imperio Otomano) los ulama se han ligado a los poderes terrenales, el clero chií ha conseguido mantenerse independiente del Estado (salvo en Irán).
  9. Yihad: Esfuerzo. La “Yihad mayor” es la que purifica el alma y el espíritu del creyente. La “yihad menor” se entiende como esfuerzo colectivo en pos de un objetivo, sea este militar o social (por ejemplo, en el Irán post-revolucionario hubo una yihad sancionada religiosamente para la construcción de escuelas y hospitales). Hay un intenso debate histórico sobre si la yihad militar es exclusivamente defensiva o si por el contrario puede ser ofensiva y enfocada a la conquista y ampliación del gobierno islámico legítimo. En todo caso, la yihad es un medio, casi nunca un fin en sí mismo.

Siete breves puntualizaciones sobre el islamismo

Llevo un tiempo largo sin publicar. El trabajo, las vacaciones de Semana Santa y otros proyectos personales (solicitar becas varias) me han mantenido ocupado. La necesidad de acabar de una vez por todas el especial sobre Irán me quitaba además las ganas de escribir. He decidido aplazarlo y escribir sobre otros temas, ya que me estaba quedando un blog demasiado centrado en Irán y el chiismo. Terminaré el especial en un futuro no muy lejano, pero hoy trataré de otros temas, mucho más acuciantes.

La semana pasada Daesh (el mal llamado Estado Islámico) proclamó la autoría de los atentados de Bruselas, y de nuevo los periodistas y juntaletras españoles, europeos y americanos se han lanzado a soltar barbaridades sin fundamento. Dado que no tengo tiempo para analizar ni rebatir cada uno de los disparates que se dicen, he decidido por el contrario diseccionar la ideología del Daesh a través de sus propias fuentes primarias, es decir, la revista Dabiq, que se publica en inglés. De momento han editado 13 números bastante voluminosos, y he de decir que he quedado muy sorprendido por la calidad de la edición, el impecable inglés académico que utilizan, y el material gráfico utilizado.

Antes de publicar el análisis, me gustaría hacer siete puntualizaciones de carácter general:

  1. – El “islamismo” y el llamado “terrorismo islamista” no son la misma cosa. Por usar una analogía, aunque los Baader-Meinhof y las Brigadas Rojas se autoproclamasen marxista-leninistas, no todas las personas y grupos que profesan dicha ideología apoyan la violencia ni forman comandos paramilitares. De igual modo, no todos los nacionalistas vascos son terroristas en potencia ni pro-etarras. Esto parece evidente, pero a una gran mayoría de periodistas indocumentados se les escapa. Por eso, cuando en Egipto hay un golpe de Estado militar contra el gobierno democráticamente elegido, la prensa española apenas alza la voz. Al fin y al cabo, el gobierno de Morsi era el gobierno de los Hermanos Musulmanes, y todo el mundo sabe que los HHMM son islamistas y por tanto, peligrosos (los HHMM egipcios serán muchas cosas y no todas ellas buenas, pero no son terroristas).
  2.  – “Islamismo” es, en sí mismo, un término bastante amplio y ambiguo. Mucho más ambiguos e inexactos son los términos “Fundamentalismo” e “islam radical”, en los que se clasifica a un sinfín de personas y organizaciones de ideologías diametralmente opuestas. A mí me gusta emplear “islamismo” como sinónimo de “islam político”, es decir, el intento de emplear símbolos, imágenes y textos pertenecientes a la religión islámica para elaborar o justificar planteamientos políticos diversos. En sí esta definición no aclara gran cosa, ya que podemos considerar islamistas a grupos tan dispares como los Hermanos Musulmanes, ‘Amal, Hezbollah, el AKP de Erdogán y muchísimos otros. Puede haber movimientos islamistas pacíficos o violentos, estatistas o pro-libre mercado, democráticos o totalitarios, pro-occidentales o anti-occidentales… Sed extremadamente escépticos cuando leáis generalizaciones banales sobre los “islamistas”.
  3.  – El islamismo, ya sea pacífico o violento, es por lo general un fenómeno moderno (es decir, del siglo XX). En el mundo sunní, el desprestigio del estamento religioso tradicional, asociado a menudo con el poder político (lo que podríamos llamar “islam oficial”), hizo que numerosos intelectuales sin formación religiosa formal se lanzasen a la interpretación de los textos islámicos en búsqueda de respuestas y alternativas políticas. Es decir, el islamismo representa a menudo una ruptura con la exégesis islámica tradicional, aunque haya clérigos que den su apoyo a organizaciones islamistas. Hassan al Bana, fundador de los Hermanos Musulmanes, era profesor de escuela, en un modelo educativo inspirado en el occidental. Sayyid Qutb, padre intelectual del islamismo violento, era también profesor, y pasó un año de su vida en EEUU. Ali Shariati no era teólogo, sino sociólogo educado en París. Osama Bin Laden estudió en universidades occidentales. En definitiva, los principales teóricos y agentes del islamismo no son clérigos a la manera tradicional, sino “intrusos”. Cuando Osama Bin Laden emitía fatuas, no tenía ninguna legitimidad desde un punto de vista tradicional. Por tanto, los seguidores del islamismo, especialmente del islamismo violento, serán personas descontentas con el islam oficial o tradicional, no necesariamente personas habituales en las mezquitas y madrazas.

    Dabiq 10
    Propaganda de Daesh. Fuente: Dabiq nº 10, p.35.
  4. – Lo que la prensa española denomina “yihadismo” no existe. Es decir, no hay una ideología que podamos denominar “yihadismo”, ni unos principios teóricos y prácticos del “yihadismo”. (Aunque podría considerarse que “Piedras en el Camino” de Qutb es una especie de manual práctico para “yihadistas”). Lo que hay son movimientos POLÍTICOS de inspiración islamista que consideran que la violencia es una forma legítima de conseguir sus objetivos. Dado que estos movimientos no controlan un Estado, recurren a estrategias terroristas, es decir, se mueven en la clandestinidad y tratan de hacer el mayor daño posible en sus ataques. Según la ideología de cada uno, considerarán adecuado atentar indiscriminadamente contra objetivos civiles, centrar sus ataques en miembros de una confesión religiosa determinada, o atacar exclusivamente objetivos político-militares. En lugar de “yihadismo”, voy a emplear el término “islamismo militante violento”, o “islamismo violento” y solo voy a emplearlo con grupos terroristas. El AKP de Erdogán es sin duda violento (o al menos su represión a los opositores no se ajusta a los límites de lo aceptable y decoroso en Occidente), pero dado que está en el poder no recurre al terrorismo. La referencia a la yihad por parte de los grupos terroristas es tan solo una forma de legitimar la violencia.
  5. – El islamismo militante violento está aún más dividido que la izquierda europea. Y está división no obedece únicamente a criterios confesionales (ejemplo típico que utiliza la prensa: Hezbollah chií frente a Al Qaeda suní), sino también a objetivos políticos, estrategias, personalismos, rencores internos, perspectivas geopolíticas, y por supuesto interpretaciones teológicas. Una buena página divulgativa sobre el tema (en inglés) es Jihadica, que hoy se encuentra caída. A menudo, los grupos islamistas violentos emplean más tiempo y energías en difamar a sus competidores ideológicos que a sus enemigos jurados (EEUU o Israel, por ejemplo), ya que se disputan entre sí seguidores, influencia y poder. En el caso de Siria, el mayor conflicto se da entre Daesh (el mal llamado Estado Islámico) y el Frente al-Nusra, sección local de Al-Qaeda. Daesh surgió como una escisión de Al-Qaeda en Irak hace casi una década. Hoy día, Daesh critica que Al-Qaeda mantenga una alianza táctica con el Ejército Sirio Libre (apoyado por EEUU); y Al-Qaeda, además de no aceptar la legitimidad del califato autoproclamado por Daesh, discute la brutalidad de sus acciones contra las minorías religiosas.
  6. – Llamar Estado Islámico al Daesh es concederles una enorme victoria ideológica. En primer lugar, es considerarles un Estado, algo que no son, aunque intenten recaudar impuestos y funcionar como tal. En segundo lugar, es reconocerlos como el único Estado Islámico, distinción que también se otorgan las Repúblicas Islámicas de Irán y Pakistán, entre otros (por extrapolar de forma simplona y cutre, sería como si llamáramos a Francia La República Democrática, a pesar de que haya otras repúblicas democráticas). En tercer lugar, es conceder legitimidad a la proclamación del Califato que hicieron hace dos años, algo bastante dudoso. Llamar ISIS al Daesh, por otro lado, es aún más estúpido si cabe. ISIS es el acrónimo inglés para “Estado Islámico de Irak y Siria”. Escribir ISIS es como escribir USA o UK en lugar de Estados Unidos y Reino Unido, o aún peor, como escribir USSR en lugar de URSS, DNA en vez de ADN o NATO en vez de OTAN. Es absurdo. Si se les quiere llamar “Estado Islámico de Irak y Siria”, lo propio sería emplear el acrónimo EIIS.
  7. – Entre la gente bienpensante hay cierta tendencia a decir que el islamismo violento no representa al verdadero islam. Es una afirmación cargada de buenas intenciones, pero en mi opinión, vacía de contenido. No hay un verdadero islam, al igual que no hay un verdadero cristianismo. Las religiones, mejor dicho, los textos y tradiciones religiosas, pueden ser interpretados de múltiples e infinitas formas. Ninguna de ellas es más adecuada o correcta que las otras. Las Cruzadas fueron un fenómeno cristiano, a pesar de que el mensaje de Cristo es por lo general pacífico y no-violento. El culto a los santos y vírgenes en el mundo católico puede parecer algo absolutamente pagano a ojos de un protestante o un observador ajeno, pero los que lo practican afirmarán sin dudarlo que son verdaderos cristianos. De igual modo, los Talibán se consideran un movimiento legítimamente religioso, aunque numerosos clérigos y asociaciones religiosas de Pakistán, otros países vecinos y el resto del mundo hayan “demostrado” con referencia a los textos sagrados del islam que sus acciones les hacen merecedores del fuego eterno. Por supuesto, la mayoría de musulmanes no apoyan ni la violencia ni el terrorismo, y la mayoría de víctimas de estos grupos son otros musulmanes. Ni Daesh ni Al Qaeda son especialmente populares entre los musulmanes. Pero intentar aplicar criterios de pureza es un ejercicio intelectual sin sentido, sobre todo si no somos musulmanes. No creo que los observadores externos estemos capacitados para discernir qué es islam y qué no lo es. Y no creo que sea una distinción necesaria. El islamismo en todas sus variantes es más bien un fenómeno político que religioso.

Intentar comprender las motivaciones e ideología de los terroristas no es lo mismo que justificarlos, ni mucho menos. Pero para combatir a un enemigo hay que conocerlo bien, y no limitarse a bombardear tierras lejanas y desconfiar sistemáticamente de los que profesan cierta religión o tienen un color de piel determinado. La prohibición de consultar material «yihadista» que se plantea instaurar en España es contraproducente, y dificultará mucho las labores de investigación de los que nos dedicamos al tema. En la revista del Daesh se insiste en la necesidad de «conocer al enemigo». Aquí parece que se nos ha olvidado esa premisa básica, y día tras día oímos la opinión de «todólogos» y «expertos» que no saben distinguir entre Hamás y Al Qaeda.

He escrito esto de forma rápida, y quizá haya pasado por alto asuntos que un «expertillo» en la materia como yo considera evidentes o ya sabidos.  Para cualquier duda, sugerencia o queja, recurrid a los comentarios. Contestaré encantado.