Relaciones Irán-Occidente (1800-1953)

 Especial «Acuerdo nuclear»
I – Relaciones Irán-Occidente, 1800-1953
II – Relaciones Irán-Occidente, 1953-1979
III – La Revolución Islámica, 1979-1989
IV – Irán después de Jomeini, 1989-1997
V – Los gobiernos de Jatami, 1997-2005
Bonus: Las relaciones no tan secretas entre EEUU y Jomeini


En este primer artículo exclusivo para Desvelando Oriente me gustaría dar cierta perspectiva histórica a un tema de actualidad. En los últimos días la prensa internacional ha celebrado con cierto grado de entusiasmo el acuerdo nuclear entre Irán y Occidente, que se ha empezado a materializar en la forma de intercambio de prisioneros entre EEUU y la República Islámica y el levantamiento de sanciones. Los análisis en la prensa española han sido numerosos, aunque superficiales. Si las elecciones que se avecinan en Irán y EEUU no alteran radicalmente las dinámicas de poder en ambos países, el acuerdo nuclear puede suponer un cambio fundamental en las relaciones internacionales en Oriente Medio. Se cerrarían así casi cuatro décadas de enemistad y tensiones.

Dado que he dedicado el último año de mi vida a estudiar la historia del país persa, he decidido redactar un especial sobre el asunto. En él encontrarás, en primer lugar, una perspectiva histórica condensada de las relaciones entre Irán y Occidente, en particular EEUU (partes 1, 2 ) hasta 1979, año de la Revolución Islámica, que cuento en la parte 3. En ese artículo también encontrarás un breve esquema del funcionamiento interno de la República Islámica, y la guerra intre Irán e Irak . En la parte 4, cuento los primeros ocho años tras la muerte de Jomeini (1989-1997) . Y en la parte 5, la última de momento, resumo las dos legislaturas de Jatamí. Los 8 años de Ahmadineyad y el nuevo gobierno de Rohaní quedan para una futura entrega.

Relaciones Irán-Occidente 1800-1953

Introducción

¿Cuál es el origen de la enemistad entre Irán y EEUU? Los lectores de mi edad recordarán las soflamas del expresidente Ahmadineyad (electo en 2005 y 2009) y la inclusión del país persa en el llamado “Eje del Mal” por parte de George Bush hijo. Los mayores recordarán escenas de la revolución islámica de 1979, la guerra entre Irán e Irak y los discursos del ayatolá Jomeini contra el “Gran Satán” (EEUU). Sin embargo, para tener una perspectiva histórica más coherente de las relaciones de Irán con Occidente hemos de viajar hasta principios del siglo XIX.

A lo largo del siglo XIX y principios del XX gobernó Irán la dinastía de los Kayar o Qayar (Qajar en inglés). Se trataba de una dinastía de origen túrquico, algo que venía siendo habitual en la antigua Persia desde hacía siglos. A pesar de que los viajeros europeos describieran la monarquía irania como un gobierno absoluto en el que el Shah, o rey de reyes, ejercía el poder omnímodo (lo que los sociólogos e historiadores del siglo pasado mal llamaron “despotismo oriental”), lo cierto es que el sistema se basaba en un delicado equilibrio entre la familia gobernante y los distintos sectores de la sociedad iraní.

Estos sectores eran: la administración de habla persa; el ejército integrado por guerreros y terratenientes de origen túrquico; el estamento religioso, económicamente independiente (los iraníes, chiíes en su mayoría, no pagaban el impuesto religioso al Estado sino a los clérigos e instituciones religiosas de su elección); las tribus turcas nómadas de la periferia, y el campesinado. Los shahs ciertamente tenían a su alrededor cortes fastuosas, pero eso no implicaba que su poder alcanzase todos los rincones de su país. De hecho, la estructura del Estado era bastante limitada. Como en tantos otros países, el poder central concedía a particulares la capacidad de recaudar impuestos en determinadas zonas, lo que hacía que estos “intermediarios” locales tuviesen un poder inmenso.

Europa llega a Irán

 Durante la primera mitad del XIX el proyecto expansionista de los Kayar, que aspiraban a recuperar los territorios gobernados por los Safávidas (siglos XVI-XVII), fracasó estrepitosamente. Por el norte, el Imperio Ruso se hizo con el control la zona norte del Cáucaso (actuales Azerbaiyán, Armenia y Georgia), que tradicionalmente había estado bajo la esfera de influencia persa. Por el este, las campañas contra los afganos fueron un desastre rotundo.

Las derrotas militares y los pactos de capitulación con los rusos crearon en los antaño confiados iraníes cierto sentimiento de inferioridad. Los rusos, un pueblo considerado bárbaro y atrasado por los refinados persas, había sido capaz de infligirles derrotas decisivas. Al mismo tiempo, los británicos, habitantes de una isla diminuta e insignificante, habían conseguido sojuzgar el país vecino, la India.

¿Cómo era posible? ¿Cuál era el secreto de los europeos? La élite iraní comenzó a mirar a Occidente con curiosidad y a emprender viajes a Europa para intentar comprender de dónde sacaban los europeos su extraordinaria fuerza. Uno de los motivos, pensaron, estaba en la organización militar. De este modo, la monarquía Kayar comenzó a contratar a expertos estrategas europeos para que reorganizaran su ejército y modernizasen su material.

Esto tuvo dos consecuencias principales. En primer lugar, el apoyo de las potencias occidentales se convirtió en una pieza más de la política interior iraní. Varias revueltas e intentonas golpistas fueron eficazmente reprimidos gracias al armamento superior europeo. Al mismo tiempo, esto comprometió aún más las ya reducidas arcas del Estado.En segundo lugar, Irán se convirtió en parte del tablero en el que las potencias europeas (Francia, Gran Bretaña, Rusia y en menor medida, Alemania) se disputaban el control del mundo. Tras las guerras napoleónicas, Rusia y Gran Bretaña rivalizarían por el control indirecto de Irán en lo que se ha denominado “El Gran Juego”.

Alrededor de 1830 la monarquía iraní intentó integrarse en la “comunidad internacional” adoptando hasta cierto punto la estética y los símbolos de poder occidentales, como se puede apreciar la siguiente imagen, que representa a tres shahs consecutivos, Fath Ali, Muhammad y Nasir al-din.

3 shahs[Nótese la evolución de la estética de la vestimenta de los shahs y el estilo pictórico. Primer cuadro: Mirza Baba, Fath Ali Shah (1798), British Library. Segundo cuadro: Ahmed, Muhammad Shah (1844), vendido por Sotheby’s in 2010. Tercer y último: Fazl-ulla b. Mirza Muhammad, Nasir al-din Shah (1881), Hermitage Museum.]

Las dificultades económicas de los Kayar, incapaces de aumentar los ingresos del Estado a medida que aumentaban sus gastos, les llevaron a otorgar concesiones económicas a gobiernos o particulares occidentales.

Una de ellas, la del tabaco (1891), provocó una reacción religiosa y popular sin precedentes que se materializó en un boicot contra el consumo de tabaco hasta que no se cancelase el monopolio británico sobre la droga. Este movimiento estuvo inspirado por la singular figura de Jamaluddin Al-Afghani (del que hablo en este artículo), y puede considerarse la primera muestra popular de descontento ante la occidentalización de las élites iraníes.

La constitución de 1906

Una década y media más tarde, una rebelión cívico-religiosa forzó a los Kayar a convertirse en una monarquía constitucional. El movimiento constitucional,  que historiadores como Abrahamian califican de “revolución,” vino inspirado por el éxito de los japoneses ante los rusos en la guerra de 1905 que, se pensaba, se debía a la cohesión nacional que la Constitución Meiji (1868) había dado a Japón. El hecho de que ese mismo año se produjese una revolución pro-constitucional en Rusia confirmaría sus sospechas.

 De acuerdo con Ervand Abrahamian, uno de los principales historiadores iraníes, la “revolución constitucional” fue el resultado de una alianza entre clases medias, entre la mezquita y el bazar, que veían perjudicados sus intereses por la creciente penetración occidental. Paradójicamente, muchos de los “ilustrados” que protagonizaron el movimiento (como el jovencito Ahmad Kasraví, que décadas más tarde escribiría la historia de la revolución), estaban muy influidos por las ideas liberales y laicas europeas, lo que les llevaría a chocar con un importante sector del clero.

La constitución resultante proclamó el Islam chií como religión oficial. Solo chiíes podrían ocupar puestos de gobierno, y el ejecutivo tendría la capacidad de censurar y prohibir obras e ideas heréticas y anti-islámicas. Se instauró un Consejo Guardián integrado por clérigos de alto rango para asegurar que la legislación aprobada por el gobierno estuviese de acuerdo con la ley islámica. Sus miembros serían elegidos por la Asamblea Nacional, y en la práctica vendría a ser algo así como el Tribunal Constitucional español (que utiliza la Constitución Española en lugar de la Sharia). La constitución apenas se aplicó un par de años, pero la idea de un Consejo Guardían se retomaría en la constitución del 79.

En todo caso, el movimiento acabó desintegrándose. Por un lado, las tensiones internas fragmentaron a los partidarios de la monarquía democrática. Por otro, Rusia y Gran Bretaña aprovecharon la debilidad del gobierno iraní para repartirse el país en esferas de influencia (la “Convención Anglo-rusa de 1907”). En 1908, el shah inició una campaña de represión con la ayuda de cosacos rusos al servicio del gobierno y tropas leales. Disolvió el parlamento, arrestó a los líderes políticos y religiosos y estableció un duro control de la prensa.

El bando constitucional se reagrupó y multiplicó sus apoyos entre las minorías. La constitución fue cambiada para integrar a armenios, judíos y azerís, y se formaron milicias integradas por voluntarios. Tras dos años de enfrentamientos, los constitucionales se impusieron y a su vez se dividieron en dos facciones, “Moderados” y “Liberales”, que divergían en el papel que la religión debía tener en el nuevo Estado y fueron incapaces de llegar a acuerdos duraderos de gobierno.

El régimen constitucional fue incapaz de impedir la penetración europea. Entre 1909 y 1911 los rusos ocuparon el norte del país (con el pretexto de restaurar el orden) y los británicos tomaron el control de las rutas comerciales del sureste. La Primera Guerra Mundial incrementó la presencia de tropas rusas y británicas, a pesar de que el parlamento se había declarado neutral. El desconocido Willhelm Wassmus, una especie de Lawrence de Arabia alemán, intentó sublevar contra los ocupantes extranjeros a las tribus turcas como los Bajtiaris, a los kurdos y árabes de la zona del Golfo.

Reza Jan (1921-1941)

La derrota alemana y la revolución soviética animaron a los británicos a tratar de hacerse con el control de todo el país sobornando a los diputados para firmar la “Convención Anglo-Irania” de 1919. El acuerdo fue muy impopular, pues se percibía como la venta del país a los británicos y el fin de la independencia. El delicado equilibrio entre los sectores de la población del que hablaba al principio se acabó rompiendo y hacia 1920 el estado iraní se encontraba prácticamente inoperativo, con amplios territorios de la periferia independientes del poder central.

BP truckCamión de la BP a mediados de los 50. Fuente, Reddit.

 Hizo entonces su aparición Reza Jan (en inglés Reza Khan), un oficial de unos 40 años de edad. Provenía de una familia de tradición militar de la zona del Cáucaso y era el comandante de los cosacos en la ciudad de Qazvín. Los cosacos, por cierto, habían pasado a ser financiados y entrenados por los británicos tras la revolución soviética (lo cual no quiere decir que obedecieran ciegamente las órdenes de la diplomacia británica, aunque en la época había quien consideraba a Jan una marioneta al servicio de los intereses británicos).

Con tan solo 3.000 hombres y algunas ametralladoras, Reza Jan se hizo con el control de Teherán el 21 de febrero de 1921. Implantó la ley marcial, se ganó la confianza del resto del ejército, formó gobierno y se convirtió en la máxima autoridad en la sombra, a la vez que convencía a los británicos que no actuaría contra sus intereses y que mantendría al shah en el trono. Cuatro años más tarde depuso al shah y se coronó a sí mismo como rey de reyes, dando a su dinastía el nombre de Pahlaví o Palevi, que es como se conoce al sistema de escritura de la lengua persa durante el periodo pre-islámico.

Dado que este artículo trata sobre historia de las relaciones Irán-Occidente, no quiero explayarme con el reinado de Reza Pahlaví. En todo caso, el nuevo shah supo restaurar el equilibrio social mencionado anteriormente y ganarse la confianza de los distintos grupos sociales, incluidas las potencias europeas (firmó un acuerdo con los bolcheviques). Una vez consolidado su poder, trató de modernizar el país siguiendo el modelo de Atatürk y limitar la influencia de los que le podían hacer frente, especialmente el clero y las tribus.

Digna de mención es la ley de 1936 que prohibió a las mujeres llevar velo en público y obligó a los hombres a vestirse a la manera occidental, salvo que pudieran acreditar que eran estudiosos del islam. Como vemos, la imposición de un código de vestimenta no es algo exclusivo del Irán post-revolucionario. De hecho, es algo que estuvo muy de moda entre los gobiernos que decidieron modernizar-occidentalizar a la fuerza a sus súbditos, como el Japón Meiji o la Turquía de Atatürk.

El interregno nacionalista (1941-1953)

Reza Pahlavi gobernaría con puño de hierro hasta 1941, cuando Irán fue invadido simultáneamente por los británicos y los soviéticos. Al parecer, el shah había estado coqueteando con los alemanes, ofreciéndoles petróleo y otros recursos. Para prevenir la aparición de un nuevo frente, asegurar los suministros de los británicos a los soviéticos y controlar el preciado petróleo, los Aliados decidieron coordinar su intervención.

La excelente novela Savushun de la escritora Simin Daneshvar, disponible en castellano, está ambientada en la época. Tras la invasión Reza Jan huyó, y los Aliados instalaron en el trono a su hijo, Muhammad Reza Pahlaví. El gobierno de Reza Pahlaví no había sido especialmente popular, pero el nuevo y joven shah prometió respetar la Constitución de 1906, y la presencia de tropas extranjeras disuadió a los iraníes de intentar ningún tipo de rebelión anti-monárquica.

 Se inició así el periodo denominado como interregno nacionalista, en el que hubo elecciones más o menos democráticas (calificadas de caciquistas por contemporáneos e historiadores), libertad de prensa y cierto esplendor cultural. También hubo una movilización política sin precedentes y mucha tensión en las calles, incluyendo  sangrientos atentados de los fedayines, uno de los primeros grupos islamistas chiíes. En 1951, en medio de una crisis turbulenta, el parlamento nombró  presidente a un tal Mohammad Mosaddeq, líder de un movimiento nacional-populista que aglutinaba al bazar, las clases medias y parte de los trabajadores no afiliados al Partido Comunista.

Entre otras cosas, Mosaddeq se propuso nacionalizar la Anglo-Persian Oil Company (hoy en día llamada BP), que desde 1913 disfrutaba casi en exclusiva de la explotación de petróleo en Irán. Esto hizo saltar las alarmas en Gran Bretaña y EEUU, y en 1953 los servicios secretos de ambos países organizaron un golpe de Estado junto al monarca y sectores leales del ejército, y ante la pasividad de cierta parte del clero que no veía con buenos ojos la popularidad del líder laico.

El suministro de petróleo y la pertenencia de Irán al mal llamado “Mundo libre” quedó asegurado a corto plazo, pero a la larga provocó lo que mi profesor de Historia de Irán, el Dr. Newman, llama un “blowback”, es decir, un efecto boomerang o un tiro por la culata. Vamos, que el golpe de la CIA y el MI6 asoció irremediablemente la dinastía Pahlavi a EEUU y Gran Bretaña, e hizo que una generación de intelectuales, activistas y líderes religiosos se volviesen decididamente anti-occidentales.

En fin, eso es todo por hoy. En el siguiente artículo os hablaré del gobierno autoritario del último shah, la popularidad del anti-occidentalismo en los años 60 y 70, la Revolución de 1979, y la evolución de las relaciones exteriores de la República Islámica.


Si deseas bibliografía adicional, libros y artículos de académicos de renombre, no dudes en contactarme. La suministraré de forma privada vía email. (No me atrevo a subirla aquí por temas de copyright).

5 comentarios sobre “Relaciones Irán-Occidente (1800-1953)

  1. Gracias por la exposición, ¿podrías detallar la analogía entre el Consejo Guardián (C.G.) y el Tribunal Constitucional (T.C.)? A quedado claro que ambos son el órgano judicial supremo del Estado, elegido por los altos cargos políticos. Quizá sería interesante que ahondaras en las diferencias en cuanto a la práctica legal. Desde mi ignorancia, me parecería que la Constitución es un texto dogmático formado por unos principios mínimos, por lo que la interpretación que realizan los jueces del mismo debería ser de carácter técnico y objetivo, al menos, en teoría. En cambio, la Sharia se inspiraría en un conjunto de textos más diverso y complejo, siendo necesaria la interpretación subjetiva y más libre del clérigo pertinente. Uso la diferenciación ciertamente arbitraria entre objetivo y subjetivo para generar la polémica ¿hasta qué punto es diferente la autoridad técnica del juez español frente a la autoridad religiosa del clérigo iraní? No soy experto en ciencias jurídicas ni religiosas, por lo que omito un debate entre las diferencias de racionalidad de sus criterios. Pero si, como prejuzgo, en el caso occidental el poder judicial se encontrara más diluido en la institución jurídica, mientras que en el caso oriental este se hallara más centralizado en el clérigo en cuestión, ¿podríamos relacionar esta diferencia de concentración del poder con las diferentes degeneraciones corruptas que se derivarían de cada uno de los sistemas ideales? A saber, la disolución de la autoridad del T.C. en un estado de legalismo tecnocrático y arbitrario, control externo partidista o pura irresponsabilidad (consistente con el poco aprecio que, por lo general, manifiestan los ciudadanos españoles hacia el T.C.) frente a una elevada acumulación de poder personal en los clérigos de más alto rango (quizá relacionado con la elevada influencia y popularidad de la que gozan algunos). Por último, ¿tiene está vinculación-desvinculación del pueblo con las autoridades judiciales algo que ver con la unión-separación, aunque sea sólo teórica, de las cuestiones legales de las morales en uno y otro modelo? Espero haber transmitido con una mínima claridad cuáles son mis inquietudes respecto al tema.

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    1. Muy interesante tu cuestión. Voy a intentar resolverla, pero tal vez de un rodeo. Allá vamos:

      El Consejo Guardián no solo toma el Corán y la Sunna como textos fundamentales, sino que ademáse se centra en la aplicación de la Constitución de 1979. Es decir, su función es comprobar que las leyes aprobadas por el Parlamento se ajusten a la Constitución (y a la Sharía, pero como la Sharía es subjetiva y variable, el texto base es la Constitución). En ese sentido es idéntico al TC español, que es un tribunal que se encarga de comprobar que las leyes aprobadas no contradicen nuestra carta Magna. Es decir, que tanto CG como TC no aprueban leyes, sino que tienen capacidad de veto sobre ellas. De ahí la analogía.

      Aquí no se trata de una dualidad entre el modelo «Occidental» y un supuesto modelo jurídico «Oriental». No creo que Irán represente una norma en Oriente, fundamentalmente porque son chiíes, y el clero chií conservó un poder e influencia que el sunní no tuvo.
      Antes de la Revolución en Irán había una judicatura inspirada en el modelo occidental. El desarrollo de esta judicatura fue paralelo al desarrollo del Estado, quedando las cortes religiosas abolidas alrededor de 1935 (si no me equivoco). Las cortes religiosas operaban hasta entonces en un nivel estrictamente local, y eran para resolver materias cotidianas (divorcios, herencias). Dado que el poder del Estado no era omnímodo, sino bastante limitado, ese tipo de cuestiones eran dejadas al estamento religioso, ya que el Estado no tenía ni las ganas ni la capacidad de resolverlas. Es decir, que la modernización de Irán con los Pahlavi va acompañada de una sustitución de las instituciones jurídicas religiosas por un sistema de tipo moderno. Desde este momento, ya no hay vuelta atrás. La República Islámica, tras un interregno de caos y ejecuciones sumarias, se da cuenta de que las leyes y los códigos específicos son absolutamente necesarios para gestionar un Estado Moderno de forma homogénea. Lo que hace es adaptar el sistema de los Pahlaví a la terminología religiosa, creando un órgano supervisor (ya recogido en la Constitución de 1905) que se asegure el control clerical de la legalidad, el CG. De esta forma se integra toda la tradición anterior con las necesidades de un Estado Moderno.

      Ahora bien, respecto a tu pregunta. ¿hasta qué punto es diferente la autoridad técnica del juez español frente a la autoridad religiosa del clérigo iraní?
      No todos los clérigos ejercen como jueces en las instituciones de la República islámica. De todas formas, creo que los jueces islámicos (fuqaha) derivan su autoridad de la soberanía divina (aplican la Sharia, que es la ley de Dios), mientras que un juez occidental la derivaría de la soberanía popular (el pueblo eligió al parlamento que aprobó las leyes, etc). Más allá los criterios de legitimidad, lo cierto es que ambos deben su autoridad a un Estado que les ha otorgado poder. En los casos concretos del TC y el CG, los miembros de ambas instituciones están impuestos por voluntad política. En el resto de los puestos de la judicatura española, el ascenso se debe a criterios meritocráticos y de antigüedad, y supongo que el caso iraní será parecido.
      La diferencia está en que en España cumplir las leyes te libra del castigo del Estado; y en una teocracia como Irán cumplir las leyes no solo libra del castigo del Estado sino, en teoría, del divino. La cuestión es que la Sharía, como bien dices, es ambigua y sujeta a interpretación, y de ahí surge todo el rollo de la ijtihad, la emulación, etc, etc. ¿Está un juez del CG dotado de una autoridad moral incuestionable?
      Pues depende. La policía moral es bastante impopular en Irán, y el hecho de que un régimen intente imponer unos criterios morales genera reacciones muy negativas. Muchos iraníes se proclaman musulmanes, pero rechazan a su regimen. No todos los clérigos, como ya he dicho en alguna ocasión, son parte de la República Islámica, de modo que hay voces opositoras incluso dentro dl estamento religioso. Lo que sí es cierto es que los clérigos-jueces del CG tienen un poder inmenso, mayor, creo, que los del TC. Y es que el TC se debe por completo a los partidos políticos, mientras que los miembros del CG son elegidos en parte por el parlamento, en parte por el Líder Supremo.

      «¿Podríamos relacionar esta diferencia de concentración del poder con las diferentes degeneraciones corruptas que se derivarían de cada uno de los sistemas ideales?» Creo que sí, y me parece una reflexión muy acertada.

      «Por último, ¿tiene está vinculación-desvinculación del pueblo con las autoridades judiciales algo que ver con la unión-separación, aunque sea sólo teórica, de las cuestiones legales de las morales en uno y otro modelo?» Esta es una cuestión interesante. Creo que en España, a diferencia de, por ejemplo, el Reino Unido, existe entre la población una distinción más clara entre legalidad y moralidad. No todo lo que es legal es moral, ni todo lo que es ilegal es inmoral. En Inglaterra, por el contrario, sí que pude percibir una asociación mental entre ley y moral mucho más estricta.
      No he vivido en Irán así que no puedo responder a esta pregunta con seguridad, pero como he dicho antes, la policía moral es tremendamente impopular en Irán. En las fiestas privadas corre el alcohol y la música, y las mujeres se desmelenan. Es decir, el mero hecho de no respetar las regulaciones morales del régimen se convierte en un acto de desobediencia civil, mientras que en España eso no suele ser el caso, salvo en algunas ocasiones. Al haber forzado la asociación entre legalidad y moralidad, el régimen iraní se ha visto desprovisto de legitimidad para muchas personas. Por otro lado, existe un movimiento de creciente importancia, el «feminismo islámico», que en Irán está tratendo de ganar el control de la judicatura y mejorar la situación del país desde dentro de sus instituciones jurídico-religiosas.
      Claro que en España la ley también tiene un carácter moralizante en muchos casos, pero no sé decir si son arcaismos del pasado o efectos colaterales de la corrección política.

      Espero que todo te haya quedado más claro, perdón por la respuesta un tanto confusa.

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