El País publica hoy un editorial sobre Irán bastante malo. Es cierto que la sección internacional de dicho diario lleva tiempo de capa caída, pero hoy se han superado con un texto que muestra que ni siquiera cuentan con un comité de expertos que revise los textos publicados.
Hay quien pensará que me paso de puntilloso, que al fin y al cabo Irán es un país lejano, y que lo mismo da escribir Consejo Guardián que Consejo de Expertos. Probablemente sean los mismos que se enfadan cada vez que las películas extranjeras o la prensa internacional difunden tópicos superficiales y simplistas sobre nuestro país. Lo que me indigna especialmente es que algún periodista ha cobrado por escribir el pésimo editorial del periódico, que alguien que ni siquiera se ha molestado en informarse puede ver su artículo de ínfima calidad publicado en papel en un diario de tirada nacional, mientras que yo escribo este blog sin obtener ningún beneficio económico y (en mi modesta opinión) ofreciendo contenidos con algo más de veracidad y calidad.
Comencemos a destripar el texto: En primer lugar, el autor confunde el Consejo Guardián con la Asamblea de Expertos, y los mezcla inventándose un inexistente “Consejo de Expertos”. No, señores de El País, lo que se eligió el pasado viernes fue la Asamblea de Expertos, que se encarga, como bien decís, de designar al Líder Supremo. El Consejo Guardián, por el contrario, no se designa mediante elecciones democráticas, sino que la mitad de sus miembros son elegidos por el Paralamento y la otra mitad por el Líder Supremo. El Consejo Guardián no se ocupa de elegir al Líder Supremo, sino que tiene poder de veto sobre la legislación que pase el Parlamento y además puede anular candidaturas a las elecciones parlamentarias, presidenciales, y a la Asamblea de expertos. Un simple vistazo a la Wikipedia en lengua inglesa hubiera bastado para informar correctamente, pero El País por lo visto está por encima de naderías como el rigor periodístico.
En segundo lugar, Rohaní no es el primer presidente “aperturista” que tiene Irán. Se olvida de mencionar a Jatami o incluso a Rafsanyani. Hubiera sido mucho más interesante para el lector hacer un breve balance del gobierno de Jatami, que también parecía muy prometedor de cara a la democratización y occidentalización del país persa y, sin embargo, dio paso a la presidencia de Ahmadineyad. Es decir, que algo similar a lo que se está viviendo hoy día sucedió hace una década, y que por tanto no hay que hacerse muchas ilusiones con Rohaní. De igual modo, no todos los ayatollahs son parte del régimen, e incluso muchos de ellos son muy críticos con las instituciones, arriesgándose a ser silenciados o arrestados a domicilio.
En tercer lugar, el editorial habla de “aquellos que ocupan el poder desde 1979”, pero no menciona que la candidatura del mismísimo nieto de Jomeini ha sido anulada por el Consejo Guardián. Es decir, que no todo es tan sencillo. Irán, es cierto, está gobernado por un régimen cerrado sobre sí mismo, pero no es un régimen monolítico y uniforme, sino que los distintos actores rivalizan y compiten entre sí. Jamenei y la vieja guardia del Partido de la República Islámica (hoy disuelto) siguen tirando de la mayoría de los hilos, pero están divididos en facciones distintas con intereses opuestos. La apertura de Irán es perjudicial para un sector de la industria y el comercio locales, por ejemplo, mientras que beneficia a otros sectores de la economía.
En el último artículo que publiqué en este blog hablaba de como los términos “moderado” y “reformista” generan automáticamente buenas sensaciones, aunque no signifiquen gran cosa. El País nos brinda hoy un brillante ejemplo de lo que dije con un artículo en el que aseguran que “La alianza de moderados y reformistas copa los escaños de Teherán.” Por si fuera poco, un diario de supuesto prestigio internacional se permite el lujo de utilizar términos como “ultra” y “rancio”, en un artículo que teóricamente no es de opinión sino de información. A mí no me importa utilizar esas palabras, pero al fin y al cabo yo soy un desconocido que publica un blog con poca difusión. Si, por el contrario, cobrase por escribir, trataría de ser más elegante y correcto, pues al fin y al cabo, aunque el periodista pueda tener sus simpatías personales, su trabajo consiste (o eso dicen) en informar, no en generar corrientes de opinión.
No todo van a ser críticas furibundas. Por ejemplo, el sábado el mismo diario publicó un artículo de Ángeles Espinosa bastante más acertado. En él se explican correctamente las funciones de la Asamblea de Expertos y el Consejo Guardián, y se informa sobre los resultados. De nuevo vuelven a colarse los términos “ultra” y los amables “reformista”, “moderado” y “pragmático”, que no explican gran cosa pero muestran al lector casual quiénes son “los buenos” y quienes “los malos” en todo este asunto. Únicamente hay una generalización desafortunada: “el islam no considera a las mujeres capacitadas para interpretar la ley” . El islam, como toda religión o ideología, está siempre sujeto a interpretación, y por tanto no es dogmático (los que pueden ser dogmáticos son los humanos que lo interpretan). Debería decir, en su lugar, “las instituciones de la República Islámica no consideran a las mujeres capacitadas para interpretar la ley”, y hubiera sido un gran detalle que mencionase a la corriente denominada “Feminismo Islámico” que está luchando por hacerse un hueco en el sistema legal iraní. Aun así, no es del todo un mal artículo.
Los periodistas no suelen tener en cuenta la historia, pues están mucho más preocupados por el presente. Sin embargo, no les vendría mal a algunos de los “expertos” en Irán de la prensa española leer de vez en cuando, o demostrar que conocen el contexto del país sobre el que escriben.
Los editoriales de los periodicos si estan echos para articulos de opiníon, otra cosa es que la información que dan en ellos no sean correctas.
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hechos. Perdón por la falta.
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